LA HABANA, Cuba.- Como muestra de “infinita generosidad de la Revolución”, médicos cubanos hacen sus maletas para irse a África Occidental. Intentarán contener el brote de ébola, allí donde se ha vuelto una pandemia.
El anuncio de esta oleada de galenos que aterrizará en Sierra Leona –no se aseguran más países por el momento–, no pudo ahorrarse el discurso de la ayuda con amenaza; la misma que se ve en los carteles de cualquier policlínico en Cuba: “tu servicio de salud es gratis… pero cuesta”. Sin embargo, es poco probable que el gobierno de la Isla esté haciendo el envío de forma gratuita. No lo hace en Brasil, por ejemplo, donde por cada médico cubano el gobierno de aquel “hermano país” debe pagar en moneda fuerte.
Por estos días “no dar lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos” es la frase más repetida por los funcionarios cubanos en la ONU. Autoridades como el Ministro de Salud y el de Relaciones Exteriores de Cuba -Roberto Morales Ojeda y Bruno Rodríguez Parrilla, respectivamente- han convertido las ruedas de prensa y las asambleas internacionales sobre el ébola, asunto serio, en tribunas para emitir propaganda ideológica. El mortífero virus ha resultado la ansiada oportunidad para presentarnos como los curanderos del planeta.
Por su parte, Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), debe sentirse algo más aliviada de la tremenda preocupación que supone la infección en África Occidental. A ella no le interesa, lógicamente, de dónde venga la ayuda. Ya pueden los cubanos declarar lo que deseen mientras le manden los médicos que tanto necesita.
Dos salvedades innecesarias
Como siempre ocurre con los políticos torpes, el discurso de las autoridades cubanas tiene detalles que delatan sus intenciones verdaderas. Y se regodean en esas líneas, quizá sin percatarse que mientras más insisten en contrastar la supuesta “bondad tercermundista” contra la no menos ridícula “tacañería imperial”, más se ve que todo es cuestión de propaganda.
Primero está la aclaración del voluntarismo. ¿Por qué se necesita decir que los cubanos que irán a África lo hacen voluntariamente? Una pregunta que surge enseguida es si acaso alguien habría pensado lo contrario. ¿Es que se pudo haber obligado a los médicos cubanos? Sobre si ese voluntarismo es cierto o falso, habría que confirmarlo con los propios especialistas de salida para Sierra Leona. Nadie iba a averiguarlo, pero ya que se sacó el tema a colación…
Luego viene la parte del exclusivismo. Resulta que los cubanos, capaces de hacer cualquier sacrificio por el bien de la humanidad y en nombre del socialismo, están dispuestos a trabajar codo a codo – inclusive – con especialistas norteamericanos. ¡Vaya concesión! Ahora el mundo puede respirar aliviado.
Esta última carta jugada por el Ministro de Salud en la conferencia de prensa que se ofreció desde la OMS despertó la inquietud de algún que otro periodista presente. “¿Y usted cree que los norteamericanos se negarían a trabajar con los cubanos?”, preguntó un corresponsal. El Ministro no se percató del lodazal mediático en que se había metido, luego de perder una excelente oportunidad de quedarse callado.
Desde hace semanas, varios voluntarios del mundo han estado yendo a la zona cero, en África, para combatir el avance del ébola. Sólo que el primer contingente médico con esa importante misión viene de Cuba, que no suelta prendas sin pedir algo a cambio. Esta vez fue la cobertura, la plataforma para lanzar su discurso, y quién sabe si algún dinero que pagará la OMS, y por ende la comunidad internacional.
Malos precedentes para Cuba: dengue y cólera
Para muchos en Cuba ha saltado una alarma. En las últimas décadas han reaparecido en la Isla enfermedades que habían sido erradicadas, coincidiendo con el auge de las misiones médicas en el extranjero y la “desinteresada” cooperación internacionalista de la que el Estado saca jugosas ganancias.
Sin haber declarado jamás una epidemia en su territorio, en años recientes el gobierno insular se ha visto obligado a destinar millonarias sumas a combatir el dengue, un mal que –de la noche a la mañana– se ha vuelto endémico y ha afectado a cientos de miles de cubanos en los últimos años. De la misma forma, el cólera se ha aplatanado y ya las autoridades hablan de él como si siempre hubiera estado aquí. Las muertes por estas enfermedades no son publicadas en la prensa oficialista.
El colapso de la infraestructura sanitaria y de tratamiento de residuos, unido al declive de unos servicios médicos que alguna vez fueron de excelencia, han propiciado que tanto el dengue como el cólera se hayan instalado a sus anchas en Cuba.
Lo más peligroso es que cualquiera de esas dos enfermedades no pasa de ser una simple calentura al lado del ébola. En el último brote de este virus ha fallecido la mitad de los infectados, siendo su mortalidad infinitamente mayor que la de cualquier padecimiento conocido en Cuba. ¿Qué pasaría si alguien contagiado con el ébola no fuera detectado por los precarios controles sanitarios de las terminales cubanas y se mezclara con la población?
Los espacios dedicados al tema en los medios nacionales y los mensajes de los funcionarios cubanos indican que, de alguna manera, el ébola llegó y prendió en una variante muy dañina también: la política. Es la nueva cepa del virus con la que Cuba está experimentando. Sus consecuencias son, a largo plazo, incalculables.
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