VALENCIA, España.- El 2 de junio de 2014, 300 años después de aquella Guerra de Sucesión que llevó al Trono de España a los Borbones, abdica el Rey Juan Carlos de Borbón, nombrado por las Cortes el 22 de diciembre de 1975 tras la muerte del dictador francisco Franco, lo cual favoreció el proceso de transición a la democracia pluralista, de la que el Rey fue su baluarte decisivo. Juan Carlos I es el séptimo monarca que renuncia a su cargo en la historia de España.
¿Le sucederá Felipe, heredero de la Monarquía, legitimada por la Constitución aprobada en 1978? En su comparecencia ante los medios de prensa, el monarca explicó las razones que lo conducen a abandonar la representación del Estado, expuestas al amanecer por Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, al que el monarca solicitó tramitar el traspaso legal con el Congreso (las Cortes), cuyos diputados deben ratificar en los próximos días.
La involución de la salud de Juan Carlos, sometido a nueve operaciones en el último lustro, determinó que el cinco de enero, al cumplir 76 años, optara por el relevo generacional a favor de su hijo, quien ya lo representaba en los principales compromisos internacionales, el último en El Salvador, de donde regresó ante el reclamo institucional.
Don Juan Carlos sucedió realmente al General Francisco Franco, Caudillo de España desde 1939, tras el golpe militar que derrocó al Gobierno Republicano y llevó al exilio a la familia real y a los opositores que lograron salvar la vida. Su abuelo Alfonso XIII renunció antes de morir en Roma en 1941, a favor del hijo Juan de Borbón, Conde de Barcelona, quien nunca pudo ejercer la jefatura de Estado pero aceptó el traslado a España de su hijo Juan Carlos, preparado para reinar. En 1977 el rey desterrado renunció formalmente a su derecho dinástico.
Se dice que Juan Carlos, llegado de Roma a los diez años, estuvo bajo la “protectora vigilancia del Caudillo”, quien le obligó a graduarse en las principales academias militares, además de estudiar derecho y economía. Ratificado como Príncipe Heredero por las Cortes a propuesta del dictador en 1969, Juan Carlos demostraría que el sueño sucesorio del tirano no estaba “bien atado”. De “príncipe fantoche” se convirtió en Rey constitucional con vocación pluralista, impulsó la transición democrática, enfrentó el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, estimuló la integración de España en las instituciones europeas y un nuevo estilo en los vínculos con Iberoamérica.
Reconocido por su sentido del humor, su carácter extrovertido y su intensa agenda internacional, Juan Carlos es admirado por personalidades políticas, deportivas y culturales que elogian su desempeño al frente del Estado. Juan Carlos I demostró que el Rey reina pero no gobierna, gestiona y se aparta, modera e interviene en momentos puntuales.
Al alejarse del trono, deja a un país sumergido en la crisis económica, el desempleo laboral, el separatismo catalán y vasco y la desconfianza ciudadana ante escándalos de políticos y empresarios denunciados por la corrupción, entre ellos Iñaki Urdangarin, yerno del Rey. Si asume el cetro, el Príncipe de Asturias tendrá que lidiar con un país cada vez más difícil de representar.
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