LA HABANA, Cuba.- Ayer cuando Luis Manuel Otero Alcántara me llamó, después de ser liberado tras su cuarta detención en menos de una semana, y me contó que pensaba pedirle 500 mil dólares en demanda al Estado cubano por daños a sus obras me pregunté si mi amigo se había vuelto loco o nunca me había detenido a pensar cuánto podría estar valiendo una obra suya.
La búsqueda la comencé en Cuba. Además de los amigos que tenemos sus obras, porque él nos las ha regalado generosamente, los galeristas con los que consulté no quisieron soltar prenda: “¿y si nos roban las piezas a nosotros también?”, y los entiendo, porque ante las situaciones de terror que se generaron este fin de semana los que han comercializado las obras de Luis Manuel Otero no solo fungen como “marchantes” sino como “conservadores” ante cualquier tipo de intento de robo.
En lo que coinciden todos es que si ya Luis Manuel estaba siendo considerado un artista de alcance internacional y ante la posibilidad de que sus obras sean robadas o rotas los precios se dispararían.
“Con Luis Manuel no es primera vez que sucede”, me comentó uno de los marchantes, “cuando apenas empezaba le desaparecieron dos Caridad del Cobre, una cuando vino el Papa y la otra con la que pretendía hacer una peregrinación por toda la Isla; y luego el San Lázaro con el que quería llegar a El Rincón”. Por la cuenta que sacan, y si no han sido destruidas, ya debe haber una colección en algún almacén de la policía política cubana.
El miedo de los marchantes lo sustentan 62 años de expropiaciones, censura y robo de arte. La política cultural de la revolución cubana ha estado encaminada a silenciar a los artistas que tienen una narrativa diferente a la que los funcionarios y voceros del régimen exigen.
En 2014, cuando era considerado solo un artista outsider, sus esculturas fueron valoradas y vendidas entre los 500 y los 5000 dólares. “Obras mías: una estatua de la libertad y una pieza de la colección ‘Los héroes no pesan’ fueron adquiridas, por 600 dólares, por el agregado cultural de la embajada de España de ese momento” en Cuba, recuerda el propio artista. “Y el agregado cultural de Francia tiene una escultura mía de 1000 dólares. Él tiene uno de mis palos amarrados”.
“En Cayo Hueso, el de Cuba, la galerista norteamericana Nance Frank, de Gallery on Greene, ha adquirido varias obras mías por valores entre los 5000 y 6000 dólares, y se las ha vendido a coleccionistas privados extranjeros”, pero en el despiste no fijó nombres ni países de los compradores que llegó a conocer.
Yanelys Núñez, curadora, y su pareja durante años, recuerda al comisario y profesor asociado de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en Wichita State University (Kansas, EE.UU.) Royce W. Smith, quien le ha comprado obras a Luis Manuel, y “fue el curador de la primera Bienal de Asunción, en Paraguay, en la que participó Luis”, dice Núñez, y no deja de mencionar cómo estuvieron los dos en el 2018. “La obra de Luisma estuvo en el Pompidou (París, Francia) invitado por la curadora Catherine Sicot”.
En resumen, las obras de Luis Manuel han sido adquiridas por coleccionistas privados en Estados Unidos, Canadá, Argentina, España, Francia y México, hasta donde le alcanza a recordar en medio del estrés y la represión que ha asumido junto al discurso de su arte.
“Un coleccionista de Miami me compró dos piezas en 10 000 cada una”, comenta Luis Manuel de las últimas ventas que hizo. Las pinturas que el régimen se llevó “estaban vendidas por precios entre 5000 y 20 000 dólares”, así que la demanda contra el deterioro de sus obras es justa.
Después de varios días de reclamo y protestas tras el allanamiento de Damas 955 apareció la agente de la Seguridad “autorizada” a hablar sobre la situación de las obras de Luis Manuel. Después de dos horas esposado, y de haber sido trasladado de una estación de policía a la casa de protocolo y devuelto a otra estación, apareció la teniente coronel Kenia María Morales Larrea, tristemente conocida como la represora de artistas como Tania Bruguera.
“Me enseñó unas fotos con mis obras. Eras fotos muy reducidas como para que no me diera cuenta de que estaban rotas, pero así y todo se veían estrujadas”. Luis Manuel está seguro de la rotura, porque en la pared aun quedan pedazos de obra de cuando fueron arrancadas, “me dijo que un fiscal era el que determinaría si me las devolvían o no. Les dije que los demandaría igual por el monto de 500 000 dólares”, y aunque ha dicho —en un audio que dejó a su amiga y poeta Afrika Reina— que el dinero serviría para becas artísticas para los niños de San Isidro, a la represora le aseguró que ese dinero sería para arreglar su barrio, y nadie duda que lo haga.
El régimen cubano, que no ha respetado ninguna manifestación artística durante 62 años, debe entender que para las obras de arte no hay precios topados como en el agro, que la demanda será interpuesta la paguen o no, pero lo que marcará la diferencia entre esta práctica fascista y las anteriores es que no habrá silencio ni resignación, y Luis Manuel seguirá saliendo a reclamarlas porque “si no soy capaz de defender mis obras, no puedo ser capaz de defender otras cosas más grandes como la libertad de Luis Robles o la de Denis, o la de Cuba”, y esa determinación hizo que no tuviera argumentos para hacerlo desistir.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.