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Ana Laura Portuondo: “Estar en París es como si hubiese ganado”

No obstante, la judoca cubano-canadiense llega con la ilusión del podio a la cita olímpica, en la que debutará el próximo 2 de agosto.
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Ana Laura Portuondo en World Championships Juniors Fort Lauderdale (2014, USA). (Foto: IJF Media Team, International Judo Federation)
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MADRID, España.- “Estar en los Juegos ya es una medalla de oro para mí”, confiesa la judoca cubano-canadiense Ana Laura Portuondo Isasi en conversación con CubaNet, a pocos días de su debut olímpico.

Desde que a los nueve años le dijo a su padre que quería ser una de las grandes del judo, Portuondo Isasi ha trabajado incansablemente para alcanzar su sueño olímpico. Tras superar una suspensión injusta y años alejada de las competencias por una conmoción cerebral, la judoca pisará los tatamis parisinos en su primer combate el próximo 2 de agosto, representando a Canadá frente a la nicaragüense Izayana Marenco, en la categoría de +78 kg.

Con medallas panamericanas y nacionales en su haber, Portuondo Isasi llega a la cita olímpica con la ilusión de conquistar el podio.

—¿Qué significa para ti competir por primera vez en Juegos Olímpicos?

—Sinceramente, esto significa todo para mí. Es un sueño que he tenido desde bien chiquita, desde que empecé judo con ocho años porque mi papá quería que mi hermana y yo aprendiéramos a defendernos.

Nosotras hicimos gimnasia antes de empezar el judo y no me gustaba para nada este deporte de combate. Tranquilamente me fui desarrollando y luego llegó esa pasión por lo que viene siendo la competencia. Es un deporte muy bonito, muy completo y con una disciplina excelente que me ha servido en todos los aspectos de mi vida.

Después de haber visto a Nicolás Gil (exjudoca canadiense, multimedallista olímpico y mundial), que vino a hacer una presentación a nuestro dojo en Montreal, me inspiré bastante porque vi cómo los niños y la gente en general sentían mucha admiración hacia él.

Recuerdo con nueve años decirle a mi papá que yo también quería ser una de las grandes, así como él. Entonces por eso los Juegos Olímpicos significan tanto para mí, porque es un sueño que he ido alimentando desde niña.

—¿Con qué expectativas llegas?

—Estar en los Juegos Olímpicos ya para mí es una medalla de oro. Yo dejé el judo durante seis años por una lesión en la cabeza, una conmoción cerebral. Los doctores me habían recomendado evitar todo tipo de deporte de combate y por eso estuve ausente de los tatamis durante todo ese tiempo. Bueno, digo ausente de los tatamis, pero más bien fue de todo lo que viene siendo competencia, porque estuve dando clases a los niños. 

No pude ir a los anteriores dos últimos Juegos y entonces, solo el hecho de estar en París, para mí es como si hubiese ganado. No obstante, mi primer objetivo es ir a por una medalla. Siempre lo he dicho, cuando yo saludo al tatami, cuando entro al tatami, quiero ir a la competencia por el oro, y nada menos que el oro.

—¿Qué puedes decir del camino clasificatorio?

—Creo que un poco la suerte estuvo a mi favor. He trabajado muy duro durante todos estos años, pero no puedo omitir que el elemento de la suerte me ha favorecido en el sentido de que cuando retomé el judo las reglas cambiaron y se podía clasificar a los Juegos Olímpicos por equipo.

Normalmente se necesita un ciclo olímpico y yo tuve ocho meses para prepararme y clasificar. Sabía que tratar de hacerlo en el individual se me iba a hacer muy difícil, o sea, no llegaba a tiempo, pero si clasificaba por equipo tenía una oportunidad de participar representando a Canadá y eso me daba un pase automáticamente para pelear en todo, en el individual también.

Cuando retomé el judo en octubre de 2023, yo sabía todo lo que implicaría retomarlo a un nivel tan alto. Y mi manera de prepararme es un poco diferente al resto de mi equipo porque tengo que combinar estudios, trabajo y deporte.

Entonces, el camino fue largo y difícil tanto física como mentalmente. He tenido lesiones que no había tenido antes, pero valió la pena todo el sacrificio. En realidad, no creo que sea fácil para nadie. Tengo mucho respeto por todas las personas que hacen esto. Había olvidado lo difícil que es practicar un deporte de alto rendimiento. Todos los sacrificios que uno tiene que hacer. Pero todo tipo de esfuerzo vale la pena cuando es para lograr tu objetivo.

Yo pienso que no hay nada más bonito que soñar, y a mí se me había olvidado soñar. Cuando retomé el judo, eso volvió.

—¿Cómo ha sido la preparación?

—Para lo que viene siendo la preparación física, me entreno todos los días. De tres a cuatro veces en la semana judo y tres veces preparación física. Durante el día trabajo y de noche voy directamente al entrenamiento. Además, veo a una preparadora deportiva, porque no es solo lo físico, lo mental también hay que prepararlo.

—Son varias las medallas que has obtenido. ¿Cuál es la que más feliz te hizo y por qué?

—En el 2014 gané mi primera medalla mundial. Ese año, en el Mundial Juvenil de Fort Lauderdale, gané la final por el bronce y cogí mi primera medalla en campeonato mundial. Ese fue un momento muy especial para mí porque me demostró que no te puedes rendir, porque llevaba varios años cogiendo quinto lugar.

Después en el 2015, en el campeonato Panamericano en Edmonton, me fue muy mal en la competencia individual. Y al día siguiente, en la competencia por equipo, pues terminamos primeras. Uno de mis mejores recuerdos es que en esa final por el oro Canadá estaba contra Brasil y a 11 segundos del final del combate proyecté a Mayra Aguiar, que es una medallista olímpica. Me dieron mi punto y así ganamos. 

Y este año, en el Campeonato Panamericano y de Oceanía de Judo, terminé segunda, al ganar a Idalys Ortis. Entonces esa victoria es mi más reciente mejor logro, y de eso sí estoy bien orgullosa.

—¿Cómo te sentiste al vencer a una leyenda del judo cubano?

—Idalys Ortiz es una persona que yo admiro desde jovencita. Siempre ha sido una de mis ídolos y es buena gente. Solo tener el honor de pelear con ella fue algo grandioso. Cuando gané ese combate no lo podía creer, estaba muy emocionada. Desde jovencita siempre he tenido afinidad con el equipo cubano. Y con ella también.

—Además del tiempo alejada de las competencias por la lesión, hubo otro altibajo en tu carrera, la suspensión por supuesto dopaje (salbutamol) en 2016…

—La situación del salbutamol, de la suspensión, es lo más difícil que me ha pasado en la vida, lo más difícil y traumático. Fue muy difícil superarlo porque yo siempre he sido una atleta, una estudiante, una persona muy íntegra, con los valores que me han trasmitido mis padres. Y algo así ponía en duda toda mi credibilidad. 

Lo más frustrante de esa situación era saber que al final del día ese es mi medicamento, prescrito. Es frustrante saber que ese salbutamol por vía inhalada, como lo uso yo, no tiene efecto sobre los rendimientos, pero como era una sustancia prohibida por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje), me sancionaron por dos años y eso implicó que no pudiese participar a los Juegos Olímpicos de 2016.

Me suspendieron dos años y me quitaron todo tipo de subvención. No podía ir a entrenar con el equipo, no podía entrar en ningún tipo de centro nacional reconocido, y eso fue lo más difícil, que me pusieran al margen cuando básicamente yo ya me estaba clasificando para ir a los Juegos de Río. Tuve que volver a empezar desde cero y me afectó bastante porque yo toda una vida hice judo y siempre lo he sacrificado todo por este deporte.

Pero aprendí de esa experiencia que uno decide cómo reacciona frente a un problema, frente a una situación. Y yo decidí que como nada me va a devolver el tiempo que me arrebataron, entonces mejor enfocarme en lo que yo podía hacer a partir de ese momento, y me dije que no podía parar, que tenía que volver sobre los tatamis para demostrar que yo puedo y que no hice nada malo. Preferí que esa experiencia me fortaleciera a que me destruyera.

Otro dato bien importante es que dos años después, fue como si se hubiesen dado cuenta de que cometieron un error. Y si mi situación hubiese ocurrido dos años después en vez de en 2015, no me hubiesen suspendido, porque las reglas cambiaron.

 —Naciste en Cuba, pero vives en Canadá desde muy pequeña. ¿Mantienes alguna relación con la Isla?

—Sí, nací en Matanzas, pero crecí aquí en Montreal, Quebec. Desde los tres años estoy aquí en Montreal y sí, mantengo una relación con Cuba. Hace algunos años que no voy por todo lo que viene siendo trabajos, escuela. Ahora con el deporte a veces se me dificulta, pero tengo casi toda mi familia allí. Y cada vez que voy como que encuentro una parte de mí.

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Odette González (Redacción)

Miembro del equipo de redactores de Cubanet.

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