MIAMI, Estados Unidos. – En el contexto del mes dedicado a la historia de las mujeres en Estados Unidos, la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood ha recordado a una de las cineastas más destacadas de América Latina: la directora cubana Sara Gómez Yera.
En su corta vida, Gómez fue guionista, cineasta, música, periodista, socióloga y madre. Era muchas cosas y así era su cine, con el que quería dar visibilidad a aquellos que nunca la habían tenido antes, destaca el artículo firmado por Paz Mata.
Gómez abordó en su obra temas como la cultura negra, el folklore, la música, las mujeres, la educación, los marginados y la esclavitud. Esta última se convirtió en temas de recurrencia casi obsesiva. Sus películas eran deliberadamente inquisitivas, como demostró en su trabajo documental de finales de los años 60 y principios de los 70.
En películas como La otra isla (1968) habla sobre el racismo, y en Una isla para Miguel (1968) se centra en la población de los barrios marginales, para estudiar su inserción en el proceso social. Mientras que en Sobre horas extras y trabajo voluntario (1973) abordaba los cambios en la sociedad después del triunfo de la Revolución en 1959.
Siendo una mujer afrodescendiente, Gómez no dejó que esto le impidiera entrar en el mundo del cine. Al contrario, fue la primera directora de cine del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la primera en dirigir una película, el documental ficticio De cierta manera (1974).
En la película, Yolanda, una maestra, es enviada a trabajar en Miraflores, un barrio marginado de La Habana, donde se han construido nuevas viviendas para erradicar la delincuencia y la segregación social de cierto sector de la población. Allí se enfrenta a problemas con algunos estudiantes, luchas sociales y las diferencias y conflictos generados por su relación romántica con un trabajador mestizo, mostrando el choque entre la mentalidad antigua y las nuevas actitudes.
Desafortunadamente, De cierta manera fue su primera y última película. Sara murió, poco antes del final del rodaje, a la edad de 31 años, como resultado de una falla respiratoria causada por uno de sus frecuentes ataques de asma. La película fue completada por Tomás Gutiérrez Alea y Julio García Espinosa.
Su muerte prematura privó al cine cubano de una gran cineasta que, a pesar de su corta vida, ya había dejado una marca indeleble con su obra. Con su cine apasionado y comprometido, logró trascender como artista y con su carisma lo hizo como persona.