LA HABANA, Cuba.- Desde la prisión de Guanajay, en la provincia de Artemisa, comunican varios internos que este 27 de agosto comenzaron a ser inyectados supuestamente como parte de los ensayos clínicos que las autoridades políticas y sanitarias llevan a cabo en el país en el contexto de la pandemia de coronavirus que desde diciembre de 2019 comenzó su avance por el mundo.
Similares reportes de vacunación nos llegan asimismo desde otros centros penitenciarios a lo largo de la isla, como Kilo 8, en Camagüey; Kilo 5, en Pinar del Río, o el Combinado del Este, en la capital. De acuerdo con esta información, en la última semana de agosto el estudio se habría extendido en esta fase a la población penal del país. No obstante, es necesario aclarar que los internos consultados desconocen el origen y composición de la sustancia que les están inyectando, por lo que no pueden afirmar que se trate de alguno de los candidatos cubanos.
Los ensayos conducidos hasta el momento pretenden –aunque sin éxito– validar varios candidatos vacunales de manufactura nacional. Según subrayan los reclusos, la “vacunación” (término empleado en el discurso oficial para referirse a la participación de los sujetos de prueba en el ensayo clínico) no es obligatoria. No obstante, quien no participe no recibirá visitas familiares o conyugales, ni pases, una vez que dichos “beneficios” se restablezcan.
Esta estrategia persuasiva no es nueva, se aplica desde el comienzo del estudio, especialmente desde su ampliación a la fase de intervención. Por ejemplo, quienes no se dejen inyectar alguno de los candidatos vacunales en evaluación no recibirán las autorizaciones necesarias para viajar entre provincias o al extranjero. Estos métodos de extorsión están apoyados a su vez por una fuerte campaña propagandística implementada por el régimen en los medios de difusión a su servicio, para tratar de incrementar la participación de los ciudadanos en la “vacunación” .
Las visitas familiares y conyugales fueron suspendidas a raíz de la propagación del nuevo coronavirus, con la supuesta (y fallida) intención de mantenerlo fuera de las cárceles. No obstante, la COVID-19 logró introducirse en las prisiones de todo el país, donde a día de hoy causa estragos principalmente entre la población penal.
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