MADRID, España.- Hija de María Chaple y del abogado, general de la Guerra de 1895, vicepresidente de la República en Armas y de la República neocolonial, Domingo Méndez Capote (1863–1934), Renée Méndez-Capote nació el 12 de noviembre de 1901 en La Habana, Cuba.
A sus 82 años, ella relató en una entrevista para la revista Bohemia ─publicada el 30 de diciembre de 1983─ que vivió una niñez feliz entre padres cariñosos y liberales y cuatro hermanos excepcionales; que creció sana, alegre, fuerte y gordísima, lo que no le impidió practicar con agilidad el remo y la natación.
Aficionada a las manifestaciones artísticas, estudió pintura con Leopoldo Romañach y música con Luisa Chartrand, sobre los que escribió emotivas semblanzas en su libro Amables figuras del pasado, donde también cuenta acerca de otros ilustres con los que se relacionó como Pablo de la Torrente, Enrique José Varona y Fernando Ortiz; además de gente muy sencilla como Eulalia La Bollera o el yerbero Maloja.
A los 10 años Méndez-Capote redactó un artículo que llamó “Las manos de Ernesto Lecuona”, a quien conoció en casa de Lola Rodríguez de Tió, combatiente y poetisa puertorriqueña. En repuestas a Ana Núñez Machín para su libro Mujeres en el periodismo cubano, Renée Méndez Capote refiere que enamorada de las letras desde que tuvo uso de razón, su primera colaboración fue en la revista de los antiguos alumnos de La Salle, en abril de 1917, con el “articulito” “Mi primer baile”, publicado con el seudónimo Io-San. Después fundó y dirigió con su hermana Sara la revista Artes y Letras.
A partir de 1920 empezaría a escribir en numerosos e importantes periódicos y revistas como Diario de la Marina, Grafos, Social, El Mundo, Excélsior, El País, Bohemia, Mañana. En ocasiones firmaba con su nombre y en otras con los seudónimos Io-San, Berenguela y Suzanne. Mediada la década de los cuarenta fue guionista de la emisora CMZ, y de 1963 a 1964 directora de la Revisa de la Biblioteca Nacional José Martí.
Luego vendría su prolífica labor literaria, de la que tal vez resulte más conocido y reconocido el libro Memorias de una cubanita que nació con el siglo, publicado por vez primera en1963, con varias ediciones posteriores. Y sobre el que dijo en la mencionada entrevista para Bohemia: “(…) estoy segura que está bueno y no creo en la falsa modestia, me parece una hipocresía; cuando sé que una cosa mía sirve lo digo, y si es mala lo digo igual, pues tampoco tengo vanidad; no comprendo la vida sin sinceridad”.
Sin embargo, son decenas las obras que dejó, no pocas impresas por la Editorial Gente Nueva, donde trabajó muchos años; de estas, y por citar algunas: Un héroe de once años (1968), Fortalezas de La Habana colonial (1974), El tráfico infame (1977), El niño que sentía crecer la hierba (1981), entre otras.
Pero no solo le dieron fama sus dones para las letras. Sería protagonista de lo que se consideró un escándalo en la época: acogida a la reciente aprobación del divorcio en Cuba, estuvo entre las primeras mujeres en hacer uso de esa posibilidad y pasó de burguesa a proletaria al divorciarse del acaudalado Manolo Solís, gerente de la tienda El Encanto, y casarse más tarde con un “pobrete”.
Volvería a convertirse en “noticia” tras la tragedia del crucero Morro Castle en septiembre de 1934, que se incendió y dejó 134 fallecidos cuando cubría la ruta Habana-Nueva York, con cientos de pasajeros, y Renée era uno de ellos. Cuenta Ciro Bianchi: “(…) la tripulación logró sacarla por la escotilla pese a su voluminoso trasero. Uno de los camareros, el estadounidense Carol Prior, le cedió su salvavidas y, de pronto, sin saber cómo, la Méndez Capote se vio metida, con otras 35 personas en un bote de salvamento, donde pasó cuatro horas de angustia antes de arribar a la costa de New Jersey”. Todavía le faltaba la prisión tras la huelga de marzo de 1935, en la que participó.
Renée Méndez-Capote murió el 14 de mayo de 1989. En 2012 la Editorial Gente Nueva publicó en su honor una Selección de textos titulada Renée Méndez Capote. Locura de amor.
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