LA HABANA, Cuba.- Se habla tanto de la migración de cubanos hacia cualquier parte del mundo que el tema, a fuerza de reiteración, ha perdido impacto. En el ámbito de la cultura son incontables las obras —literarias, de artes visuales y escénicas— cuyo hilo conductor se sostiene en el exilio permanente de los insulares, particularmente el de los años noventa del pasado siglo. La efectiva estrategia del Gobierno cubano para manipular y fragmentar la memoria de la nación, ha causado que las generaciones más jóvenes solo reconozcan la crisis de los balseros como el episodio más terrible del ciclo iniciado en 1959.
Partiendo de la necesidad de mantener con vida esa otra historia patria que el establishment persiste en omitir, tergiversar y menospreciar, el más reciente estreno del grupo de teatro El Ciervo Encantado constituye un sucinto y efectivo recuento de lo que ha sido la migración cubana. En apenas una hora, Departures establece las coordenadas de varias generaciones de cubanos cuyo sino fue trastocado por un sistema sociopolítico irracional, que les obligó a reorientar sus vidas hacia dos únicas salidas: irse al extranjero o descender a la más profunda abyección personal.
Con una intrigante puesta en escena, la actriz Mariela Brito narra en primera persona las peripecias de cada capítulo migratorio, rodeada de fotografías de cubanos ilustres y desconocidos que literalmente salieron de Cuba huyendo del hambre, la censura, la persecución y el terror. Guillermo Cabrera Infante, Celia Cruz, Ana Mendieta, Reinaldo Arenas y Juan Carlos Cremata son algunos de los exiliados que emergen en la luz monocromática y lúgubre con que se recrea un contexto que no lo fue menos.
Testimonios veraces, sumados a la historia personal de quien vivió los horrores del amigo traidor, el vecino chivato, el colega presto a malinterpretar cualquier sílaba para vomitar una elaborada falacia ante un superior a cambio de una palmadita en el hombro, y la familia destrozada por el miedo y la huida, tienen el efecto de un cataclismo en la memoria dormida.
En la sala de espera de un imaginario aeropuerto, la protagonista descubre la naturaleza del monstruo que ha sido la revolución cubana y el odio que llegó a fomentar entre los hijos de una misma tierra, demasiado pequeña para extraviarse en esa lucha interna y silenciosa cuyos efectos son evidentes hoy.
Delante de varias fotografías descansa un sobre con las razones del exiliado, documentos históricos de una validez irrefutable porque son las confesiones de cubanos de su tiempo, momentos terribles que ningún hombre de bien podría relacionar con una sociedad construida sobre la noble premisa “con todos y para el bien de todos”.
Los jóvenes que hoy invaden cada punto Wi-fi y ven natural el hecho de viajar a Miami, ignoran que en la década de 1980 los que querían salir de Cuba por no estar de acuerdo con el sistema político eran atacados por turbas embriagadas de odio y fanatismo. Una multitud de inquisidores que deben haber llorado a mares, durante la hambruna de los noventa, por los huevos que diez años antes arrojaran a los cubanos que se fueron por el puerto del Mariel.
Hubo muertos y heridos en aquellos enfrentamientos que contaban con el beneplácito de un gobierno dañino, el mismo que hoy abre los brazos —y todo lo demás— a la otra orilla de la discordia. Este pueblo “íntegro y solidario” fue capaz de salir a las calles a golpear, insultar, escupir y lanzar agua hirviendo a quienes optaron por el exilio para no dejarse envilecer por la anulación absoluta de sus derechos ciudadanos.
Años más tarde este mismo pueblo contempló desde el muro del malecón, con ojos llorosos, puños apretados y sin que la palabra “rebelión” cruzara por su mente, la travesía de miles de sus hijos hacia la boca de los tiburones, el fondo del mar o, en casos felices, la Florida.
Hasta el 15 de marzo se mantendrá Departures en la pequeña sede de El Ciervo Encantado. Una obra concebida por Nelda Castillo para preservar la “otra” historia de Cuba en estos tiempos de desmemoria. Desde Camarioca hasta los que hoy esperan por la clemencia de Donald Trump en la frontera de México, Panamá o la selva del Darién, Departures es un registro vivo de la diáspora cubana.