LA HABANA, Cuba.- Para unos, en Cuba se habla demasiado sobre sexo; para otros, hablar y hablar ya no es suficiente porque se vuelve necesario, por saludable, que esa nube de palabras que gravita sobre nuestras vidas sea descargada como tormenta torrencial y fertilizadora en el papel.
Cualquiera, con mediano conocimiento de la literatura cubana de las tres últimas décadas, pudiera demostrar que la escritura sobre sexo ha superado en “miles de toneladas” nuestras charlas cotidianas y que, más que con tinta, las más recientes generaciones de narradores y poetas han escrito con semen.
No obstante, aunque en la isla se publican (y en ocasiones escapan de la censura oficialista o simplemente las dejan pasar) novelas y cuentos donde las humedades de todo tipo traspasan el papel y nos bañan el cuerpo y la mente, ya vamos tarde con respecto al mundo en el acto de cruzar las fronteras de la ficción y comenzar a debatir seriamente sobre esos asuntos que a algunos resultan demasiado espinosos.
Aquellos tiempos en que ser o no ser, fingir o no fingir, salir o permanecer en el clóset determinaban no solo nuestro lugar en la escala social sino, además, nuestro grado de “patriotismo” o de “confiabilidad”, no han terminado.
Incluso resulta peligrosa la ilusión inducida por los medios de comunicación oficialista sobre una época oscura superada. Ese espejismo manipulador que se infiere del triunfalismo de sectores de la sociedad apegados a un discurso que comulga con ideales machistas y concepciones obsoletas, discriminatorias, como esa de “atender” los asuntos de nuestra comunidad LGBTI desde un modelo centralista (es decir, manejado desde el poder político) y desde una dependencia del Ministerio de Salud Pública.
Los tiempos del terror no han tenido su clausura oficial por parte de quienes los desataron y hasta legislaron en aquel nefasto congreso de 1971.
Las leyes que “parametraban” la “sexualidad revolucionaria” no han sido revocadas, los gestores continúan en el mismo lugar de siempre, mientras las víctimas esperan por una disculpa sincera, por un reconocimiento público del error, es decir, de los crímenes cometidos. Porque hubo muertes, hubo suicidios, hubo cárceles y trabajo forzoso, hubo escarnio y hubo exilios, tragedias que no se olvidan y perdonan a golpe de silencios o ruidos de congas en la Rampa.
Es cierto que hoy en los medios de prensa oficialistas se habla de algunos temas que fueron tabú hace apenas un par de décadas, pero a veces olvidamos, quizás a conveniencia, que no es casual que se haya colocado un rostro “familiar” a la cabeza de los debates, no obstante, en un país donde cualquier discusión pública debe pasar por el tamiz del gobierno y donde el análisis en profundidad de cualquier fenómeno puede ser considerado una cuestión de “Seguridad Nacional”, son raros los espacios de reflexión donde no existe un compromiso con la política de ocultamiento y tergiversación de la verdad practicada por los principales grupos de poder.
La sociedad cubana necesita no solo reflexionar en profundidad sobre la sexualidad y el sexo, entre una infinidad de otras zonas de silencio, sino, además, crear espacios independientes, no comprometidos con ninguna forma de poder político o económico, donde podamos colocar, como decimos los cubanos, los puntos sobre las íes, un verdadero debate a camisa quitada y sin otro propósito que no sea la justicia social, el respeto a la diversidad y, en consecuencia, el mejoramiento humano.
Es en ese sentido que veo con regocijo el surgimiento de una publicación como Tremenda Nota, que en su primer número de diciembre de 2017, ha querido hablarnos de “Sexo en Cuba” a través de reportajes, declaraciones, trabajos de opinión y foto-reportajes, todos de un alto nivel profesional, lo que convierte estas páginas “recién llegadas” en una señal más de la ocurrencia de un salto cualitativo en el periodismo independiente realizado dentro de Cuba.
Su frecuencia de salida es mensual, algo que tal vez no sea muy conveniente para una publicación en internet que necesita mayor actividad para crearse un público y consolidarlo con el manejo inteligente de las redes sociales, por ejemplo, así como mayor volumen y variedad de contenidos.
Concebida en su totalidad por jóvenes y talentosos periodistas independientes, Tremenda Nota, en su versión PDF, es posible descargarla de manera gratuita ya sea desde su propio sitio web o desde la portada de CubaNet, no obstante, se agradecería la existencia de un boletín ligero cuya descarga sea mucho más fácil en las precarias condiciones de conectividad que existen en la isla.