GUANTÁNAMO, Cuba. – La Unión Europea (UE) se halla en un proceso de renovación. En ese contexto surgen expectativas acerca del rumbo que pueden tomar sus relaciones con el régimen cubano.
En tal sentido, cuestionarse si el bloque continuará aplicando la política adoptada por la saliente Federica Mogherini, o si asumirá cauces más dignos, adquiere particular relevancia para los cubanos interesados en que en nuestro país se introduzcan los cambios que necesita.
El régimen cubano acostumbra a presentar como sociedad civil legalizada a las organizaciones gremiales y de masas que en realidad resultan correas transmisoras y cumplidoras de sus ucases. No se puede considerar a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y muchas otras, como organizaciones de la sociedad civil cubana, porque están dirigidas por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y son usadas en actos de repudio contra los opositores pacíficos cuando reciben la orden de la Seguridad del Estado. Son organizaciones satélites del partido comunista cubano y de él reciben las edificaciones donde tienen sus sedes, el salario que se les paga a quienes las dirigen y los viáticos para sus viajes al extranjero. Quienes las dirigen son designados por dicho departamento.
En Cuba coexisten numerosas organizaciones independientes que no han sido reconocidas por el régimen porque no aceptan su control y luchan por ideas rechazadas por los castristas y por otro proyecto de país diferente al impuesto por ellos. Por esa razón se les niega un espacio dentro de la sociedad cubana y se les impide que legalicen su estatus en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia. En ese mosaico, que representa a la verdadera sociedad civil cubana, están los movimientos defensores de los derechos humanos y los opositores pacíficos que luchan para que todos los cubanos tengamos derechos civiles y políticos, para que Cuba se democratice y que la opinión de todos los ciudadanos pueda darse a conocer en un espacio de tolerancia. También existen organizaciones que representan intereses muy puntuales.
¿Cómo podrían cooperar las instituciones de la UE y de los Estados miembros con la sociedad civil cubana independiente, que promueve la democratización y el respeto por todos los derechos humanos? ¿Cómo podrían promover la cooperación entre esa sociedad civil discriminada y reprimida y la sociedad civil europea?
Pienso que la verdadera sociedad civil cubana está muy necesitada de apoyo y solidaridad internacionales. Sin intención de agotar el tema ni creyendo que incluyo a todos los posibles actores, me vienen a la mente el proyecto de Bibliotecas Independientes, los escritores discriminados por su posición política, los medios que se publican en Cuba de forma alternativa y los periodistas independientes, las asociaciones gremiales, los proyectos artísticos, etc. Por supuesto que incluyo en ese mosaico a los opositores pacíficos cuyo accionar ha demostrado sistematicidad y relevancia a favor de la democratización del país.
El proyecto de Bibliotecas Independientes juega un papel muy importante en la promoción de autores y libros censurados en Cuba, en la libre circulación de las ideas y en la creación de espacios de debate sobre temas de interés público. Las resonancias de una labor como la que realizan estos activistas son incalculables y sumamente beneficiosas en una sociedad signada por la intolerancia y el despotismo impuestos desde el poder. La UE podría establecer nexos con los representantes de ese proyecto y enviar libros y filmes que no son publicados en Cuba. Entre esos materiales sería loable que hubiera libros de autores cubanos censurados por el régimen. Hablo no sólo de literatos sino también de historiadores, sociólogos y juristas. Sería positivo que los materiales fílmicos versaran sobre la historia de Cuba y del régimen castrista, desconocida por la mayoría de la juventud cubana. Ese proyecto también debería recibir textos sobre los métodos de la lucha no violenta y sobre cómo lograr su estructuración eficaz atendiendo a nuestras circunstancias.
Los medios periodísticos y de comunicación creados de forma alternativa a los que están controlados por el régimen cubano deberían recibir becas para que sus miembros participen en cursos de adiestramiento sobre el uso de las nuevas tecnologías. También deberían recibir apoyo material y financiero así como textos de actualidad y relevancia. Pudiera crearse un concurso que premie los mejores trabajos publicados en estos medios.
Los escritores cubanos que viven en el país en el mayor ostracismo, discriminados por el régimen y sus organizaciones satélites, como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), deberían recibir becas para facilitar su creación y apoyo para publicar sus obras en Europa.
También tienen presencia en Cuba proyectos como “People in need” y otros dedicados a la ayuda de familias situadas en situaciones vulnerables. La Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) realiza también una loable labor en ese sentido. Por eso su crecimiento e incidencia social ha recibido una feroz represión por parte del régimen. Apoyar con acciones concretas a organizaciones como estas no sólo provocaría un beneficio palpable en la vida de los cubanos favorecidos sino que también contribuiría a realzar la presencia de la sociedad civil independiente y a fortalecer el liderazgo de quienes la representan. Obviamente, el régimen protestará ante esta clase de intercambio y apoyo por parte de la UE. Corresponderá a ella decidir si adoptará una posición genuflexa ante el castrismo o si optará por defender ese derecho de la sociedad civil independiente cubana.
La UE también podría asumir una política de solidaridad y apoyo permanente con las organizaciones de la sociedad civil independiente cubana, creando becas y cursos para sus miembros, con el objetivo de que esa noble lucha se expanda por todo el país en defensa de todos los derechos humanos y de la democratización.
En este campo las organizaciones afines de la sociedad civil europea juegan un papel importante pues pueden compartir sus experiencias con sus homólogas cubanas. Resultaría muy productivo que las organizaciones de la sociedad civil europea involucradas en ese intercambio hayan sido creadas en los antiguos países socialistas europeos.
De forma general pienso que la UE también podría solidarizarse con la sociedad civil independiente cubana en la Organización de las Naciones Unidas, en los organismos defensores de los derechos humanos y en cuanto escenario internacional participe, condenando la represión a la que son sometidos cotidianamente los miembros de ese sector social y condicionando su ayuda económica al régimen según sea la respuesta de este. De no existir un cambio del castrismo en cuanto al respeto de los derechos humanos de todos los cubanos y en cuanto a la apertura democrática que necesita nuestro país no resultaría honesto que la UE continuara entregándole dinero, pues eso lo fortalecería gratuitamente, lo que ha ocurrido hasta ahora.
La política de la UE con respecto a Cuba no rendirá frutos en cuanto a la democratización del país y el respeto a todos los derechos humanos si continúa haciendo suyos conceptos inaceptables como el de la señora Mogherini, quien afirmó que Cuba es una democracia de partido único.
Antes de haber dicho esa infortunada frase la señora Mogherini debió haber leído con detenimiento a Rosa Luxemburgo, la digna líder comunista alemana asesinada por los nazis. Ella, que soñó con una mejor sociedad para todos los ciudadanos, consideró que una sociedad regida por un solo partido no generaba libertad ni democracia, ni siquiera para los miembros de ese partido. Estaba muy clara. Eso es lo que ocurrió en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la República Popular China, Corea del Norte, Viet Nam y Cuba.
Desde el 2008 hasta el 2014 la UE entregó al régimen cubano 9 millones de euros como parte de su cooperación para el desarrollo. Para el período 2014-2020 ha asignado 55 millones de euros y desde 1993 hasta hoy le ha aportado más de 94 millones de euros en concepto de ayuda humanitaria. La suma de esos envíos sobrepasa los 158 millones de euros, dinero que ha ido a parar a las arcas del castrismo con muy pocos resultados. Teniendo en cuenta que cuando se aprueba el presupuesto anual en la Asamblea Nacional del Poder Popular jamás se informa al pueblo el monto destinado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y al Ministerio del Interior, es posible que parte de ese dinero haya sido desviado a esos organismos para reprimir a la sociedad civil independiente.
Es hora de que la UE piense un poco más en los agentes de cambio y olvide a los retardatarios.
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