¿Cómo piensa un pitcher en apuros? Pablo Miguel Abreu lo explica

Hay quien piensa que el pitcher es un brazo. Un tipo que nació con el don de tirar duro, o con la habilidad de poner la pelota donde le viene en ganas. Pero esa es solamente una parte de la historia.
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LA HABANA, Cuba.- La gran batalla del béisbol se libra en el sendero que separa el montículo del plato. Una distancia de sesenta pies y seis pulgadas determina los destinos de los juegos, que van del ponche al bambinazo y de la alegría más eufórica a la honda decepción.

De un lado, junto a home, el bateador, esgrimiendo un barquillo de madera. Frente a él, en el centro de todas las miradas, el director de orquesta. Dices pitcher y ya suena la música.

Hay quien piensa que el pitcher es un brazo. Un tipo que nació con el don de tirar duro, o cuando menos con la habilidad de poner la pelota donde le viene en ganas. Pero esa es solamente una parte de la historia…

Porque el monticulista es, además, cerebro. Existe una relación directamente proporcional entre el desarrollo del pensamiento táctico y la efectividad de su trabajo. Lástima que cada vez se menosprecia más esta cuestión.

Y lo digo porque los entrenadores y cazatalentos hablan casi exclusivamente de las cualidades físicas del pitcher (que por supuesto son fundamentales), sin dedicarle una mención a la inteligencia emocional e intelectual del encargado de tirar las serpentinas.

Únicamente con las ideas claras se puede sobresalir en un béisbol riguroso: Greg Maddux y Conrado Marrero, que carecían de rectas poderosas, son dos pruebas ilustres. Pero inclusive ‘pistoleros’ como Lázaro Valle o Randy Johnson necesitaban pensar bien en la lomita.

Alguien que le conoce los secretos al pitcheo, el veterano entrenador José Manuel Cortina, repite hasta la saciedad que el lanzador tiene que saber batear para lograr meterse en la cabeza del rival.

“Si no sabes batear no puedes lanzar ni tener un adecuado pensamiento técnico-táctico”, me dice por WhatsApp. E insiste: “Una vez que aprendes a batear, ya puedes perfeccionar el control, detectar dónde tiene el mejor swing el bateador y dónde está su parte vulnerable, dominar las velocidades, seleccionar lanzamiento por lanzamiento y conocer qué cosa es un envío para engañar, enseñar y sacar out”.

De acuerdo con Cortina, el pitcher requiere de una excelente memoria y, de tanto pensar, “debe salir del juego con dolores de cabeza”.

Visto que el pitcher es una suerte de estudiante que se examina frente a cada bateador, elaboré un pequeño test de tres preguntas que le pasé a uno de los mejores zurdos que me ha tocado ver, Pablo Miguel Abreu. Lo que sigue es el examen. Huelga decir que, como siempre, el estelar aprobó.

—Situación 1: Es el juego decisivo del campeonato, hay bases llenas, ganas por una y con dos outs. Omar Linares al bate: si da hit te deja al campo. ¿Qué piensas en ese momento?

—A esas alturas del juego tengo que pensar en cómo lo he trabajado antes ese día, con qué lanzamientos lo dominé (si es que lo dominé) o con qué lanzamientos me conectó bien (si lo hizo). Tengo que tomar en cuenta qué envío es el mejor que tengo en ese momento, e inclusive las condiciones en que llega Linares a ese turno. Todo eso tienes que analizarlo muy rápido, porque el tiempo no da para más. Pero sobre todas las cosas tienes que tener convicción, mucha convicción para poder ejecutar debidamente el plan.

—Situación 2: Noveno inning. Víctor Mesa en tercera con la carrera del empate. En situaciones comprometidas has estado apelando a la curva contra el piso, pero tu receptor titular se lesionó y el suplente no es confiable con los piconazos. ¿Te arriesgarías a tirar ese lanzamiento (el mejor que tienes) o prefieres depender de otro dada la circunstancia?

—Curva de nuevo, porque hay que solucionar el problema. Hablaría con el receptor y le diría ‘mi hermano, métele el cuerpo a la pelota, porque va curva’. Hay que atreverse.

—Situación 3: La curva no te está cayendo donde quieres y el bateador en home es un ‘asesino’ de la recta. Para colmo ya le has tirado par de cambios seguidos: el primero lo falló, pero con el segundo dio una línea que se fue de foul. Tiene tres bolas y no puede embasarse, porque detrás viene Orestes Kindelán. Esos tres lanzamientos (la curva que no te ‘rompe’ bien, la recta que el tipo maltrata y el cambio al que ya se acostumbró) son todo tu repertorio. ¿A qué lanzamiento apelas para dominarlo?

—Iría otra vez con recta. Ya que me pones una situación en que la curva no me está cayendo donde quiero, tengo que tratar que el tipo me batee para no tener que enfrentar a Kindelán, quien me conecta con bastante facilidad. Con recta y que sea lo que Dios quiera.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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