LA HABANA, Cuba. – Amaury Pacheco e Iris Ruiz no tienen un trío amoroso con Tony, el tipo de la Seguridad del Estado que parece “atenderlos” y que se esconde detrás de ese heterónimo. A su regreso de un viaje le habían echado ácido a la puerta de la casa y le habían dejado una pintada en la pared que decía “El tarrú de Amaury” y una nota del supuesto amante de Iris, pero la pareja convierte la experiencia en arte y, de paso, contribuyen a cambiar la perspectiva machista del barrio.
Tony se convirtió en inspiración y logró convertirse en un símbolo dentro de la maquinaria de intimidaciones contra los artistas que siguen oponiéndose al Decreto 349 protagonizando la pieza “El sentido de atesorar horrores”, la primera de varias muestras en las que Pacheco, el OmniPoeta, pretende reunir la experiencia de los reprimidos para que otros, al menos, se acerquen.
“Nos dijimos, vamos a hacerlo como el CSI, vamos a hacer un estudio grafológico con un dictamen y a publicarlo todo”, dice Amaury Pacheco. La pieza está dividida por cajas, “la primera caja es la casa por eso tuvimos que conservar durante todo este tiempo el cartel, sin tocarlo demasiado, dejando las huellas. Todo lo que es importante para conservar una escena del crimen”.
La segunda caja está hecha de papel periódico Granma y su dimensión permite que los visitantes se introduzcan en ella y revivan la experiencia sonora de un acto de repudio.
“Reunimos el audio de actos de repudio de los 80 para acá”, describe Pacheco. En ellos se escucha la gritería, las consignas denigrantes, “en contraste con discursos de Fidel, su manera de asumir la ideología, las contradicciones entre su discurso y la realidad. Todo eso dentro del órgano del partido comunista, que huele a tinta, pero que es endeble como la ideología misma”, dice el OmniPoeta.
“Lo más sorprendente para los vecinos fue cómo pudimos convertir esto en arte (…) Aquí la gente si tiene un problema con otro lo ventila con gritería, nunca es ese el modus operandi. La gente estaba consternada, sobre todo las personas mayores”, relata Pacheco.
Según cuenta la pareja, muchos vecinos se acercaron asegurándoles saber “de dónde venía eso” y, de paso, contribuyendo con la pesquisa artística policial.
“Nadie me pregunta a mi porque, aunque está escrito el nombre de Amaury bien grande, es conmigo la cosa”, habla Iris Ruiz sobre esta experiencia. “Ponen El tarrú de Amaury y no la puta de Iris, lo que me deja a mí sin posibilidades de defensa”, dice la mujer.
Es sintomático que en medio de la visibilidad que están teniendo los casos feminicidios dentro de la isla, la Seguridad del Estado inste a la violencia entre la pareja de artistas.
“Para la gente es un acto de valentía que Amaury haya logrado convertir la ofensa en arte, pero han preguntado ¿y tú no le vas a hacer nada a Iris por eso?”, cuenta la actriz, aunque convertirlo en arte “ha sido para los niños y para mi transformar los rencores y las molestias que puede traer un acto así. A mí lo que más me preocupaba eran las consecuencias en el barrio para mis hijos adolescentes”, comenta Iris, “pero a la vez que logramos convertirlo en arte trascendimos esa situación privada y única para hacernos preguntas más amplias”, analiza.
“¿Esta persona qué está buscando? ¿Quién puede a título personal decir que esto puede ser parte de su trabajo?”, son apenas dos de las preguntas que se hace Ruiz sobre Tony, quien, según el análisis grafológico, es “por el margen inferior grande una persona previsora; por el margen izquierdo escaso, tiene tendencia a refugiarse en el pasado; por las dimensiones de la letra tiene una sobrevaloración del sentido práctico, es fantasioso e idealista, tiene una ambición desmedida en cualquier medio; y las líneas decrecientes arrojan de que es pesimista, tiene una desconfianza interior. Además puede ser egocéntrico y agresivo, que tiene voluntad de mando. Su firma devela que pudiera padecer de megalomanía y tener una impaciencia por dominar”, pero a modo general y al margen del análisis científico, Pacheco dice que “es una persona inteligente que sabe establecer la emoción para escribir”.
“El sentido de atesorar horrores” ha sido la oportunidad para el OmniPoeta de revertir varios procesos, no solo la humillación y el “escarnio público” como llama a la pieza de Tony.
“Normalmente somos nosotros lo que estamos vamos el escrutinio policial. Aquí son ellos, el DSE y sus huellas las que están bajo análisis. Pero también he tenido la oportunidad de demostrarle a mi familia y a la comunidad que el arte con su capacidad simbólica es tan valioso como el dinero que se pueda tener”, y cuenta en el análisis que ha tenido que entrar para aportar su “granito” en contra del machismo.
“En un primer momento se abre una grieta a la memoria histórica porque es mi complejo histórico (…) Analizando a Tony hice una regresión a mi machismo, porque lo tengo, eso está sembrado desde pequeño y es una lucha interna que sale, lo reduces a lo mínimo. En eso consiste el camino de transformación”, dice Pacheco.
“Muchos hombres se me han acercado a preguntarme con perspicacia, ¿Cómo resolviste esto? Y yo me cuestiono, ¿de qué machismo me está hablando el cubano si en el período especial la mujer cubana fue la que asumió esa realidad y el cubano daba su mujer a los extranjeros? ¿De qué machismo me puede hablar Centro Habana o Alamar?”, y dice haber profundizado con algunos a partir de ese análisis y como cree “realmente en el acto vibratorio de las acciones, este acto tiene que haber ejercido su influencia”, al menos en Alamar donde las estadísticas de muerte violentas influenciadas por las cultura “machocentrista” deben ser elevadas.