La Cámara de Comercio del Gran Miami celebró su anual Cumbre Económica del Sur de la Florida recientemente. Quizás sería útil que los empresarios interesados en hacer negocios en Cuba se informaran de lo siguiente:
Desde una perspectiva empresarial, el comercio con La Habana es diferente de hacer negocios en la mayoría de los países. Hasta ahora las empresas estadounidenses que han exportado cientos de millones de dólares en productos a la isla se han beneficiado de las restricciones
estadounidenses que requieren las ventas al contado, y que se reciba el pago en el momento de la exportación a Cuba.
Esas restricciones les han ahorrado a los contribuyentes estadounidenses millones de dólares, ya que es bien sabido que La Habana, con frecuencia, no paga sus deudas.
En 1986, el régimen dejó de pagar capital e intereses al Club de París, el consorcio de acreedores a los que La Habana le debe miles de millones de dólares: gobiernos, bancos y empresas extranjeras. Desde entonces, La Habana ha reestructurado parte de su deuda, y algunos acreedores han perdonado parte de ella debido a la casi bancarrota del régimen.
El Índice de la Libertad Económica 2015 del Heritage Foundation clasifica a 178 países en función de la ausencia de corrupción, el imperio de la ley, y los derechos laborales y empresariales. Sólo Corea del Norte ocupa un puesto peor que Cuba en ese índice sobre los negocios y la inversión de Cuba.
La corrupción es endémica en la isla y representa un gran riesgo para los extranjeros que hacen negocios en la isla, porque el régimen usa la corrupción, que es generalizada, cuando quiere deshacerse de un inversionista y confiscarle millones de dólares.
En septiembre de 2014, la BBC informó de la condena de Cy Tokmakjian, de 74 años, “el presidente de una empresa de transporte canadiense, a 15 años de cárcel por soborno”. Había estado detenido desde 2011 y niega los cargos. Otros dos canadienses que trabajaban para la compañía con sede en Ontario fueron condenados a 8 y 12 años.
El Grupo Tokmakjian dijo que el régimen se apoderó de activos por valor de alrededor de $ 100 millones, y un miembro del Parlamento canadiense, Peter Kent, dijo al Financial Post que “el juicio fue, desde casi cualquier perspectiva, extraordinariamente injusto y amañado”. La compañía dijo que “la ausencia de garantías procesales no comienza a describir lo que es una parodia de la justicia que sufren empresarios extranjeros en Cuba”.
Hay otros casos. Según The Economist, “el 11 de octubre de 2011, Amado Fakhre, un ciudadano británico y director de Coral Capital, un fondo de inversiones, se despertó en la madrugada y fue llevado a ser interrogado… Su empresa es propietaria del hotel más elegante de La Habana, en colaboración con la gobierno… Su oficina de la Habana ha sido cerrada y declarada escena de un crimen”.
El País, diario de Madrid, informó en octubre de 2009 que el Ministro de Asuntos Exteriores español había visitado La Habana para interceder en nombre de Pedro Hermosilla, un hombre de negocios español especializado en la venta de equipos médicos. Hermosilla había estado detenido durante más de un mes en la sede de la policía secreta de Cuba. En aquel momento alrededor de 280 empresas españolas tenían 300 millones de dólares congelados por el gobierno y no se les permitía transferir fondos a sus compañías matrices. “Fuentes diplomáticas admitieron que la medida se debió a la falta de divisas y la grave situación económica cubana”.
Y hay más:
▪ Invertir en Cuba requiere una empresa mixta con el gobierno de Castro (la familia Castro y la élite del régimen).
▪ Los requisitos mínimos antes de arriesgar capital debe incluir que existan la inviolabilidad de los contratos, un estado de derecho, y la capacidad de presentar disputas ante tribunales independientes.
▪ Raúl Castro llegó al poder en 2006. A pesar del entusiasmo de algunos de sus partidarios por las “reformas”, lo cierto es que hasta ahora son poco menos que una campaña de relaciones públicas. Muchos cubanos dicen que son una farsa. Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano de Liberación de Cuba, las identificó como cambio-fraude.
▪ El régimen no permite que las empresas extranjeras contraten a sus trabajadores, los cuales son seleccionados por el gobierno. Los inversionistas pagan miles de dólares por trabajador al régimen, el cual paga a los trabajadores de $30 a $40 al mes. Todo ese arreglo es una violación de convenios internacionales del trabajo.
La política cubana de Obama se basa en la idea errónea de que las relaciones diplomáticas plenas y el comercio con La Habana llevaran el respeto a los derechos humanos y gran progreso económico en la isla. Pero en realidad la nueva política es una política que ha fracasado. Es la política europea y de Japón y Canadá: millones de sus ciudadanos han viajado como turistas a la isla, tienen establecido un amplio comercio entre Cuba y sus países, le han dado prestamos a los Castro, y han obtenido absolutamente nada beneficioso para los derechos humanos o la economía en la isla.
Los cubanos que no son miembros de la familia Castro y no son parte de la elite que reprime al pueblo cubano solo se beneficiarán cuando los europeos y los estadounidenses condicionen toda su actividad económica, política y diplomática a que el régimen comience a limitar sus acciones represivas y el embargo interno del gobierno que es la causa de la miseria, el hambre y la pobreza de millones de cubanos.