LA HABANA, Cuba.- La ciudad de Matanzas fue prolija en hijos ilustres durante el siglo XIX. Músicos, poetas, médicos, arquitectos y abogados abrieron los ojos en la orgullosa Atenas insular, que atesora las memorias de aquellos grandes hombres y mujeres, cuyas trayectorias influyeron decisivamente en el crecimiento y desarrollo de la Isla.
En la tierra de Plácido y Faílde nació también Carlos Manuel Trelles, considerado el padre de la bibliotecología cubana. Se recibió de Bachiller en Ciencias y Letras en La Habana, donde además cursó hasta el cuarto año de la carrera de Medicina.
Tras su regreso a Matanzas para dedicarse al comercio, colaboró con diversas publicaciones locales, entre ellas Aurora del Yumurí.
En 1886 fundó junto a un grupo de amigos y colegas el Círculo de la Juventud Liberal de Matanzas, asociación que enseguida despertó el recelo de las autoridades españolas que no vacilaron en disolverla, aunque no pudieron evitar que en ella se presentaran aquilatados oradores como Fermín Valdés Domínguez, Antonio Zambrana y Manuel Sanguily.
En el campo de la política, Trelles fue un ferviente defensor de la independencia. Lo mismo en su ciudad natal que en Cayo Hueso trabajó intensamente para sumar adeptos a la causa libertadora, llegando a fundar en la propia Matanzas, junto a Emilio Domínguez Gener, una filial del Partido Revolucionario Cubano.
Perseguido por la Corona española a causa de su incansable labor insurreccional, Trelles se vio obligado a exiliarse para salvar su vida. Emigró a Tampa, donde creó el Club Revolucionario “Pedro Betancourt” con el objetivo de recaudar fondos para la Guerra Necesaria.
Terminada la contienda, Carlos Manuel Trelles regresó a una Cuba arrasada. Se estableció en su amada Matanzas, donde fue nombrado director de la Biblioteca Pública, una institución a cuyo desarrollo contribuyó, aumentando su fondo bibliográfico a más de 12 mil volúmenes. Su aporte a la investigación científica incluye obras que hoy son de obligada consulta para los estudiosos del desarrollo de la ciencia en Cuba.
A lo largo de la etapa republicana ocupó diversos cargos y mereció varias distinciones. Asistió a la Exposición de París en 1900 representando a Cuba; fue delegado al Primer Congreso Internacional de Economía Social (1924) y al Congreso de Historia y Geografía de América (1925).
Fue miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana; la Academia Nacional de Artes y Letras, la Academia Cubana de la Lengua, la de Historia y la de Geografía. También integró la Asociación Bibliográfica Cultural y la Sociedad Cubana de Derecho Internacional.
Recibió, entre otros reconocimientos, la condición de Socio Honorífico de la Sociedad Económica de Amigos del País, la Medalla “Enrique José Varona” y la Orden Nacional de Mérito “Carlos Manuel de Céspedes”.