LA HABANA, Cuba.- Una placa reconociendo a La Habana como una de las siete “ciudades maravilla” del mundo acaba de ser colocada en la explanada de La Punta, a la entrada de la bahía. Un tiempo después, dicen, será inaugurado el hotel Manzana, que poseerá más de 200 habitaciones en lo que antes eran las ruinas de La Manzana de Gómez, alguna vez el mayor centro comercial del país.
Ambos sucesos vienen enlazados por una coincidencia: sus gestores están ligados a Suiza y se trata de operaciones evidentemente comerciales. Nada culturales, humanistas o altruistas.
El Vicepresidente primero de la helvética Kempinski Hotels, Bugra Berberoghu, viajó a La Habana, donde declaró: “Queremos que el Kempinski Manzana de Gómez sea orgullo de la nación”.
La flamante hotelera se hará cargo de administrar su nuevo cinco estrellas, sacando del abandono a un inmueble que abarca toda una manzana. Con sus cinco plantas de puntales altos, el edificio neoclásico que en su tiempo fue equiparado con sus similares de Nueva York cumplirá próximamente un siglo.
Sin embargo, al comenzar el nuevo milenio la Manzana de Gómez mostraba un panorama desolador: sus escaleras de mármol quebradas, los elevadores clausurados, el granito de los pisos remendado aquí o allá con un tosco estucado, el revestimiento interior de los techos cayéndose a pedazos, los ventanales de maderas preciosas prácticamente desaparecidos.
Varios centros escolares fueron ubicados en los pisos superiores. Un profesor que trabajó allí asegura que, cuando llovía –algo muy frecuente en las tardes de verano– “las clases terminaban súbitamente (porque) no teníamos protección contra los vientos.”
A fuerza de años de abandono, la Manzana de Rafael Gómez Mena estaba podrida, dando una imagen muy alejada de los edificios que hacen “maravilla” a una ciudad.
Entonces llegaron de Suiza los herederos de Guillermo Tell con sus modernas ballestas y su puntería certera. Pero nada de flechas: los dardos eran ahora billetes de banco; y los espectadores de la nueva saga, turistas amantes del más refinado confort.
“Ninguno de nuestros hoteles es igual a otro, tenemos una concepción diferente de lo que es el lujo”, declaró a la web OnCuba el citado ejecutivo de la compañía.
Mientras los constructores recuperaban el prestigio perdido por miles de metros cuadrados de la mejor arquitectura habanera, la fundación suiza New Open World Corporation, a través de su página web new7wonders.com organizaba el tercero de una serie de jugosos negocios relacionados con las “maravillas” de nuestro convulsionado planeta: elegir vía internet las siete ciudades maravilla. Antes tocó al turno a la arquitectura y a la naturaleza.
El primer concurso fue clausurado en el Estadio de la Luz, Lisboa, donde se presentó un espectáculo visto a través del satélite por mil millones de personas.
La UNESCO negó aval alguno a las campañas mediáticas de new7wonders.com, que lidera el suizo Bernard Weber.
En La Habana el matutino del Partido Comunista, Granma, publicó: “Jean Paul de la Fuente, director de Desarrollo de Valor de la fundación, reconoció que la selección contribuirá a desarrollar el turismo en la Isla”.
Y así, los cubanos vamos aprendiendo de “maravillas” en nuestro país.