GUANTÁNAMO, Cuba.- Se llama David Escalona pero es conocido en el mundo del rap como David, de Omni Zona Franca. Nacido en 1984, en Alamar, este joven músico autodidacta cubano se dio a conocer dentro del proyecto artístico Omni Zona Franca, conformado por defensores del hip hop y el rap, poetas, pintores, creadores audiovisuales, teatristas, diseñadores y bailarines, todos marcados por una vocación iconoclasta que primigenia la búsqueda de la poesía total y la libertad, sin desconocer la dura realidad en que vivimos.
David es autor de trece discos. El último de ellos, titulado Fantasma cívico, es una referencia inequívoca a la vida de muchos cubanos que deambulan por nuestra geografía o sus conciencias, sin acabar de reconocer que el poder y la voluntad para cambiar este país están en ellos y no dependen de nadie para realizarse.
En estos momentos —junto con otros artistas— David participa en la protesta cívica contra el Decreto No. 349, dictado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz Canel Bermúdez el pasado 20 de abril. Pongo a consideración de los lectores de CubaNet algunas de las respuestas que me ofreció este joven que, indudablemente, tiene una vocación indomable por la libertad.
-¿Cómo te iniciaste en la música?
-Crecí en Alamar, ciudad situada al este de La Habana que fue un experimento urbanístico del gobierno cubano pensando en “el hombre nuevo”. Allí metieron a los constructores que hicieron los edificios, a los técnicos del campo socialista europeo, a los exiliados de las dictaduras latinoamericanas. Como fue un invento de la década de los setenta y tuvo esa composición, Alamar surgió sin tener una cultura propia, podemos decir que alcanzó su identidad cuando maduraron todas las influencias de esa diversidad poblacional y apareció algo nuevo, aunque sin duda alejado del ideal del gobierno.
En Alamar se realizaron el primer festival de rock de Cuba, el primer festival de rap, los primeros festivales de Poesía sin Fin y se volvieron cotidianas acciones artísticas portadoras de un arte nuevo. Yo me formé ahí y puedo asegurarte que mi generación es la del rap, no la del rock.
Era un niño cuando comencé a disfrutar el rap que se hacía en Alamar. En Cuba se dio a conocer junto con el break dance y otras expresiones que no forman parte de mi historia porque por mi edad no podía ir hasta Coppelia para ver los bailes protagonizados por Miguelito, “Bombón” y “Mantilla”. Entonces ese rap de Alamar fue mi primera y gran influencia.
Siendo un adolescente comencé a tener un pensamiento muy crítico sobre nuestra realidad y el rap contribuyó a eso. Pero fíjate, yo no escucho rap en mi casa pues en ella oigo música africana, de la India, del norte europeo, tradicional cubana, latinoamericana y electrónica, porque estoy abierto a toda la buena música. Toqué rock en el Patio de María antes de que lo cerraran, pero el rap fue lo que me marcó.
-¿A qué atribuyes que los seguidores del rap sean mayoritariamente jóvenes?
-Los jóvenes son rebeldes por naturaleza, quien no lo sea está mal. Es lógico luchar por las ideas nuevas, retar a lo establecido, soñar con un mundo mejor y eso es lo que transmite el rap que hacemos aquí. A los jóvenes les gusta el rap porque es una música rebelde, crítica, que habla de lo que debe ser cambiado. Y si no están más identificados con él es porque este casi no aparece en la televisión, la radio ni otros espacios públicos.
-El rap acostumbra a divulgar textos que incitan a pensar, todo lo contrario del reguetón, que en muchos casos muestra textos banales y soeces. ¿Cómo evalúas el hecho de que las autoridades culturales se pronuncian contra el reguetón pero siguen permitiéndolo en lugares públicos y no divulgan de igual forma el rap?
-Porque el discurso oficial dice una cosa pero la realidad es otra. El discurso oficial transmite una realidad donde todo parece estar bien y es incierto. Te habla de educación y salud gratuitas pero por esos servicios nos han cobrado hasta la vida. Te mueres en un hospital y no pasa nada, la educación es puro adoctrinamiento ideológico, no hay una cultura libre, ni espacios para el debate respetuoso e inclusivo. Aquí lo que está “pega’o” es el reguetón “mueve el culo”, donde la mujer es tratada como objeto sexual, sus textos divulgan el machismo, potencian el uso de la violencia, algo que nada tiene que ver con lo que hacemos quienes no nos creemos el centro del mundo. El Estado habla de formación de valores pero no permite una gestación natural de ellos en la familia, la escuela, la sociedad. Él te dice lo que tienes que aprender y decir, desde chiquito te obligan a repetir lemas, a aprender la historia que a él le conviene que aprendas, esa es la realidad.
-Tengo entendido que el rap surgió en barrios marginales norteamericanos y que algunos teóricos lo consideran subversivo. ¿Crees que ese criterio ha contagiado a los burócratas de la cultura cubana?
El rap es para personas con una vocación indomable por la libertad, libres de lo que la estructura social propone. Estoy hablando del rap tal y como surgió, porque hoy la mayoría del rap está hablando de drogas, sexo, armas, etc. Cuba es un país con intérpretes del rap vinculados a preocupaciones sociales, a un lenguaje provocativo e inteligente, que no han cedido ante el empuje de la banalización y eso dice mucho de nuestra capacidad de resistencia.
-¿Qué crees del Decreto No.349 recientemente dictado para regular las contravenciones en el sector de la cultura?
-Creo inadmisible que a esta altura del siglo XXI se haya dictado una norma como esa que ataca directamente a los artistas independientes y coarta la libertad de creación y de expresión. Somos artistas y defendemos nuestro derecho a hacer y ofrecer un arte que no está sujeto a los controles del gobierno, ese es un derecho humano que tenemos pero que nos quieren arrebatar. Se trata de una normativa de corte estalinista, fíjate si es así que hace unos días varios artistas nos reunimos para protestar pacíficamente contra esa disposición y fuimos detenidos por la Seguridad del Estado y trasladados a sus unidades policíacas, donde nos trataron como vulgares delincuentes. ¿De qué democracia, de qué libertad puede hablarse en un país cuando un grupo de artistas es tratado de esa forma?