MONTANA, Estados Unidos. — España Invertebrada y La Rebelión de las Masas son dos de los libros mejor conocidos de José Ortega y Gasset (1883-1955). Ortega y Gasset, filósofo español y ensayista, escribió durante la primera mitad del siglo 20, cuando España dudaba entre monarquía, republicanismo y dictadura. Para él los separatismos vasco y catalán eran manifestaciones de la vulgaridad existencial de los valores societales y de la mediocridad de las instituciones españolas; España había dejado de ser “una realidad activa y dinámica” y devenido una sociedad sin ambiciones o ilusiones.
En España Invertebrada, Ortega y Gasset define una nación como “un proyecto sugestivo de vida en común” y argumenta que España se “desvertebra” a sí misma por la pobreza intelectual y deficiencias de sus políticos. Enfatiza que los defectos de una clase dirigente mediocre y desvertebrada se trasladan a las instituciones del país. Esto fomenta una radical desmoralización de la sociedad.
Amplía el tema en La Rebelión de las Masas destacando que “las masas” son un agregado de individuos que han devenido “desindividualizados”. Esos individuos han dejado de pensar libremente para disolverse en una amalgama que piensa y actúa por ellos. Así, argumenta, España dejó de ser una nación y devino “una serie de compartimentos estancos”.
Esas reflexiones de Ortega y Gasset me vinieron a la mente cuando leí los controles surrealistas impuestos por el gobierno cubano a su población en 2018. Siete años antes, en el Sexto Congreso del Partido Comunista (2011), se introdujeron algunas reformas económicas minimalistas, consistiendo básicamente en permitir el autoempleo en unas 200 actividades laborales tales como la compraventa de libros usados (actividad # 23) y cuidador de baños públicos (actividad #29). Esos cuidadores autónomos eran presumiblemente responsables de mantener los baños cobrando honorarios a los usuarios.
La estrafalaria lista de actividades económicas que fueron permitidas en 2011 corresponde a la descripción por Ortega y Gasset de decisiones ejecutadas por una mediocre y cobarde clase dirigente. Sin embargo, algunos observadores describieron irreflexivamente esos cambios como inspiración progresista de un nuevo liderazgo. Desconociendo que la necesidad de los militares cubanos y el Partido Comunista de controlar todo aspecto de la vida es antitética con las libertades individuales requeridas para un renacimiento económico.
Esa necesidad de controlar se enfatizó con aquel paquete de medidas de 2018, diseñado para limitar la acumulación de riquezas de los “cuentapropistas” cubanos. Las medidas estipulaban que estos solamente podían participar en una actividad por cuenta propia. Por ejemplo, quienes operan un establecimiento de comidas en su vivienda (paladares) no podían rentar una habitación de su casa a turistas. Nadie podía tener más de una licencia para trabajar por su cuenta. Asimismo, cada actividad que era supervisada por gobiernos municipales y provinciales pasó a ser supervisada también por un ministerio.
En aquellas regulaciones de 2018 se incluía una tabla clasificando los baños públicos y especificando una “tasa de alquiler” aplicable a los cuidadores de baños públicos mencionados más arriba como actividad autónoma # 29. Y a los vendedores de libros usados, actividad # 23, se les prohibió vender libros con “contenidos dañinos a los valores éticos y culturales”. Esas fueron las primeras medidas significativas anunciadas luego de que Miguel Díaz-Canel reemplazara al general Raúl Castro como Presidente del Consejo de Estado en abril 2018. Entonces, era imposible argumentar que Cuba estaba cambiando sus maneras totalitarias.
En la práctica, la planificación económica gubernamental anula nuestros planes individuales reemplazándolos con planes colectivos impuestos por la burocracia. La intervención económica gubernamental no mejora nuestras vidas porque nosotros, y no el gobierno, somos más capaces de evaluar los costos y beneficios que nos afectan.
Además, la planificación económica totalitaria estilo cubano, que promete traer el paraíso a la Tierra, es sumamente dañina al abolir nuestras libertades y nuestra soberanía individual; transforma a los ciudadanos en marionetas del gobierno. La opresión no engendra las virtudes de la libertad; al contrario, la mediocridad intelectual de la clase política cubana ha fomentado una sociedad “desindividualizada” sin ambiciones ni ilusiones. En palabras de Ortega y Gasset, Cuba ha dejado de ser “una realidad activa y dinámica”. Se ha convertido en Cuba invertebrada.
Nota: El último libro del Dr. Azel es “Libertad para novatos”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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