LA HABANA, Cuba.- El costo de víctimas del comunismo cubano se conoce, en toda la magnitud de su tragedia, gracias al profesor e investigador de la Universidad de Harvard, Armando M. Lago, y a la analista política María Werlau, directora del proyecto Archivo Cuba. El resultado es aterrador. Ambos contabilizaron cada una de esas víctimas con nombres y apellidos.
Auxiliándose de una computadora, en 1990 y sin conexión a Internet, trabajaron día a día en busca de cifras y nombres de todos aquellos cubanos que inspiraron tanto desprecio al fallecido dictador Fidel Castro y a su hermano Raúl.
Dichos investigadores arrojaron un total de víctimas sobrecogedor:
41 695 personas, entre hombres y mujeres.
En el primer año de la Revolución fueron fusilados 1 360 hombres.
Total de fusilados: 5 725.
Ejecuciones sin juicio: 1 206
Muertos por acciones no combativas: 10 305 Balseros identificados perdidos en el mar: 1 956 Estimado total de balseros muertos: 77 879.
Pero muchos se preguntan por qué los países democráticos permitieron que esta barbarie ocurriera en Cuba. Y por qué Estados Unidos no evitó lo que pudo, y así la realidad de hoy hubiera sido distinta.
La dictadura militar castrista recluida en la Base de Guantánamo, como bien propuso en una crónica la colega de CubaNet Miriam Celaya, y el país una Cuba democrática, con elecciones libres.
Sin embargo, la historia comenzó cuando Fidel Castro, en una carta a Celia Sánchez en 1957, anunció su guerra contra Estados Unidos, y a partir de 1959 su gobierno se convirtió en una dictadura antimperialista, amiga de todos los gobiernos tiranos de este mundo, para, junto a ellos, lograr la destrucción del país de Abraham Lincoln.
El 24 de octubre de 1960 Fidel Castro se apoderó de todas las empresas norteamericanas en el país, y a partir de ese día se precipitó la ruina económica de Cuba.
Para el año 2001 Fidel diría en Teherán: “Irán y Cuba, cooperando mutuamente, pueden poner de rodillas a los Estados Unidos”.
Por su parte, en el periódico Granma, órgano de prensa militar de Raúl Castro, se anunció recientemente el apoyo del régimen cubano a la propuesta de una diputada del Parlamento panameño de declarar día de duelo nacional por la invasión estadounidense a Panamá en 1989.
La invasión tuvo como objetivo la captura de Manuel Noriega, para así liberar al país del narcotráfico, la corrupción y los asesinatos políticos perpetrados por el dictador y gran amigo de los Castro.
La invasión a Panamá ocasionó aproximadamente 3000 muertos, es cierto, entre soldados de ese país y víctimas civiles, pero, ¿cuántos crímenes políticos cometió Noriega, quien dos meses antes había declarado la guerra a Estados Unidos?
Manuel Noriega logró huir a través de una institución católica, pero fue apresado a los pocos días y condenado a 40 años.
Un año después, justo el 31 de diciembre, se produjo la salida del último soldado estadounidense del territorio panameño y el Canal pasó a manos de ese pueblo.
Hoy Cuba sobrevive impedida de librarse de la dictadura castrista, pese a que una inmensa mayoría empobrecida lo desea. Pero el gobierno usa su estrategia para dominar al pueblo, que se ve impedido constantemente de luchar por su libertad de cara a un sistema truculento que lo mantiene amordazado, y amenazado de muerte por un ejército y una policía que vigila hasta sus sueños: un régimen que crea terror, pobreza y éxodo.
Pensar en una invasión de Estados Unidos para salir de esta pesadilla sería lo más lógico, aunque triste y lamentable, pero ¿no es esta la solución a nuestros grandes males sociales, económicos y políticos? ¿Sería esta solución el precio de nuestra libertad?
¿La solución para todo lo que pudo y debe evitarse?
Ustedes tienen la palabra.
Fuentes:
Archivo Cuba, de Armando M. Lago y María Werlau
Historia de Panamá y documentos impresos sobre Antonio Noriega.
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