PARÍS, Francia – La próspera colonia española que con sus pequeños negocios hacía la riqueza de Cuba fue desarticulada por el castrismo y abandonada a su suerte por España durante casi sesenta años.
Sin embargo, la Ley de la Memoria Histórica o de abuelos, reconociéndolos como ciudadanos españoles, en parte la ha hecho renacer, devolviendo así muchas esperanzas a los “descendientes” que todavía residen en Cuba. Tras casi medio siglo de silencio, España les vuelve a tender la mano. Es un primer paso, muy insuficiente, pero que debemos saludar.
No obstante, un pasaporte no hace a un ciudadano. Los españoles de Cuba hoy son miles de personas ignoradas no sólo por el régimen cubano sino también –y es lo que nos parece más doloroso– por el gobierno español. El voto rogado, sumado a las infraestructuras inadaptadas de telecomunicaciones y viales de la isla, vuelve imposible el ejercicio de los derechos civiles que les corresponden.
Por otra parte, las empresas españolas que tienen licencia para hacer negocios en vez de abrirles las puertas para mejorar sus difíciles condiciones de existencia, los ignoran y prefieren reclutar trabajadores en otros lugares del mundo. Un reciente artículo de opinión publicado en El País por el subdirector de Diario de Cuba, Antonio J. Ponte, ponía el dedo en la llaga cuando señalaba “Gracias a las compensaciones de la Ley de Memoria Histórica dictadas durante la presidencia de Zapatero, España cuenta con ese activo único en la isla”. Entre los más de 100.000 ciudadanos cubano-españoles habrá gente emprendedora y necesitada de ayuda para sus inversiones. Y, si como recomendara el historiador y politólogo Tomás Pérez Viejo (El País, 15 de agosto), se intentara un proyecto ambicioso y no se siguiera cometiendo el ‘error de basar la diplomacia en función de las empresas’, España podría relacionar su diplomacia con la suerte de ese grupo de ciudadanos, con lo de impulso a la democratización que supondría”.
En efecto, los contratos de otra época firmados con La Habana, impiden a los nacionales de ultramar el acceso a salarios y condiciones de trabajo dignas de lo que realmente son: ciudadanos españoles de pleno derecho.
Los españoles de Cuba no pueden ejercer sus derechos como cubanos pero sí pueden hacerlo como ciudadanos españoles… influyendo en la política de España. Si llegaran a organizarse en alguna formación política, podrían exigir a través de sus representantes leyes que observasen el cumplimiento de esos derechos. La primera debería ser que las empresas españolas radicadas en la isla les beneficiasen –o al menos les tuvieran en cuenta– a la hora de seleccionar y contratar su empleomanía.
Por esa razón los 52 784 cubanos inscritos en las listas electorales no deben dejar pasar esta oportunidad que se abre hoy, pues tienen menos de un mes para “rogar” el voto. Es muy poco el tiempo del que disponen. Durante las pasadas elecciones municipales y autonómicas, el voto de los españoles residentes en el exterior decidió la titularidad de cuatro regiones en España.
Se trata de una oportunidad histórica. Los españoles de Cuba deben aprovechar la convocatoria a elecciones generales del próximo el 20 de diciembre de este año para comenzar a ejercer sus derechos ciudadanos dentro de Cuba. Esperemos que este gesto simbólico, y por el momento reservado a una ínfima parte de la población, constituya el primer paso para el restablecimiento de la democracia de todos los cubanos. Por esa razón, hasta el 21 de noviembre y a pesar de todas las dificultades y trabas, ¡pide tu voto!