LA HABANA, Cuba.- Durante sus más de 60 años de existencia el gobierno castrista no se ha cansado de divulgar a través de los medios en su poder que “trabaja por todo lo que acreciente el bienestar del pueblo”, y a la menor oportunidad exhibe a unos ciudadanos satisfechos, felices y agradecidos de su revolución a pesar del imperialismo yanqui y el bloqueo.
Por un lado (en público) la dictadura aparenta ser un Estado benéfico mientras que lejos de las cámaras (si bien cada vez le resulta más difícil ocultarlo) utiliza métodos represivos para lograr someter a la población. Desde los primeros años de vida el ciudadano cubano es víctima de macabros mecanismos ingeniados para aterrorizarnos, pues el miedo impide tomar decisiones propias contrarias a lo establecido por el sistema, así como manifestar criterios diferentes. Los que se arriesgan a desafiar a la implacable maquinaria castrista son víctimas de los instrumentos creados para someter a la población, como los CDR, la FMC, la FEU, los sindicatos o las Brigadas de Respuesta Rápida, que actúan impunemente porque en Cuba las leyes están al servicio de los comunistas.
Uno de los ejemplos más recientes lo padecimos desde el inicio de la pandemia: al tiempo que la población era víctima de juicios ejemplarizantes, imposición de elevadas multas y el patrullaje nocturno de los boinas negras que cazaban sin piedad a los noctámbulos; los medios por su parte ensalzaban la labor de organizaciones, inspectores y policías con su constante preocupación por la salud del pueblo y su tenaz trabajo “educativo” para hacer cumplir las nuevas medidas establecidas, fundamentalmente el uso obligatorio del nasobuco en público y mantenerse en casa, mientras la población deploraba los excesos y abusos de poder.
Y aunque estos son temas muy comentados y criticados por los ciudadanos, la prensa oficialista no se da por aludida. Cuando hablan de las campañas masivas de información en los barrios y la televisión para combatir el coronavirus, ¿acaso desconocen las medidas abusivas aplicadas al pueblo? Nada justifica las elevadas multas, como tampoco el cubano comprende que en momentos tan difíciles como el que estamos atravesando tanto económica como socialmente el gobierno imponga sanciones brutales que sólo agudizan los niveles de pobreza.
Sobre el manejo de la COVID-19 en Cuba, el sitio Cubadebate publicó recientemente el artículo “¿Por qué Cuba no tiene un movimiento antivacunas?”, escrito por dos periodistas europeos, una comparación entre el manejo de la COVID-19 por el gobierno cubano y por el belga. Como no conozco a cabalidad las medidas aplicadas en Europa no puedo emitir criterios al respecto; lo que sí es evidente es el desconocimiento de estos reporteros sobre la realidad cubana. Mencionan que al principio de la pandemia el gobierno belga afirmaba que las mascarillas no servían porque no se disponía de ellas debido a una mala gestión. Quizás desconocen que los nasobucos que usa la población cubana no son gestionados por el gobierno sino que están hechos de trapos viejos en nuestros hogares. Claro que esos no son los que llevan los dirigentes comunistas, los mismos dirigentes que en primer lugar permitieron que el virus entrara a la isla antes de cerrar nuestras fronteras.
En Cuba además la población no fue vacunada, sino inyectada con candidatos vacunales de fabricación nacional en fase de prueba, aún no reconocidos por la OPS o la OMS, los trabajadores en sus centros de trabajo y el resto en las postas médicas y bajo el apremio de los CDR para que no quedara nadie sin inyectar. Para poder viajar entre provincias, trabajar o ir a la escuela es obligatorio estar “vacunado”. Por supuesto, quienes hemos tenido la osadía de no prestarnos para el ensayo clínico también tenemos nuestros temores y preocupaciones, pero manifestarlos públicamente nos puede acarrear malas consecuencias, aparte de que a la dictadura no le interesa escucharnos.
Que se alegren esos periodistas desinformados de vivir en Bélgica, porque si vivieran en Cuba serían dos más de entre los millones de isleños que luchan desesperadamente por escapar del paraíso comunista, o quizás estarían entre los miles de cubanos que hoy sufren cautiverio por querer vivir en un país libre.
ARTÍCULO DE OPINIÓNLas opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.