DIARIO DE LA MARINA – Al principio pensé titular esta entrevista “Conversación con la Catedral” pues Zoé Valdés es, además de escritora, un templo vivo de la memoria cubana contemporánea. Sin embargo, ahora que demócratas y falsos profetas estrechan las manos de los enterradores de Cuba, prefiero robarle una frase de su último libro: Habrá que partir no unir. Debiéramos unir de cero. Allá, un día, en tu Habana.
El tiempo ha pasado por Zoé y la vida le ha ido dejando una mirada triste. No es pose, sino una evidencia. No se trata tampoco de una melancolía totalmente melancólica, pues en cualquier momento, a la vuelta de una frase dicha sin cuidado, sus ojos pueden iluminarse de recuerdos y hasta de viejos rencores. Entonces Zoé observa y desatiende el tono cansino, propio a todas las entrevistas que concede, que son muchas en esta época de novedades literarias (acaba de publicar con mucho éxito “La Habana mon amour”) para echar una mirada de fuego a su imprudente interlocutor, dispuesta a afilarse la uñas como su gata Sócrata Nureyeva, que por fin ha venido a restregarse contra mi pantalón tras más de una hora larga de visita.
¿Quién es Zoé Valdés en el 2015?
Soy la misma persona que siempre he sido, quizás con más aprensiones e inquietudes pero sigo siendo la misma, madurando los temas de toda la vida, con más distancia y profundidad. Desde el punto de vista personal mi carácter no ha cambiado, soy una persona bastante triste con muchas temores y dudas. Esas interrogantes son el motor principal de mi trabajo. Estamos hablando de las inquietudes intelectuales y de las dudas existenciales que nunca me han abandonado.
Para seguir leyendo, pulse aquí