LA HABANA, Cuba. – El 1ro. de junio del año 2000 murió en Nueva York, a causa de complicaciones cardíacas, el percusionista nacido en Harlem, pero de origen puertorriqueño, Ernesto Antonio “Tito” Puente, un nombre ineludible en la historia del jazz, un músico extraordinario que desarrolló su talento en el campo de la música cubana.
Tito fue un niño hiperactivo, que se entretenía en ponerle ritmo a su hogar golpeando potes y marcos de ventana. Era tanta su insistencia en la música, que su madre lo llevó, con solo siete años de edad, a que recibiera clases de piano. Contra todo pronóstico, el inquieto muchacho se mantuvo estudiando ese instrumento hasta los 15 años, cuando, influido por el baterista de jazz Gene Krupa, decidió mudarse al que sería su verdadero reino: la percusión.
Cuando el baterista de la banda de Francisco Grillo “Machito” se enroló en el Ejército, Tito Puente, quien fue además un gran bailador, lo sustituyó. Mientras tocaba percusiones latinas en varias orquestas de la época, también estudiaba en la Escuela de Música de Julliard, donde completó su formación académica.
Hacia finales de la década de 1940 formó su propia banda, The Picadilly Boys, con la cual cultivó el jazz latino, específicamente la variante del cubop, mezcla del jazz con ritmos afrocubanos, una fórmula bien aprendida durante sus años en la orquesta de Machito. A la par con su proyecto, colaboró con los más importantes músicos de jazz: Miles Davis, Dizzie Gillespie, Count Basie, Duke Ellington y otros.
Los años 50 marcaron su éxito internacional. Gracias a su popularidad, géneros cubanos como el mambo, el chachachá y el son llegaron a una audiencia numerosa. En 1958 lanzó uno de sus álbumes más conocidos: Dance Mania, que tuvo gran éxito de público y crítica. Luego diversificó su propuesta sonora, abarcando géneros y ritmos como el bossa nova y el pop, hasta que finalmente se decantó por una elaborada fusión dentro del jazz afrocubano.
El boom de la salsa en las décadas de 1960 y 1970 lo motivó a enfocarse en un repertorio bailable de excelente calidad, que alternaba con el jazz latino, su verdadera pasión.
A lo largo de su trayectoria compartió el escenario con cantantes como La Lupe, Celia Cruz, Marc Anthony, Carlos Santana y un largo etcétera. Entre sus temas más conocidos está precisamente Oye como va, interpretado por incontables solistas y agrupaciones latinas.
Grabó aproximadamente 200 discos y recibió toda clase de reconocimientos, entre ellos el Premio Billboard Latino a la Trayectoria Artística (1995), el ingreso al International Latin Music Hall of Fame (1999) y el Grammy Latino al Mejor Álbum Tropical Tradicional (2000-2001, post mortem).