LA HABANA, Cuba. – Entre los más afamados y controversiales cineastas de Hollywood figura, sin dudas, Quentin Tarantino. Más de un especialista lo ha acusado de glorificar la violencia y los peores instintos del ser humano; pero lo cierto es que sus películas han atrapado a un público diverso, donde caben desde cinéfilos consumados hasta neófitos que solo buscan disfrutar de una buena historia y un poco de acción.
Tarantino entró al séptimo arte por la puerta grande. Su primer proyecto, Reservoir Dogs (Perros de reserva, 1991), pretendía ser un filme minimalista, con escasos recursos; pero tuvo la buena suerte de caer en las manos del productor Lawrence Bender, quien lo convirtió en una película ambiciosa, con un reparto de lujo encabezado por los actores Harvey Keitel, Michael Madsen y Tim Roth. Reservoir Dogs triunfó en el Festival de Cine de Sundance y en el resto del mundo, llevando a Tarantino a la cima de Hollywood, donde se puso de moda, alabado por el público y la crítica.
Los dos guiones en que había estado trabajando antes de Reservoir Dogs fueron vendidos a dos pesos pesados de la dirección cinematográfica. True romance (1992) fue dirigido por Tony Scott; mientras que Natural Born Killers (1993) fue reescrita y dirigida por Oliver Stone.
Tras esta seguidilla de éxitos, Tarantino se fue a Ámsterdam a trabajar en una de sus historias preferidas, Pulp Fiction, un collage de ficción protagonizado por Uma Thurman y John Travolta que fue estrenado en 1994 y arrasó con los lauros más prestigiosos de la industria. Ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el Óscar, el Globo de Oro y el BAFTA a mejor guion original.
En el segundo lustro de los años 90 se involucró en varios proyectos como actor, guionista y productor, hasta que decidió escribir y dirigir otro gran éxito: Kill Bill, una saga en dos partes que relata la venganza de Beatrix Kiddo (Uma Thurman), y se ha convertido en uno de los filmes icónicos del realizador, donde mezcla elementos del spaghetti western, las artes marciales chinas y el Jidaigeki (género cinematográfico japonés).
Al mega éxito de Kill Bill le siguieron Bastardos sin gloria (2009), que se convirtió en la más taquillera de las películas de Tarantino, tanto en Estados Unidos como a nivel global; y Django Unchained (2012), un tributo al western ambientado en el sur esclavista de Estados Unidos, que sobresale por escenas de una violencia impactante.
Otros proyectos interesantes e igualmente pletóricos de esa estética tarantiniana de la violencia, aderezada con un sentido del humor rayano en la psicopatía, han visto la luz en la última década: The hateful eight (2015) y Once upon a time in Hollywood (2019), esta última equilibrada entre comedia y drama, con guiños sentimentales a la historia del cine.
A pesar de haberse visto envuelto en complicadas polémicas sobre temas como el abuso sexual y el racismo, Tarantino se ha convertido en un cineasta auténtico cuyas influencias, obsesiones y gustos culturales se expresan claramente en su quehacer artístico. A través de sus propias películas logra rendir homenaje al cine que ha marcado su vida y su obra, a la vez que ofrece un producto totalmente nuevo, espectacular, dinámico y que puede llegar al público más diverso.