LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -Hace unos tres años, fue la casa de Ramón, en Mayanima, reparto residencial de la barriada de Jaimanitas, al oeste de La Habana. Ahora ocurre lo mismo con “la casa de las monjas¨, cerca de la panadería, en la misma localidad. Todos comentan el tipo de patraña que se esconde detrás de la aparente legalidad.
Hace alrededor de tres años, Francisco Chaviano denunció la injusticia cometida contra Monguito, un anciano de 62 años, al que involucraron en una trampa para acusarlo de proxenetismo. Fue condenado a privación de libertad domiciliaria y, además, le decomisaron la casa que heredó de sus padres, en Mayanima, un inmueble de mucha valía, y tentador para la cúpula gobernante, por estar cerca de Punto Cero y de los muelles de Tropas Guardafronteras, y por tener vista marítima privilegiada, entre otros atributos.
En aquella ocasión se alertó a la opinión pública sobre la posibilidad de que se tratase de estratagemas de algún funcionario del gobierno, para quedarse con la elegante vivienda.
Muchos opinan que fue esto lo que motivó que hicieran allí una clínica para atender a mujeres en estado de gestación, de las llamadas hogares maternos. Pero desde hace ya unos meses, el hogar materno fue cerrado y la casa se mantiene vacía. Los vecinos están expectantes, a ver si se cumple el vaticinio de que algún funcionario la ocuparía.
Ahora vuelve a concretarse un nuevo ultraje en otra casa de Jaimanitas, situada en calle 238 y Tercera, # 23801. La noticia fue reportada por Cubanet el pasado 28 de agosto. Desde hace más de quince años, esta casa había sido cedida a la Iglesia Católica por sus legítimos dueños. Estaba siendo ocupada, desde hace más de diez años por las religiosas del Movimiento Focolares.
Todos la llaman ¨la casa de las monjas¨ o ¨la Iglesia¨, por las catequesis de niños, cursos, seminarios o retiros que allí imparten. Los niños, sobre todo, van a sentir mucho la ausencia de las focolarinas.
“El doctor Ignacio Pando y su esposa Coralia, los dueños originales, habían dicho siempre que al morir dejarían su propiedad a la Iglesia”. Así lo comenta Marta, que vive frente a la casa desde la década de los cuarenta.
Por su parte, Carmen, otra vecina, que visitaba a diario esa casa, agrega: “Ellos no tenían herederos. Pando murió hace mucho y Coralia hace unos dos años. No tenían hijos, siempre dijeron que la casa sería cedida a la Iglesia”.
Pero apareció Ariel, quien alega haber cuidado desinteresadamente a la anciana Coralia, en sus últimos años de vida. La quiso mucho, según dice, y ella a él. Así que en un último momento, Coralia supuestamente cambió el testamento. Ha sido decretado como nuevo dueño y la casa tiene que ser desalojada lo antes posible por las monjas que la ocupan.
Muchos piensan que, en realidad, algún nuevo “burgués comunista” tiene los ojos puestos en esa casa y en que toda esta historia de Ariel no es sino un show, maquinado y orquestado por manos poderosas del gobierno. No existe un solo vecino que esté contento con lo que consideran una injusticia, que viola la voluntad expresada durante todas sus vidas por los difuntos dueños del inmueble.
¨Zonas congeladas¨ llama el gobierno a los lugares de su interés geográfico, político o estratégico, que quiere tener ciento por ciento controlados. Jaimanitas es considerada así porque tiene, al este, a la base de las Tropas Guardafronteras; al oeste, tiene la Marina Hemingway; al sur, Punto Cero, donde vive el dictador, junto con otras muchas casas de generales, ministros, y personal diplomático de su interés. Al norte de Jaimanitas está el Estrecho de la Florida, o Mar de la Libertad, como muchos cubanos le llaman.
Una persona común que viva en Jaimanitas, si quiere permutar su vivienda tiene que hacerlo con alguien que haya sido o sea del MININT, FAR o PCC. Si se va del país, pierde su propiedad, y ésta es adquirida por personal de confianza para el régimen. Ahora a los dueños de casas en la zona se les permite venderlas, pero sólo a los grupos antes mencionados.
¿Ha sido frustrado el eterno sueño de los legítimos dueños de la propiedad? ¿Cambió Coralia, real y conscientemente su testamento, muy poco antes de morir, con más de noventa años? ¿Habrá hecho la Iglesia Católica cubana todo lo que podía, según la ley, para reclamar su derecho a esta casa? Quizás nunca lo sabremos.
El viernes 31 de agosto se efectuó finalmente la mudanza de las monjas. La casa ya quedó vacía y a disposición de los nuevos dueños.