CIENFUEGOS, Cuba, junio, www.cubanet.org -Tras la alharaca de los medios oficiales de información anunciando las nuevas disposiciones para el uso público de Internet en Cuba, las brumas de las expectativas se van disipando, en tanto permiten apreciar el verdadero alcance de los cambios implementados y cuánto hay de mito o de realidad.
Dispuesto a conocer de primera mano las nuevas opciones y de comprobar si realmente satisfacen o no las expectativas, es decir, si se cumplen los requerimientos o facilidades de conectividad de la que tanto han hablado los funcionarios del Ministerio de Comunicaciones, me llegué hasta el boulevard cienfueguero, lugar donde radican los dos telepuntos de ETECSA que dan este servicio.
Adelanté mi visita al telepunto que radica frente al emblemático Hotel Unión. Allí acondicionaron un local donde hay instaladas 5 computadoras. Dos operarios me recibieron, atentos, tratando de venderme las presuntas bondades del nuevo servicio. Me entregaron un plegable y me animaron para que abriese una cuenta. Entre las presumibles generosidades que me comentaron se encuentran una velocidad de conectividad de hasta 2 Mb/s, y el acceso sin censura al sitio de nuestra preferencia.
Tras verificar que sólo dos máquinas estaban operando, ocupadas por extranjeros, decidí dirigirme al segundo sitio de interés, el telepunto que se ubica en la primera cuadra del ya citado paseo cienfueguero. Con 10 máquinas disponibles y un espacio físico superior, la ausencia de internautas se hacía más notoria. La joven que me atendió me puso al tanto acerca de los servicios que ofertaban, las tarifas y los derechos y deberes del cliente. Pagué 4.50 CUC, entonces me entregó una suerte de contrato cuya lectura fue fluida hasta el momento en que posé la vista sobre el punto 6, del artículo 3, titulado: Obligaciones del usuario.
Reproduzco textualmente este punto 6: “No usar el servicio para realizar acciones que puedan considerarse por ETECSA, o por las autoridades administrativas y judiciales competentes, como dañinas o perjudiciales para la seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional. Actuar con total respeto a la legislación vigente”.
Quienes dentro de Cuba pensamos, opinamos y escribimos libremente, sabemos que tal acápite no es más que una espada de Damocles oscilando sobre nuestras cabezas. Basta con emitir algún criterio que los censores puedan considerar políticamente incorrecto, para que se cierre el contrato y el internauta amonestado sea apeado de ese vehículo nombrado Nauta. Entonces, para comunicarse a distancia, tendrá que hacerlo por medio de señales de humo.
Ya frente a la máquina, recordé que tenía un plan, verificar si lo de la política de transparencia informática era real o pura viruta propagandística. La primera dirección que coloqué en el navegador fue la de Cubanet, un sitio que el gobierno ha mantenido bloqueado durante décadas. Por un instante, la pequeña esfera del navegador giró esperanzadoramente. Diez segundos después, un letrero negro sobre un fondo blanco, pedía disculpas por no sé qué error técnico que impedía acceder al sitio solicitado.
Lo mismo me sucedió cuando intenté acceder a martinoticias. Debo confesar que el resultado de la gestión no me sorprendió, lo esperaba. Como también esperaba verificar el control que a hurtadillas ejercen los insomnes vigilantes informáticos presentes en la sala. Apenas cinco minutos después de intentar el frustrado viaje al universo Cubanet, dos señores desconocidos, con pinta de segurosos, se acercaron a mi mesa y, tras pronunciar mi nombre y mostrar la más irónica de las sonrisas, me preguntaron qué tal me iba con la conexión.
Luego de andar erráticamente por todo el lugar, aquellos dos hombres se marcharon, pero tras ellos llegó una señora que dijo ser periodista del diario Juventud Rebelde y que, casualmente, se interesó por tirarme una foto frente a la máquina y entrevistarme. “¿Qué tal la conexión? ¿Satisfecho?”, preguntó. Mi respuesta fue concisa: “Es un paso de avance en la dirección correcta, aunque no puedo dejar de plasmar mi insatisfacción. Me gustaría ver terminada de una vez y por siempre la política de censura que aún perdura. Sitios como Cubanet y martinoticias siguen sin poder ser visitados por cubanos como yo, pues el régimen los mantiene bloqueados. Aparte de la modesta disminución de los precios y la mejora en la velocidad de conexión, el resto continúa sin novedad en el frente”.