LA HABANA, Cuba. ─ Tras reprimir a palos y tiros y desatar la cacería de quienes participaron en las manifestaciones antigubernamentales de los días 11 y 12 de julio, el régimen intenta hacer control de daños. Mediante una ridícula campaña de mentiras y manipulaciones, el castrismo presenta las multitudinarias protestas ocurridas en alrededor de 40 localidades de todo el país, no como un estallido social, sino como “un intento de desestabilización basado en las instrucciones de un manual del ejército norteamericano sobre guerra no convencional”, y las comparan con las guarimbas en Venezuela y Nicaragua.
Aseguran que las protestas fueron instigadas en las redes sociales, desde Miami, por “la mafia anexionista”, y que los millares personas que se lanzaron a las calles, si no eran “confundidos que están agobiados por las privaciones provocadas por el bloqueo y se dejaron engañar por la propaganda enemiga”, eran mayoritariamente “marginales, delincuentes, antisociales”.
Los medios oficialistas le han sacado lascas a las imágenes de los apedreamientos y saqueos de varias tiendas. Curiosamente, en los lugares donde se produjeron esos hechos vandálicos, apenas hubo presencia policial, lo que contrasta con el despliegue de uniformados y porristas que enfrentaron con despiadada saña las protestas pacíficas de los que gritaban “libertad” y “abajo la dictadura”. Eso puede hacer sospechar la presencia de agentes provocadores detrás de la rotura de vidrieras, los saqueos y el supuesto apedreamiento de un hospital pediátrico en Cárdenas, del que nunca mostraron imágenes convincentes. No sería la primera vez que el régimen recurre a actos de falsa bandera… de cualquier modo, abundan los cubanos con hambre y suficiente indignación como para asaltar las detestadas tiendas en MLC donde no pueden comprar si no tienen alguien en el exterior que les envíe dólares.
En el NTV muestran las magulladuras de policías y porristas pero jamás las heridas de las víctimas de la represión. De hecho, muchos de los detenidos desaparecidos de los que se hablaba no aparecieron y fueron mostrados a sus familiares solo cuando estuvieron presentables, o sea, hasta que se borraron las huellas de las golpizas recibidas.
Los medios oficialistas siguen con su cantaleta de los “mercenarios, delincuentes y antisociales”, pero no dicen que muchos de los detenidos (se calcula que más de 500, entre ellos más de una decena de menores de edad), a quienes amenazan con severas sanciones, son artistas, estudiantes, profesionales, periodistas independientes, pastores evangélicos.
El régimen intenta mostrar que en Cuba, luego de las protestas, vuelve a reinar la calma. Pero es una calma tensa, como la que precede a un huracán. La han conseguido a costa de una abrumadora presencia policial en las calles y del temor a los chivatos azuzados al combate. Habrá que ver cuánto durará. Porque el descontento, atizado por los rumores que corren, es el mismo que antes del 11 de julio.
De poco servirá para atenuar el asfixiante malestar existente que autoricen a los escasos viajeros que arriban a Cuba la importación sin límites de alimentos y medicinas, y que este mes entreguen gratis, a cada familia, por la libreta de abastecimiento, una bolsita con unos pocos productos alimenticios donados por otros países.
Vuelve a equivocarse el régimen, como mismo se equivocó cuando estando en curso de colisión con el pueblo. Se negó a ver el estallido social que vendría como consecuencia de la testaruda trabazón de las fuerzas productivas por la receta estatista y la aplicación, en el peor momento posible, en plena pandemia, de un reordenamiento económico que encareció los precios a niveles estratosféricos y nos ha puesto al borde de la hambruna.
Estamos en agosto. Las altas temperaturas del mes más cálido del año suelen ponernos sumamente intranquilos a los cubanos. Y hasta violentos, en ocasiones. En 1906 fue el alzamiento contra la reelección de Estrada Palma; en 1933 el derrocamiento de Machado; y el 5 de agosto de 1994, el Maleconazo.
El Maleconazo fue el primer levantamiento popular de envergadura contra el castrismo. Pero fue poco en comparación con las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021. Y ni pensar en la magnitud de las que pueden ocurrir, que serán inevitables si los mandamases siguen con su testaruda soberbia, ignorando las demandas del pueblo.
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