Las Tunas clava el hacha a Pinar del Río y gana “la serie del relajo”

La 63 Serie Nacional de Béisbol despertó más interés por sus desbarajustes organizativos, fraudes y errores arbitrales que por el espectáculo sobre el césped.
Tope entre los equipos de Las Tunas y Ciego de Ávila durante la 63 Serie Nacional de Béisbol
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LA HABANA, Cuba. – No hubo sorpresas: Los Leñadores fueron profetas en su bosque, el Estadio Julio Antonio Mella. Este domingo la recién apodada “Pesadilla Oriental” sepultó con pizarra de 6-1 el intento de rebelión del tsunami de Pinar del Río, para conquistar en cinco compromisos su tercera corona del béisbol cubano, segunda que consiguen de manera consecutiva. 

La última estocada a la resistencia pativerde decretó el gong final de una catastrófica temporada que se pudiera acuñar como la peor en la historia de la pelota criolla, y que despertó más interés por el caos que generaron sus desbarajustes organizativos, fraudes, errores arbitrales, el ambiguo manejo de las reglas y alguna que otra barrabasada más, que por el espectáculo sobre el césped.

Un árbitro fantasma

La tormenta creada alrededor del árbitro Ricardo Companioni comenzó el martes 16 de abril, en el Estadio Capitán San Luis, durante la subserie donde se midieron los equipos de Pinar del Río y Matanzas. Una jugada mal decidida por el vestido de negro, a favor de los visitantes, desató la ira de los aficionados locales teniendo que intervenir las fuerzas del orden para evitar manifestaciones de violencia contra el ampáyer. 

Lo sucedido se expandió rápidamente por las redes sociales, y con todos los reflectores apuntando a Vueltabajo, en las dos jornadas sucesivas Campanioni desapareció de las hojas de anotación. En su lugar figuró el árbitro local Maikel García, quien no pertenecía a ninguno de los grupos de trabajo de la serie. Supuestamente, Campanioni cumplía sanción por el error arbitral cometido.

Su reincorporación ocurrió el sábado 20 de abril como juez de la segunda almohadilla. Lo que a todos tomó por sorpresa fue que, en su retorno, Campanioni no sería Campanioni, sino Roberto Rodríguez, tal como se anunció por el sistema de amplificación del estadio y se asentó en la hoja de anotaciones del partido, tratándose de una identidad falsa que no reza entre los 48 jueces oficiales inscritos en el torneo. En cambio, el nombre aparecía correctamente en los partidos publicados en el sitio de la Federación Cubana de Béisbol (FCB)

Aunque los espectadores notaron la suplantación y la prensa denunció lo ocurrido en transmisiones en vivo, las autoridades cerraron sus oídos y bocas hasta varios días después cuando el grupo de árbitros de Campanioni se encontraba trabajando en la serie Matanzas-Isla de la Juventud, en casa de los primeros. Fue entonces que el vendaval se les vino encima.

Según explicara el propio Campanioni en la página especializada Por La Goma, que usara un nombre falso respondió a una estrategia aprobada y dirigida a confundir la atención de los fanáticos. El sábado 27, por vez primera, la Comisión Nacional se pronunció al respecto para desmentir que algún árbitro hubiera actuado bajo un nombre falso. 

En lo adelante el ente rector de la disciplina desató una cadena de dimes y diretes dignos de una telenovela, pero que no lograron disuadir la veracidad de unos hechos que, días más tarde, tuvieron que aceptar. 

¿La organización? 

Y si de relajo organizativo se habla, punto y aparte el que le tocó sufrir al campeón. El 25 de marzo Los Leñadores debían marchar a la Isla de la Juventud a enfrentar a los Piratas. El barco que debía trasladarlos del puerto de Batabanó a Nueva Gerona sufrió una rotura y el equipo tuvo que retornar desde el sur de Mayabeque hacia la capital a altas horas de la noche.

Se pensaba que el imprevisto quedaría resuelto rápido, pero no fue así. Apartados del torneo por problemas de transportación, los nororientales debieron recurrir a las instalaciones del Estadio Changa Mederos para entrenar y mantener la forma en un momento que venían de menos a más en la pelea por la clasificación. 

Finalmente, pasaron cinco días hasta que los tuneros pudieron emprender rumbo a su desafío con los pineros.

Los Piratas también se vieron afectados por cuestiones de transporte cuando debieron jugar en mayo con Villa Clara, en otra de las tantas subseries afectadas por la crisis energética que atraviesa el país. Pero si de juegos suspendidos por situaciones de combustible se trata, el desastre fue mucho mayor. 

Un ejemplo fue el aplazamiento del choque correspondiente al 18 de junio entre las novenas de Pinar del Río y Artemisa, en el Estadio Capitán San Luis. El desafío debió cambiarse de fecha debido a que llegó tarde la gasolina destinada a los equipos que chapean la hierba del terreno, el cual no estaba apto para acoger el juego.

La crisis energética también pasó su factura al equipo de Matanzas, que en su visita a Santiago de Cuba quedó expuesto a cortes de electricidad en el Hotel Costa Morena que impidieron el descanso de los atletas.

Agresiones a los árbitros

Luis Cesar Valdés, jefe de arbitraje en la Comisión Nacional de Béisbol, recnoció en abril de este año que los jueces criollos tienen un nivel mediocre, “de la media hacia abajo”. Precisamente, la actuación de los encargados de impartir justicia esta temporada ha tenido suficiente tela por donde cortar. 

Campanioni destapó el pomo por el escándalo que suscitó la suplantación de su identidad, un chanchullo que de cierta forma opacó el origen de la causa que conllevó al fraude ―que los fanáticos no lo reconocieran― para evitar un posible nuevo intento de agresión física o verbal en su contra. 

El más grande de todos los escándalos aconteció el domingo 25 de abril en el Estadio 5 de Septiembre, de Cienfuegos, en el partido entre los locales y la novena de Camagüey, y del que resultaron varios sancionados por un episodio de violencia contra Yovani Simón Martínez, ampáyer de home que habría errado en la decisión de una jugada decisiva.

Esta vez los más fuertes decibeles de violencia no salieron del público, sino de la manada de “elefantes cienfuegueros”. La protesta de los jugadores desató una trifulca que exigió protección policial para los colegiados, a los cuales debieron escoltar en su salida del estadio.

Días antes, en conferencia de prensa, Juan R. Pérez Pardo, presidente de la FCB, había reconocido otras agresiones a árbitros de parte de aficionados que salieron a interceptarlos fuera del estadio.

Repercusiones en la afición

“No estuvo buena, pero tampoco mala. Al final entretuvo con el brete de los árbitros, las broncas y las cosas absurdas que suceden en la pelota de este país. De la calidad de los juegos ni hablar, da más gusto ver jugar al taco a los muchachos del barrio”, comentó a CubaNet Carlos Noel Mendoza Palacios, aficionado capitalino.

Similar percepción manifestó Yendri Zulueta Chong, quien dijo que el torneo había retrocedido varios pasos con respecto a la temporada pasada. “Se piensa que ya estamos al límite, que no se puede caer más bajo, pero chocas con una Serie 63 donde los equipos tienen que parar los juegos por falta de bates, porque los terrenos están enyerbados y tienes que rendirte”, dijo.

Lo más absurdo, puntualizó Caleb Rodríguez Medrano, son los intentos de ocultar determinadas situaciones “cuando ya todo el mundo tiene internet y las noticias vuelan como el viento por las redes sociales. Eso mismo que pasó en Pinar con el árbitro falso… Fue tremendo papelazo lo que hicieron. Primero dijeron que era mentira y después le querían pasar la cuchilla a cualquiera con tal de quitarse la sal de encima”.  

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