GUANTÁNAMO, Cuba.- Según información publicada por el sitio Cubadebate, el pasado 8 de noviembre, durante las labores del Séptimo Período de Sesiones de la Conferencia de los Estados Partes en la Convención de la ONU contra la Corrupción, el señor Juan Antonio Fernández, embajador cubano ante Austria y la Oficina de las Naciones Unidas en Viena, expuso las acciones que realiza el régimen cubano en contra de ese mal.
El embajador se refirió a la actualización de la legislación nacional contra la corrupción, con relación a los tratados internacionales de extradición y asistencia jurídica recíproca. Según su discurso, el régimen tiene la disposición de colaborar con otros Estados partes de la Convención y se refirió a una presunta reforma legislativa nacional, que infiero —según se anunció en el 2012— es la misma que debió realizar la Asamblea Nacional a punto de terminar su mandato. Esa reforma y la de la Constitución continúan pendientes.
Democracias y dictaduras ante el flagelo
La corrupción es un problema vinculado a los inicios de la civilización. Elaborar métodos para su control y combate constituye uno de los objetivos esenciales de todo gobierno dispuesto a hacer de la política un verdadero bien público.
En un excelente dossier sobre el tema, publicado por la revista El Correo de la UNESCO en junio de 1996 y cuyos artículos mantienen una impresionante vigencia, se afirma que la lucha contra la corrupción tiene más éxito en los estados democráticos que en los totalitarios. La razón estriba en que en los primeros el multipartidismo provoca la competencia y la vigilancia entre las fuerzas políticas, impidiendo el abuso de poder. Se suma a ello la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y la existencia de una prensa independiente, plural, capaz de denunciar la corrupción ejecutada por los grupos de poder y de movilizar a la sociedad civil contra ella. Tal realidad política se convierte en fuerte valladar contra el flagelo. Ello no significa que no exista corrupción en las democracias, pero sí que no puede florecer con la misma impunidad con que lo hace en las dictaduras, donde la génesis de la corrupción está intrínsecamente vinculada a los empoderados y favorecida por el secretismo del Estado.
Según el criterio de la señora Donatella Della Porta, entonces profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia, la ausencia de una prolongada alternancia en el poder tiende, a la larga, a favorecer la corrupción.
Marc Germanangue-Debare, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París, al hacer un análisis de la corrupción en los países que formaron el mal llamado bloque socialista europeo, afirmó que la sustitución de todas las formas de propiedad privada por la propiedad estatal transformó en dueños y señores colectivos de la naturaleza y de los individuos a un sector de funcionarios todopoderosos que actuaban a nombre del “proletariado”. Ahí estuvo el germen de la corrupción en dichos países.
Y Eugenio Raúl Zaffaroni, entonces director del Departamento de Derecho Penal y Criminología de la Universidad de Buenos Aires, afirmó que desarrollar el aparato represivo del Estado en el marco de instituciones defectuosas, en las que el poder se ejerce sin contrapeso, equivale a multiplicar las posibilidades de abuso y a fomentar la arbitrariedad, la violencia y la corrupción.
La corrupción cubana de cada día
El Estado cubano está gobernado por un partido y por dirigentes que jamás han sido elegidos por el pueblo. Se perpetúan en el poder sin someterse a la voluntad popular, por eso es un Estado corrupto.
En Cuba no existe transparencia informativa acerca de los casos de corrupción que han ocurrido en las altas esferas de poder. Y cuando muy esporádicamente algún pez gordo cae, el tratamiento que recibe, en comparación con el ofrecido a otros ciudadanos, es muy diferente.
Un significativo acto de corrupción ocurrió hace algunos años en la aviación civil cubana y provocó la destitución del general Acevedo. Los rumores que circularon sobre el monto de dinero en divisas ocupado y sobre el modo de vida de algunos de los funcionarios involucrados impresionaban al cubano común, pues los medios oficialistas aseguran que nuestros dirigentes son incorruptibles. Pero sobre el caso no hubo ninguna información oficial.
El escándalo mediático que involucró a Antonio Castro Soto del Valle en su periplo por el mar Mediterráneo tampoco tuvo repercusión en la prensa “objetiva y revolucionaria” cubana.
Sólo algunos casos de corrupción de administradores de tiendas y mercados tienen resonancia en la prensa nacional y en la provincial. Según ha publicado el periódico Venceremos, órgano oficial del partido único en Guantánamo, desde hace más de cinco años las malversaciones aquí alcanzan un monto anual superior a los veinte millones de pesos. La gran mayoría de los implicados son militantes del Partido que se autoanuncia como la vanguardia política cubana.
Una medida loable del régimen cubano fue disponer la venta liberada de materiales de construcción. Pero, de qué vale esa medida si apenas situados en los puntos de venta, los materiales son vendidos al por mayor a los revendedores, quienes lucran con ellos en perjuicio del pueblo. Igual ocurre con una larga lista de productos que se venden en las tiendas recaudadoras de divisas, con las medicinas y los alimentos.
Al consumidor cubano se le engaña consuetudinariamente y a pesar de los abusos y quejas reiteradas todavía no existe una entidad —estatal o de la sociedad civil— que lo proteja ante tales desmanes.
Igual corrupción, pero de consecuencias morales, se aprecia cuando se ofrecen datos distorsionados sobre la asistencia a las reuniones de las asambleas de rendición de cuentas del delegado del Poder Popular o sobre las votaciones. O cuando un ciudadano no recibe la atención que merece en la Fiscalía General de la República, o se le discrimina en ella y en los tribunales por su posición política y no se le defiende ante los abusos de las fuerzas represivas.
Hay una vieja frase que asegura que no se puede ser juez y parte. El Estado-Partido Comunista cubano no puede librar una lucha efectiva contra la corrupción mientras sea su fuente nutricia principal.