NUEVA YORK, Estados Unidos.- El expresidente Ricardo Lagos “no tuvo pelos en la lengua” para calificar como desastre para la izquierda los resultados de la jornada electoral del 17 de diciembre, que le dio el triunfo al abanderado de la derecha, Sebastián Piñera.
Asimismo, el hábil político chileno —quien fue presidente desde 2000 al 2006— se alejó del conglomerado de partidos que apoyó al candidato de la Fuerza de la Mayoría, Alejandro Guillier y “ni corto ni perezoso” ofreció su colaboración a Sebastián Piñera en una visita protocolar, realizada a la residencia del presidente electo.
Lagos
Lagos conoce a la perfección los tejemanejes de la política nacional e internacional.
Segundo presidente socialista en la historia de Chile, mantuvo una gestión moderada durante su mandato, según los acuerdos de coalición con la Democracia Cristiana, y preservó el dinamismo económico. Según consta en su biografía, “rechazó la tentación del desquite, en aras de la reconciliación nacional, superó con habilidad las diversas crisis derivadas de la caída y desafuero de Augusto Pinochet, al mismo tiempo que impulsaba la recuperación de la memoria histórica y la reparación de los daños físicos y morales infligidos a las víctimas de la dictadura”.
El hecho de Lagos distanciarse de la derrota del oficialismo y ponerlos a todos a realizar una autorreflexión de las causas de haber perdido las elecciones parlamentarias y presidenciales, muestra a las claras su sagacidad como político.
Y más aún, al decir que no abandonará al Partido Socialista y al Partido para la Democracia (PPD), que él mismo creó, sin embargo trata de unirse al carro del vencedor.
El PPD fue la alianza de los dieciséis grupos políticos moderados que propugnaron el voto negativo en el plebiscito de octubre de 1988, organizado para evitar que se perpetuara el mandato del general Augusto Pinochet.
Lagos ganó una gran notoriedad cuando, en un programa televisivo, apuntando con su dedo a la cámara, remató, desafiante: “Con el triunfo del ‘no’, el país impedirá que el general Pinochet esté veinticinco años en el poder”.
Hoy Ricardo Lagos se perfila como uno de los personajes importantes luego del desastre de la izquierda el domingo 17 de diciembre.
Mientras tanto, Alejandro Guillier ha tenido que soportar la soledad de la derrota. Según El Mercurio, una periodista le dijo a Guillier a su regreso al Congreso luego del fracaso en las urnas: “Hoy se le ve un poco más acompañado, no como ayer que lo dejaron solo”
Causas
Más allá del lenguaje hiriente contra su oponente Sebastián Piñera, su amenaza a la clase media y alta chilena con la frase “le meteremos la mano en el bolsillo a quienes concentran el ingreso” —que copiaba lo expresado por Nicolás Maduro— y la compañía del exguerrillero tupamaro José “Pepe” Mujica en el cierre de la campaña, hay otros elementos que fueron minando de antemano la confianza del electorado.
Gerardo Martínez, de Democracia Participativa, señaló otros factores clave que precedieron a la derrota de la izquierda chilena.
La desastrosa alianza de la democracia cristiana con el socialismo en Chile propició esa tendencia hacia el radicalismo que acentuó la presidenta Bachelet al arrimarse al Partido Comunista a partir de 2013. Esto colmó la copa que provocó el desbordamiento de la democracia cristiana (PDC) de la Concertación, que desde 1990 los había ido marginando hasta lograr que este poderoso partido pasara a un segundo o tercer plano en la política chilena. En esas circunstancias, el PDC logró un magro 5,88% de los votos en la primera vuelta presidencial de este año, el porcentaje más bajo de su historia, que lo colocó en el quinto lugar en las preferencias electorales de los chilenos.
Agrega Martínez otros puntos importantes en el desastre de la izquierda chilena:
Sebastián Piñera ha recogido gran parte de los votos que en estos años perdiera el PDC, así como muchos más procedentes de esa minoría silenciosa que ha contemplado los desastres del socialismo radical en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, así como sus amagos en la Argentina kirchnerista, y que se volcó a las urnas en la segunda vuelta para darle una holgada victoria electoral.
Como antes señalara sobre las “duras frases de Guillier” y sobre su abrazo de campaña con el ex Guerrillero Tupamaro Mujica, el socialismo radical chileno “le puso la tapa al pomo” al tiempo que se quitaba la careta.
Futuro
Habrá que ver quién tomará la batuta de la actualmente aporreada izquierda chilena.
Guillier no afloja el liderazgo, pese a haber perdido.
Michelle Bachelet, apodada “La Mamy” de Chile, tendrá un buen papel, aunque ya le han ofrecido un puesto en Naciones Unidas luego que entregue —por segunda vez— el poder a Sebastián Piñera el 11 de marzo.
Hay quienes incluso ven a la batalladora Camila Vallejo jugando un papel importante en los días venideros, desde el Congreso, como diputada.
Pero las apuestas van en aumento y favorecen con creces a Ricardo Lagos, quien se ha adelantado a ofrecer su mano y su “entendimiento” al mandatario electo. Dicen que “quien golpea primero, golpea dos veces”.
El tiempo y los movimientos políticos que se jueguen en estos días tendrán la última palabra en materia de liderazgo, mientras tanto, luego de lamerse las heridas, cada cual se agrupa como mejor puede.