LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Hace varias semanas, hubo un concierto de blues en la Casa Blanca, donde estuvieron entre otros Mick Jagger, B.B King y Buddy Guy y en el que el mismísimo presidente Barack Obama se embulló y acompañado por un guitarrista tejano cantó Cat Fish Blues (el blues del pez gato).
Hay clarias en el río Potomac y sus afluentes en Maryland y Virginia. No sé si Obama estará advertido del peligro de que la voraz claria se disemine por los ríos norteamericanos y rompa el equilibrio biológico fluvial, como ha ocurrido en Cuba, y por eso eligió cantar precisamente ese blues.
Aquí la claria la introdujeron, procedente del sudeste de Asia, en los años del periodo especial, y luego de irresponsables experimentos genéticos para aumentar su tamaño y ritmo reproductivo, casi ha acabado con la mayoría de las demás especies fluviales.
Diseminados por casi todo el mundo hay 2 200 especies (la mitad de ellas en el continente americano) que se conocen como pez gato. Pero las llamadas frankenfish y snake heads, como las llaman allá en Norteamérica, son las mismas clarias de acá, o sea, la claria batrachus. Y llegaron primero que a Cuba. Aseguran que el llamado pez gato caminante –porque puede reptar por la tierra y permanecer fuera del agua hasta cinco horas- fue hallado en Orlando, Florida, hace más de 40 años.
Pero no es de monstruos acuáticos que quiero hablar. En definitiva, se ha exagerado bastante al respecto: el pobre peje no tiene la culpa de ser tan feo y voraz. Tal vez Obama no sabe nada de clarias y cantó el blues del pez gato – que no necesariamente tiene que ser el que camina como Juan Pescao – porque era el blues que se sabía y ya…A lo que me quiero referir es a la envidia que da tener un presidente tan como cualquier hijo de vecino que sea capaz de cantar blues o cualquier otra cosa que no sea un himno maoísta de hace 60 años, para luego de los regaños, ordenarnos, como si fuera un capataz, ponernos a trabajar.
Aclaro que no aspiro -¡líbreme Dios!- a un payaso como Hugo Chávez que desafine rancheras mientras hilvana el próximo capítulo del culebrón. Tampoco pienso que Obama, por pronunciar buenos discursos y mostrar mejores intenciones que resultados concretos, sea un presidente excepcional. No. Sólo quiero un presidente que no se crea infalible y que cante.
¿Se imaginan al general-presidente, ahora que está en pose de aperturista, y ecuménico busca el apoyo de la Iglesia y del mismísimo Santo Padre que vive en Roma, para la reconciliación, no sé cómo ni con quiénes, cantando “El blues de la claria”?
O mejor aún, imaginen al sucesor dinástico, en pleno karaoke, tan simpático él, micrófono en mano, a lo Al Green –da lo mismo si en plan de reverendo o de cantante de soul-, con el coro de gospel de la Asamblea Nacional del Poder Popular, todos los diputados ataviados con vistosas túnicas verde olivo, interpretando Let’s stay togheter. La versión en español se llamaría Sigamos juntos y terminaría con el estribillo: “Hasta la victoria siempre, siempre, siempre, hasta que la muerte nos separe…”