GUANTÁNAMO, Cuba. – En la prisión ver un noticiero es sumamente difícil. Un solo televisor es insuficiente para un grupo numeroso de reclusos que en realidad van al comedor para conversar. Recibo noticias del exterior a través de mi esposa y de los periódicos viejos que esta me trae, pues ahora ya ni siquiera se distribuye la prensa comunista a los reclusos. Todo parece indicar que la continuidad anunciada por el presidente designado por el partido comunista, Miguel Díaz-Canel, también incluye la reiteración de una retórica vencida por el tiempo y la incredulidad cada vez más creciente de los cubanos. Ejemplo de ello es el discurso pronunciado por el señor Bruno Rodríguez Parrilla el pasado 28 de septiembre en el septuagésimo cuarto debate general de la Asamblea General de la ONU.
Luego de una introducción cuyo centro fue el omnipresente ataque al gobierno norteamericano, el canciller aseguró que el bloqueo económico y financiero de los Estados Unidos continúa siendo el principal obstáculo para el desarrollo de nuestro país y que las nuevas medidas norteamericanas afectan particularmente al sector no estatal de nuestra economía. Tal parece que ahora el gobierno cubano está preocupado por el destino de un sector al que ha mantenido arrinconado y sin posibilidades reales de desarrollo durante más de cincuenta años. Por supuesto, el canciller no se refirió al bloqueo que el gobierno del Partido Comunista de Cuba realiza contra libertades y derechos humanos fundamentales, desconocidos por nuestro pueblo porque la dictadura no permite su práctica.
A continuación el canciller se refirió al dinero que, según él, el gobierno de Estados Unidos incluye en su presupuesto federal para confundir y debilitar la unidad de nuestro pueblo. Me sorprende la insistencia de los comunistas cubanos en esta alegación, pues simultáneamente no se cansan de asegurar que el pueblo cubano posee gran madurez política y que a los periodistas independientes nadie los lee y a los dirigentes de la oposición pacífica nadie los conoce ni los sigue. Si eso fuera cierto, ¿por qué se preocupa el gobierno?, ¿por qué dedica tantos recursos y talento a bloquear sitios digitales que informan sobre aspectos de la realidad cubana que jamás son abordados por la prensa oficialista? Y en cuanto a la presunta unidad del pueblo cubano, bien sabe el canciller que se trata de un eufemismo, que no existe, y que su aparente existencia se debe a la continua represión que se ejerce contra toda voz disidente.
El canciller se refirió en su discurso a las acciones que supuestamente realiza el gobierno norteamericano, las cuales transgreden el derecho internacional, pero guardó absoluto silencio sobre las masiva y reiteradas violaciones que el gobierno que él representa hace sobre los más elementales derechos humanos de los cubanos, como la negativa a reconocer a otras fuerzas políticas, a legalizar la existencia de organizaciones de la sociedad civil independiente, a reconocer el derecho de que existan medios de comunicación independientes del Estado, a respetar, de verdad, los derechos de asociación y libre expresión y otros muchos contemplados en diferentes instrumentos jurídicos internacionales.
Afirmó el canciller que no han faltado en este periodo las amenazas ni los chantajes más desfachatados, “ni inmorales invitaciones a que nuestro país traicione sus principios”. Es evidente que el señor Rodríguez equipara los principios que defiende la clase gobernante con los del pueblo, algo totalmente falso en un país donde el pueblo no puede decidir absolutamente nada sobre la política exterior y cuya soberanía ha sido secuestrada por el Partido Comunista.
No faltó en su discurso la invitación al diálogo con el gobierno norteño, pero “basado en el respeto mutuo y el reconocimiento de nuestras profundas diferencias”. Resulta difícil ver sinceridad en sus palabras cuando el gobierno del Partido Comunista desconoce y discrimina a los cubanos que proponen otro proyecto de país.
Por si fuera poco, en otra parte de su discurso, el canciller exigió el cese de medidas coercitivas unilaterales, rechazó el uso de la fuerza y alentó el diálogo respetuoso sobre la bases de los principios del Derecho Internacional. Nadie puede proponer un modelo de relación política a otro país si no es capaz de aplicar esos principios en su propia casa. ¿Cómo pueden hablar de respeto al multilateralismo, a la democracia y a los derechos humanos quien no es capaz de reconocerlos en Cuba?
Pero así va el mundo. Y es por eso que nuestra dictadura gasta tantos recursos en propaganda, reuniones internacionales con las fuerzas de izquierda y en fomentar la agitación política contra Estados Unidos.
Sin embargo, como afirma un viejo refrán, “lo que la mentira recorre en mil años, la verdad lo hace en un segundo”, y hace ya algún tiempo que los cubanos han abierto sus ojos. Que sigan simulando y postergando la defensa de sus derechos es otra cosa, pero lo cierto es que esa retórica de los comunistas de Cuba ya ha sido vencida por el tiempo.
Prisión provincial de Guantánamo, noviembre 2019
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