CDMX, México. – El Tribunal Municipal de Centro Habana condenó este miércoles al trovador Fernando Bécquer a cinco años de trabajo correccional sin internamiento por el delito de abusos lascivos. Bécquer continuará durmiendo en su casa, a pesar de que siete mujeres lo acusaron formalmente de haberlas agredido y fue probada su culpabilidad.
“La verdad es que la sentencia es una broma. Es vergonzoso que un Estado imponga esta pena para un depredador sexual, porque este juicio ha demostrado que este hombre es responsable de depredar al menos a seis mujeres que estuvieron allí [en el tribunal], de las siete que lo denunciaron ante la Justicia cubana”, opina la periodista feminista Marta María Ramírez, una de las activistas que ha seguido el proceso desde que iniciara a finales de 2021.
Los abusos del trovador cubano salieron a la luz pública con la publicación del texto “Cinco denuncias de abusos sexuales contra Fernando Bécquer” en la revista El Estornudo, el 8 de diciembre de 2021. El reportaje si bien no desencadenó el primer MeToo cubano, sí se considera el más grande y el que más impacto ha tenido. Los cinco testimonios iniciales impulsaron a que otras 25 sobrevivientes se animaran a compartir su experiencia, al menos tres de ellas menores de edad cuando ocurrieron los hechos.
En total unas 30 mujeres acusaron al trovador de violentarlas sexualmente, llegando en algunos casos a la penetración. La mayoría de los testimonios documentados por la prensa independiente habrían ocurrido en La Habana, desde inicios de los años 90 hasta 2021.
Pocos días después de que se publicara el reportaje firmado por el periodista Mario Luis Reyes, la escritora cubana Elaine Vilar Madruga acusó formalmente a Fernando Bécquer por los abusos sexuales que sufrió cuando era una adolescente. Esa demanda, a la que luego se sumaron otras seis mujeres, lo llevó ante los tribunales.
“Solo llevarlo a juicio es un hecho sin precedentes en la Cuba que conocemos”, apunta Ramírez haciendo referencia al proceso previo al juicio y que protagonizaron decenas de mujeres en la prensa independiente y redes sociales, y en menor medida también en espacios públicos.
La activista reconoce la importancia de que se hayan movilizado no solo redes feministas, sino también personas cubanas y extranjeras para acompañar a estas mujeres durante casi un año y exigir justicia.
Una de esas mujeres fue Massiel Carrasquero, a quien Bécquer atacó en 2015 cuando ella tenía 22 años y estaba convaleciente como paciente de cáncer. Sobre el juicio dijo a CubaNet que el proceso había sido muy importante, pero que no estaba satisfecha con la sentencia. “Nadie me devolverá los años que he perdido, y él no va a cumplir ninguno en el sentido estricto, preso no va a estar. Le están dando la posibilidad de seguir haciendo lo que le da la gana”, aseguró la entrevistada.
Un criterio similar compartió a CubaNet la periodista Kianay Anandra Pérez, quien ve con agrado que “en un país machista, un aliado del Gobierno vaya a un juicio de esta índole”, No obstante, tampoco le parece una condena justa.
Kianay fue una de las feministas que, tras la publicación del reportaje acusatorio en El Estornudo, denunció activamente las participaciones del músico en espacios nocturnos y que sus videoclips continuaran proyectándose en la Televisión Cubana, pese a las denuncias en su contra. Por ello, fue acosada virtualmente por Bécquer, al igual que otras mujeres (incluidas dos de sus víctimas) mientras el proceso estaba en curso.
Bécquer nunca pisó la cárcel
El juicio contra Fernando Bécquer comenzó el 18 de octubre; durante los dos días que sesionó se mantuvo cerrado al público probablemente por la naturaleza de los delitos y también por el interés que había despertado el proceso. Quizá por eso y para asegurarse de que no se les fuera de las manos la situación, el Estado desplegó a un puñado de agentes en los alrededores, quienes se acercaron a las víctimas para decirles que las estaban cuidando, contó Massiel Carrasquero.
Antes de llegar ahí, el acusado no durmió una sola noche en prisión y se le permitió seguir frecuentando los mismos lugares en donde solía conocer a las mujeres que depredó. Bécquer siguió transitando tranquilamente La Habana y tocando periódicamente en la Bombilla Verde u otros espacios adonde sus amigos lo invitaban.
Un privilegio que ciertamente contrasta con el trato que tiene el Gobierno con los manifestantes que han salido a las calles para pedir bienes básicos o libertad, y que desde el día cero han sido llevados a prisión y posteriormente condenados. En Cuba muchas personas se encuentran en prisión por ―en el peor de los casos― romper el cristal de una tienda.
Pero Fernando Bécquer, propenso a exhibir con orgullo una foto suya junto a Fidel Castro, no es de esos. Él es un hombre confiable políticamente. Como lo hizo notar en el Tribunal cuando retomó la misma estrategia que ha mantenido por meses: declararse “inocente” y “revolucionario”, y sostener que un ataque a él era un ataque a la Revolución, detalla Kianay.
De hecho, esta no fue la única irregularidad que, a juicio del Centro de Información Legal Cubalex, obstaculizó el proceso y pudo haber favorecido al demandado.
De modo inexplicable las autoridades exigieron que todas las denuncias debían ser recepcionadas en una única delegación, la de Zapata y C. “Eso es una ilegalidad y una violación del debido proceso. Denunciar es una obligación y se puede hacer en la Policía, Fiscalía o tribunales sin distinción alguna”, explicó Cubalex.
A eso se añade que al menos dos denuncias fueron desestimadas porque las víctimas vivían fuera de Cuba, a pesar de que les habían asegurado previamente que sería habilitado un teléfono para recibir sus testimonios. Sin embargo, el número nunca sirvió, ni se les dio otra opción a estas mujeres para que exigieran una reparación, cuando es posible entregar la denuncia por escrito a manos de una tercera persona.
“La sentencia en sí deja muy mal sabor para las personas que llevamos años exigiendo una legislación integral contra la violencia machista”, comenta Marta María Ramírez. “Que este hombre pueda dormir en su casa deja muy mal sabor para las sobrevivientes, que estaban esperando justicia”, termina.
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