Romelio Bergolla: Profeta en su (otra) tierra

En los años noventa Bergolla estableció una dinastía en los 3.000 metros con obstáculos. Casi olvidado en Cuba, vive en Venezuela, donde trabaja como entrenador de atletismo
Romelio Bergolla, Cuba, atletismo, Venezuela
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LA HABANA, Cuba.- Romelio Bergolla es de esos hombres que, casi olvidados en su tierra, se empeñan en ser recordados por sus patrias adoptivas. Partió de Cuba a comienzos de siglo con rumbo a Venezuela, optó por no volver y allá ha echado, más que raíces, frutos.

Por los años noventa, cuando militó durante una década en el equipo cubano de atletismo, Bergolla estableció una dinastía en los 3.000 metros con obstáculos. Tanto así, que entre 1994 y 1999 nadie osó quitarle el trono de una prueba donde, cuentan, las más de las veces corrió contra sí mismo.

No tenía rivales en la Isla, y también dejó detalles de su clase en eventos de carácter centrocaribeño. Lastimosamente, su entrada en escena se produjo en los años post derrumbe del campo socialista, y la crisis económica fue un terrible adversario que siempre encontró el modo de frenar su progresión.

“A mí me tocó el tiempo de las pocas posibilidades de viajar; era Período Especial y se dificultaba mucho conseguir resultados importantes debido a la falta de competencias de nivel y a las inadecuadas condiciones de alimentación, calzado y régimen de vida”, rememora el villaclareño de 53 abriles.

Su llegada al atletismo fue la enésima confirmación de que el destino opera de maneras caprichosas. Hasta los 20 años sus grandes aficiones habían sido el baloncesto, la pelota y el fútbol, pero entonces el azar hizo lo suyo.

“Yo dominaba bien varios deportes, aunque carecía de suficiente calidad para llegar a la EIDE. Cuando entré en el Servicio Militar, un día vi a un amigo que me comentó que se iba a Varadero para una competencia de atletismo. Le pregunté quién armaba esos equipos y me dijo que el ‘Físico’. Que lo viera y le hablara de mi interés”.

—Compadre, tengo entendido que hay una competencia de atletismo en Matanzas. Le aseguro que yo tengo tremenda resistencia. Lléveme.

—¿Pero tú eres basquetbolista o corredor? Porque por lo que sé, tú jugaste en el equipo de Placetas…

—Sí, sí, es verdad que yo juego baloncesto, pero tengo muy buena resistencia.

El ‘Físico’ se lo pensó un instante.

—Ok, me has caído bien. Te voy a llevar, pero el equipo ya está hecho.

Feliz como lombriz, el muchacho se despidió de aquel oficial sin saber que ese día su vida había empezado a dar un vuelco favorable. Tiempo después, una vez en la sede de la competencia regional para militares, la fortuna le regalaría una sonrisa.

“Sucedió que el militar que iba a representarnos en los 1.500 metros enfermó de diarreas y el ‘Físico’ me exhortó públicamente a reemplazarlo. ‘¿Cuántas vueltas hay que darle a la pista?’, pregunté. ‘Tres y 300 metros saliendo de allá’, me contestó. Había varios corredores de nivel nacional en la carrera y cuando salimos yo me dije ‘alabao, ¿quién me mandó a meterme en esto?’. Sin embargo, poco a poco fui rebasando rivales y al final llegué cuarto. Entonces veo que el ‘Físico’ está super contento mientras me grita ‘tú no eres basquetbolista, tú eres corredor. Prepárate, que mañana te pongo en 5000’. Ese fue mi debut en el atletismo”.

Al día siguiente, después de 12 y media pistas bajo el sol, Bergolla volvió a arañar el podio de un evento con competidores de Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Camagüey y Ciego de Ávila. Pero esa sería solo la antesala de su gran momento, toda vez que no había transcurrido media hora y llegó la prueba de 3.000 metros con obstáculos. En el equipo indagaron por el corredor de esa distancia y resultó que era el mismo que había enfermado del estómago con anterioridad.

“Ahí me preguntaron si me atrevía, que serían siete vueltas y la mitad de otra con unas vallas en el camino. Acepté, pero yo no sabía pasar aquellos obstáculos. Los pasaba tipo baloncestista y al rato me agarró el cansancio. Lo que ocurre es que tal vez Dios no me otorgó mucho talento, pero sí fuerza mental y voluntad, así que en vez de rendirme empecé a superar gente y más gente y quién te dice que en los últimos metros me fajé a los palos con un hombre que era de los cinco mejores del país y le gané. Ahí mismo se formó la locura, varios entrenadores salieron a decir que querían entrenarme y el ‘Físico’ les contestaba ‘ese es de Villa Clara y lo entreno yo’. No se me olvida que, al regresar a la provincia, el general de la unidad le ordenó: ‘Ese muchacho tiene que ser atleta’. Así que me liberaron de las guardias y me llevaron con Abelardo Montiel, quien fue como mi padre”.

A partir de su vínculo con el laureado entrenador, Bergolla creció como la espuma. En 1990 acabó quinto en el campeonato nacional, y tres años después ya batallaba de tú a tú contra los hermanos Conde en su prueba favorita, los 3.000 con obstáculos. Muy poco después, en 1994, alcanzó lo más alto del estrado de premiaciones y estableció un reinado que le hizo lugar entre los más grandes fondistas que le han salido a Cuba.

Romelio Bergolla
Romelio Bergolla en competencia. (Foto: Cortesía del entrevistado)

¿Por qué un país que ha dado tanto campeón olímpico y mundial no ha podido tener tradición en las especialidades de largo aliento?

—Ciertamente ha habido destellos: por ejemplo, los de los Conde o Mariela González y Alberto Cuba, pero no se han logrado los resultados de otras áreas como los saltos y los lanzamientos. Creo que por un lado afecta el hecho de que la Isla está a nivel del mar, y por el otro, que no existen las condiciones mínimas imprescindibles como estancias de entrenamiento, buena alimentación, mejores condiciones de vida, la recuperación de vitaminas necesaria o una superior capacitación a los entrenadores.

¿Hasta qué punto está dotado el cubano para brillar en este tipo de eventos?

—En Cuba predomina la fibra de contracción rápida, que facilita el trabajo de los velocistas y demás. En mi caso particular, mis condiciones naturales eran para el medio fondo y fondo, no para las distancias cortas.

¿Qué requisitos son básicos para dedicarse a las carreras largas?

-A mí el factor que me dio todos los logros fue la voluntad, aunque por supuesto también hay que ser ágil, resistente y técnico.

Los africanos, con Kenia a la cabeza, han ejercido un predominio neto en el steeple-chase. ¿Dónde radica su ventaja?

—Hubo años en que de los 15 primeros del ranking mundial, 14 eran kenianos. El nivel que había en las eliminatorias de ellos era increíble. Para mí, ante todo juega a su favor la altura, que están a cerca de dos mil metros sobre el nivel del mar, pero también la capacidad de trabajo que adquieren desde pequeños. Debido a sus condiciones de vida, siendo niños ya tienen que buscar agua del río o traer leña, y ello incide en el desarrollo temprano de sus capacidades de fuerza, resistencia y voluntad.

¿Alguna vez te pasó por la cabeza participar en otras distancias?

—En 5.000 fui campeón nacional dos veces. En cambio, los diez mil solo los corrí una vez y fue como parte de la preparación. Igualmente estuve en los Marabana, pero ahí no conseguía buenos resultados: ni estaba preparado para eso, ni mi personalidad inquieta se ajustaba a esa clase de carreras que exigen de un temperamento más pasivo.

¿Cómo valoras el estado actual del atletismo cubano?

—¿Qué puedo decir? Que está triste y en plena decadencia… Las figuras que salen no le duran porque descubrieron que allá se les va a ir el tiempo de superar sus marcas y encaminar sus vidas. Yo mismo siento que, como me tocó correr siempre contra el reloj, se me esfumaron las posibilidades de subir la categoría, dejar atrás los 8:43 minutos y llegar, digamos, a 8:20 u 8:30. Nunca pude codearme con el primer nivel.

¿De qué manera pudiste radicarte en Venezuela?

—Yo vine a Venezuela a través del convenio de entrenadores de alta competencia y aquí conocí a la que hoy es mi esposa, Francys Yepes. Pero emigré legalmente: terminé la misión, regresé, ella fue a Cuba para casarnos y ahí empezó la lucha, porque tuve que permanecer dos años allá puesto que como había sido atleta del equipo nacional, no me dieron la liberación inmediata. Fruto de ese matrimonio son Fernanda Verona, de cuatro años, y Fabiola Valentina, de 14, la cual practica marcha deportiva.

Por último, ¿a qué se dedica Romelio Bergolla actualmente?

—Ahora mismo soy preparador físico de una academia de béisbol que busca firmas internacionales, además de entrenador de atletismo del municipio Morán, en el estado Lara. Independientemente de eso tengo mi propio negocio de rehabilitación y entrenamientos personalizados. Vale la pena aclarar que me he especializado en la quiropraxia, de la cual he hecho estudios en varios países y me ha permitido ayudar y curar a muchas personas con problemas de columna. Acá viví épocas duras en materia de seguridad social, pero eso ha pasado un poco. Cubano al fin, casi todo el mundo me conoce y doy gracias a Dios por el impacto positivo que he logrado en esta sociedad.

Romelio Bergolla, Cuba, atletismo
Romelio Bergolla con alumnos, en la actualidad. (Foto: Cortesía del entrevistado)

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