LA HABANA, Cuba -Menos de tres semanas después de cantarle Cumpleaños Feliz a Fidel Castro, los integrantes del grupo Buena Fe, con visa por cinco años para entrar a los Estados Unidos, viajarán a Miami para actuar la noche del 18 de septiembre en el Miami Dade Auditorium.
Desde ahora se puede anticipar el rechazo que tendrá que enfrentar el popular grupo cubano de pop-rock por parte de muchos sectores del exilio que interpretarán su presencia en Miami, luego del happy birthday al ex-dictador, como una afrenta. Otra más.
Recordemos que recientemente los exiliados cubanos tuvieron que soportar que se exhibiera en una galería de Miami la exposición de pinturas “Yo me muero como viví”, de Antonio Guerrero, uno de los tres agentes de la Red Avispa presos en Estados Unidos.
Las previsibles manifestaciones en contra de Buena Fe por parte de grupos de cubanos anticastristas, servirán para que se vuelva a acusar de intolerancia y revanchismo al exilio.
No escapará de tal acusación el periodista o presentador televisivo que le haga alguna pregunta políticamente incómoda a Israel Rojas, el cantante del grupo.
Como es un tipo inteligente y afable, Israel Rojas sabrá defenderse como gato boca arriba en sus respuestas. No en balde estudió para abogado cuando era miembro del Ministerio del Interior. Y luego, cuando regrese a Cuba, podrá hacerse la víctima de “los intolerantes y extremistas del exilio”, lo que le valdrá algunos puntos de más en la valoración oficial.
Lo que no podrá decir Israel Rojas, como muchos otros artistas cubanos que viajan a Miami, es que a él no le interesa la política.
Israel Rojas, que habla hasta por los codos, cuando lo entrevistan, no elude hablar de política, sino que más bien, busca el tema. Así, no solo se dedica a explicar el tipo de canción conceptual y a la vez vendible que hace, para qué tipo de público y cuáles son sus tratos con las disqueras extranjeras, sino que también opina sobre la perfectibilidad del socialismo verde olivo, los riesgos de Internet, la inconsistencia de la izquierda europea, las teorías de Fukuyama y su adorado socialismo del siglo XXI.
El cantante y compositor guantanamero ya tiene experiencias en el trato con Miami. Algo debe haber aprendido luego de aquella vez en que se refirió públicamente a “las puñeteras Damas de Blanco” y no convenció a nadie con sus explicaciones de que “eso era solamente un decir”, porque nunca se le ha escuchado referirse, por ejemplo, al “puñetero Fidel Castro”, al que por el contrario, le cantó las felicidades, y si no le cantó también Las Mañanitas del Rey David fue porque no le pidieron que diera una serenata matinal en Punto Cero, que también ahí hubiese estado, como todas las veces que la revolución lo ha convocado.
El pasado mes de junio, cuando estuvo en Miami el cantautor Tony Ávila, invitado igual que Buena Fe por Blue Night Entertainment, solo pudo actuar en The Place; el resto de la gira fue cancelada porque lo acusaron de haber golpeado a una dama de blanco durante un acto de repudio en Cárdenas, lo que fue negado por el cantante.
Tony Ávila dijo que “aquello fue una encerrona burda, una muestra de manipulación y odio”. Y agregó lo que no podía faltar: “Fui a Miami a cantar, no a hacer política”.
Y uno se pregunta si a estos humoristas, raperos, timberos, reguetoneros y cantautores, que actúan con el mismo entusiasmo en la Tribuna Antiimperialista que en cualquier escenario de Miami-Dade, con lagrimitas por la reconciliación nacional y sacando cuentas del dinero del que disponen para la pacotilla, no les interesa la política, como suelen declarar en Miami, por qué no hacen asquitos en Cuba cuando la UNEAC, la UJC o la Asociación Hermanos Saiz los convoca a abogar por la liberación de los Tres de la Red Avispa, el levantamiento del embargo o cualquier otra pachanga castrista, incluido los actos de repudio, como en el caso de Arnaldo, el mulato acelerado de Talismán.
Ciertos representantes de la cultura oficial hacen política a favor del régimen, de una forma u otra, cuando viajan a los Estados Unidos. A veces basta solo con su presencia. Sirven de embajadores del régimen. Y si no se les permite presentarse, o si hay protestas en contra de lo que representan, también gana el régimen castrista, que podrá mostrar cuán intolerantes son sus enemigos y seguir posando de víctima. No importa que ya hayan pasado los tiempos en que algunos recalcitrantes quemaron el cuadro del pavo real de Mendive o amenazaron con ponerle una bomba a Rosita Fornés porque alguna vez se retrató vestida de miliciana. Parece que ya no es tanta la intolerancia del exilio cuando a la exposición de Antonio Guerrero, por mucha protesta que haya habido, no le tiraron ni un hollejo.
La intolerancia que no cede es la del régimen: no permitió a Celia Cruz volver a su patria ni siquiera para asistir al entierro de su madre, y no permite a Willy Chirino cantar en su tierra, por lo que ambos artistas representan. Pero chilla de indignación cada vez que los piqueteros de Vigilia Mambisa protestan por la actuación en Miami de sus embajadores culturales.
Con ellos, el exilio, haga o no haga, siempre pierde: aguanta la provocación o lo tildan de extremista. Peor aun si los faranduleros dicen ser apolíticos, aunque sean más politiqueros que Montelongo Cañongo y Plutarco Tuero juntos. Con ellos, siempre se tiene las de perder. Es mejor dejarlos correr. Sus declaraciones, vale más escucharlas como el que oye llover. Aunque den ganas de reventar.
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