LA HABANA, Cuba. – Si usted vive en Cuba y el salario no le alcanza para alimentar a su familia ni siquiera los tres primeros días del mes no es que usted viva hundido en la miseria sino que está “confundido”.
Si usted se siente presa de la ira porque ha trabajado por más de 20 años y, a pesar de cargar en su pecho mil medallas y condecoraciones por la “proeza laboral” y la “defensa del socialismo” hoy está más que convencido de que jamás concretará el sueño de construir o comprar su propia casa, o ha llegado a ese punto en que se conformaría con que le “asignen un local abandonado e insalubre”, o al menos “un terrenito” de 2 x 2 donde levantar un techo con un par de yaguas, en realidad no es la razón quien lo conduce al enojo sino el olvido.
Porque la “vocación del revolucionario”, de acuerdo con el “manual de usuario” de esta gigantesca máquina moledora que se llama comunismo, debe ser el sacrificio y no la confusión que tanto frustra o deprime, como cuando se descubre que el Gobierno no ha parado de construir hoteles de lujo en medio de una pandemia que afecta la economía mundial o que al jovenzuelo vecino militar, solo por ir a la cabeza de la turba represora repartiendo palos a diestra y siniestra contra los manifestantes pacíficos del 11 de julio, la Revolución lo ha premiado con una casa nueva, totalmente amueblada.
Si usted o algún familiar suyo es maltratado en un hospital, si no tiene modo de obtener tratamiento o al menos medicinas para su enfermedad porque le dicen que no hay, pero usted sabe dónde es que existe en abundancia y la venden —y hasta la regalan— a extranjeros en clínicas donde a usted le tienen prohibido entrar, no es que usted sea un ciudadano de segunda categoría, u otro cubano de a pie discriminado por no tener dólares en el bolsillo, sino que usted solo está viendo el lado malo de la situación, se distrae con las “manchas del sol” porque está “confundido”.
Si usted desea obtener un buen empleo de esos reservados para “confiables” y donde piden “avales” de las “organizaciones políticas y de masas” y, a pesar de ser el profesional más idóneo del planeta, nunca puede lograrlo, no es porque algún vecino lengüilargo haya susurrado que usted no es “sociable”, que “tiene rasgos burgueses” y que “parece antisocial” o “contrarrevolucionario”. Nada de eso, es solo porque usted está confundido, y ve chivatos y envidiosos donde no los hay.
Si a usted ETECSA, la única empresa telefónica que existe en Cuba, le retira los servicios de voz e internet como castigo por sus comentarios políticos en sus propios perfiles en redes sociales, si lo expulsan de la universidad o del centro de trabajo por dar like a una publicación de Yoani Sánchez, de Yunior García Aguilera, de Luis Manuel Otero o de Yotuel, o por compartir una noticia de CubaNet o CiberCuba, si algún policía, ya sea de militar o de civil, le toca a la puerta para amenazarle con la cárcel por tararear la canción “Patria y Vida”, por escuchar en la intimidad de su hogar la música de Los Aldeanos, no es que usted viva bajo una dictadura, nada de eso, sino que usted en su confusión no alcanza a comprender que el Gobierno lo hace por su bien, que lo salva de caer en la maldita duda que tanto daño le hace a la patria, e incluso, como bonus track, hasta se encarga de educar con celo y garrote sus gustos musicales.
Si a usted le da la impresión de que el “reordenamiento”, el “reajuste salarial” y la “apertura económica” y hasta la misma “conceptualización” han sido una estafa colosal porque no solo le han saqueado los ahorros de toda la vida bajo el pretexto del “bien común” sino que lo están obligando a emigrar o a prostituirse para salvar a su familia del hambre, es porque usted se la pasa metido el día entero en las redes sociales, envenenándose con la prensa independiente, gastando en paquetes de datos los centavos que debiera emplear en comida. Y eso de contrastar información, de persistir en dudar, en no creer lo que repiten una y otra vez el noticiero oficialista de las 8:00 de la noche y la Mesa Redonda es lo que lo mantiene confundido.
Crea con fe ciega de una vez y por toda en lo que diga Humberto López y solo así dejará de sufrir.
Si usted tiene la sensación de que por más que se esfuerza no logra nada en la vida no es porque, como usted piensa, vivir en Cuba sea una carrera con obstáculos arbitrada por jueces tramposos, o porque todo esté diseñado para que los sentimientos de culpabilidad y la autocompasión hagan el “trabajo ideológico” que mejor sabe hacer el Partido Comunista, sino porque usted, en su debilidad y confusión, no es capaz de llevar el ritmo de esta carrera a fondo y eterna llamada “construcción del socialismo”.
De modo que si usted intenta marchar pacíficamente este próximo 15 de noviembre o cualquier otro día para demandar libertad, para exigir que se respeten los derechos humanos más elementales, para expresar su descontento con la gestión de un gobierno que usa la Constitución para protegerse del pueblo, mantenerlo sometido y eternizarse en el poder, no es porque usted esté harto de ser tratado como animal de granja, cansado de ver cómo el poder apenas sirve para engordar las barrigas de unos cuantos mediocres y arribistas, usted solo tomará las calles porque vive en un país donde nada es lo que parece ser y donde, como consecuencia, la perpetua confusión nos pone a todos, a pesar de nuestras diferencias, en el mismo bando.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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