MIAMI, Estados Unidos.- Pudo haber sido en la televisión cubana que por desconocimiento o equivocación transmitió en un programa de video clips musicales, que esperábamos con ansias, el que David Bowie dedicara a su éxito Let’s Dance.
O tal vez lo vi por primera vez en uno de esos momentos casi místicos donde la televisión de Miami entraba de manera límpida en nuestros destartalados receptores rusos.
Lo cierto es que era y sigue siendo luego de cuarenta años de realizado un video clip insólito, surrealista, que presenta a dos aborígenes australianos divertidos -la protagonista con zapatos rojos-, bailando y asimilando una música en las antípodas de su cultura.
Saber y oír de un intérprete británico llamado David Bowie mediante la radio que escuchábamos procedente del sur de la Florida no era lo mismo que verlo desenvolverse en aquel paisaje de Australia, desde entonces, haciendo frente a convenciones sociales y conceptuales.
Me imagino que este video sufriría contratiempos de realizarse hoy. Bowie sería acusado de “apropiarse” irrespetuosamente de un escenario que no le correspondía a su música.
Quiero pensar que se las ingeniaría, sin embargo, para evitar la prohibición y los límites a su caudal creativo como siempre logró hacer en una vasta carrera que desarrolló en géneros artísticos de gran diversidad e influencia.
Luego vendría otro video clip de Bowie, abriéndose paso en nuestro agobio castrista, también de los años ochenta, haciendo un dúo totalmente energético con Mick Jagger, donde interpretan y bailan su versión de Dancing in the Street, canción clásica de Martha and the Vandellas.
En el año 2018 tuve el privilegio de asomarme al universo del cantante y compositor en la exposición David Bowie Is, del Museo de Brooklyn, parada final de la gira internacional de una exhaustiva y exitosa muestra sobre su carrera, que comenzó en el 2013 en el famoso Victoria and Albert Museum de Londres.
Ahora llega a los cines de Miami un complemento ideal de aquella exposición y de su vigencia incuestionable, la presentación mundial en las salas IMAX del documental Moonage Daydream, dirigido por Brett Morgan.
Estrenado con gran aclamación durante el pasado Festival de Cine de Cannes, se trata de la primera película sobre el artista autorizada por quienes administran sus bienes, con acceso libre a vastos archivos que Bowie cuidaba minuciosamente.
Moonage Daydream es también el nombre de otro de sus éxitos que data de 1972 y ahora de esta expedición cinematográfica al centro de su poética, sin la cronología al uso y las consabidas “cabezas parlantes” de amigos o conocedores de la estrella.
Pocas figuras solistas del rock clásico pudieran asumir esta suerte de disección sonora y visual tan espaciosa donde figura no sólo la música de una estética bastante exclusiva, sino el teatro, el vestuario, las artes plásticas, la moda y otros componentes de la obra magna que concibió sin confines.
En el documental, Bowie confiesa su necesidad de seguir moviéndose hacia otras alternativas cuando parece agotar una posibilidad expresiva. La película da fe de tal genialidad imparable usando los propios recursos dramáticos del cantante.
Moonage Daydream incluye muchas imágenes de archivo poco conocidas de conciertos emblemáticos, sobre todo de los comienzos de su carrera, donde retaba con perseverancia límites sociales e incluso artísticos al crear alter egos de vanguardia como Ziggy Stardust o The Thin White Duke.
Detrás de cada una de sus quimeras y performances, que emulan con los más famosos cultivadores del género, hay una solida concepción filosófica y estética reveladas por el documental en una suerte de visualización de su conciencia.
Fallecido el 10 de enero del 2016, dos días después de cumplir 70 años y dar a conocer su obra maestra final el álbum Blackstar, David Bowie ha regresado con Moonage Daydream, como solía hacerlo luego de retiros autoimpuestos, con la fuerza de un vendaval imaginativo inagotable, como se ve en el documental cuando canta sobre un escenario de eternidad Let’s Dance, frente a miles de personas que lo adoran como a un dios terrenal.
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