EL PAÍS (ESPAÑA).- La escena tenía un cierto aire retro. En Miami rodeado del anti-castrismo puro y duro, Trump era uno más entre ellos. En otra época habría sido la elite del poder de Florida, si no fuera que la ideología de la comunidad cubana es diversa hoy—en gran parte por el cambio generacional—y su comportamiento electoral volátil. Téngase en cuenta que el estado es ahora un “swing state”.
Las palabras fueron fuertes, dichas con su acostumbrada propensión a confrontar. A la animosidad con los Castro y el comunismo le agregó similares dosis de encono hacia Obama. Trump siempre deja en claro que su prioridad es deshacer el legado de su antecesor. Es menos relevante si ello efectivamente ocurre en la realidad, Trump siempre dirá que es el anti-Obama.
De hecho, lo anunciado en relación a Cuba ofrece una buena cuota de continuidad con lo heredado. Las relaciones diplomáticas se mantendrán intactas, con embajadas en ambas capitales, y se conservarán las mismas exenciones a los bienes cubanos permitidos de ser ingresados a Estados Unidos, ello a pesar de la ratificación del embargo.
Para continuar leyendo, haga clic aquí.