MADRID, España.- Carlos Gilí, galán de la televisión y el cine cubanos en la década de los 60 y 70, falleció el 13 de mayo de 1984, cuando solo tenía 46 años y su carrera se encontraba en esplendor.
Muy joven comenzó en la actuación, incorporándose a grupos de teatro aficionado en Cienfuegos, su provincia natal. Con el objetivo de desarrollar su carrera se trasladó a la capital de la Isla a los 22 años.
En La Habana formó parte de la compañía de teatro Taller Dramático del Consejo Nacional de Cultura. Con este grupo actuó en obras como El peine y el espejo, Las vacas gordas, El robo del cochino y Bodas de sangre, entre otras.
En esa misma época, los años 60, comenzó a aparecer en la televisión, donde enseguida se convirtió en galán. Son recordadas sus interpretaciones en las telenovelas Cuerpo y alma, El Don Apacible y El alma encantada.
Tampoco le faltaron papeles en el popular espacio “Aventuras”, donde coincidió con reconocidos actores cubanos como Salvador Wood, Rogelio Blaín, Enrique Molina y Mario Limonta. Para “Aventuras” intervino en El cacique Arimao, Orden de ataque y El corsario negro.
En la pantalla grande dejó su impronta en filmes como Patty-candela (1975), dirigido por Rogelio París; La gran rebelión (1982), de Jorge Fuentes; y el corto humorístico La cadena (1978), de Juan Carlos Tabío. Su debut en el cine había sido con un personaje secundario en La ausencia (1968), de Alberto Roldán, y en 1973 encarnó el protagónico, un periodista-investigador, en El extraño caso de Rachel K, de Oscar Valdés.
El actor contrajo matrimonio con la bailarina Josefina Méndez, una de las Cuatro Joyas del Ballet Nacional de Cuba. De la unión nació su único hijo, el también gran bailarín Víctor Gilí Méndez.
A principios de los años 80 Carlos Gilí tuvo que alejarse de los medios, afectado por una cirrosis hepática que lo llevaría a la muerte.