LA HABANA, Cuba.- Me toca abordar hoy el tema de la tercera y última parte de la entrevista concedida por Miguel Díaz-Canel al periodista hispanofrancés Ignacio Ramonet, la cual estrenó la Televisión Cubana este viernes. Pensé centrarme en los asuntos de las relaciones internacionales que, según anunció el aludido informador, constituirían el núcleo de esa entrega final, pero confieso que, después de escuchar las tres partes del diálogo, hubo otro asunto, aparentemente alejadísimo de las preguntas formuladas y las respuestas dadas, que fue el que de inicio acaparó mi atención.
Entonces me parece adecuado comenzar por ese tema exótico: el de los perritos de juguete destinados a ser instalados en diferentes vehículos, que estuvieron muy en boga años atrás. Como esos adminículos están dotados de una cabeza movediza, esta se desplaza de manera continua (generalmente arriba y abajo) mientras el auto o camión se traslada. No en balde son conocidos en inglés como “nodding dogs”, y en castellano como “perros mueve cabezas”.
Puede que este último término se haya popularizado en nuestra Madre Patria o en países hermanos de América Latina. En Cuba no. El conjunto de nuestros compatriotas, con la insuperable capacidad para la burla y el choteo que nos caracteriza, acuñamos un sinónimo mucho más breve, cómodo y certero: “randy”. Estamos ante un caso notable de antonomasia, y el conocer cómo este nombre propio se transformó en uno común nos permitirá asomarnos a algunas de las turbias interioridades de la llamada “prensa oficialista del socialismo”.
Es el caso que el señor Randy Alonso es el “periodista” (de alguna forma hay que denominar la actividad que realiza) que está al frente de la “Mesa Redonda” de la Televisión Cubana. Se trata de un programa que está a mil millas de la idea que acude a la mente de uno cuando se menciona ese nombre en un país normal: el de un debate civilizado entre personas con ideas contrapuestas sobre un tema determinado. En las “mesas redondas” de nuestra Isla, todos los participantes opinan lo mismo.
Años atrás, el todavía “Máximo Líder” concurría a veces al referido programa (en cuyo caso, ¡claro!, era él el único que hablaba). Y en tales ocasiones era digno de verse cómo, desde el momento en que el personaje empezaba a hablar y hasta que se callaba (o sea, desde el inicio del programa y hasta su conclusión), el señor Alonso se mantenía haciendo con su cabeza enfáticos gestos de asentimiento, expresando una viva conformidad con todo lo expresado por “el Comandante en Jefe”.
Esas clarísimas muestras de sometimiento y obsecuencia ante el Poder no pasaron inadvertidas para los cubanos, y fue así que el nombre del agitador castrocomunista sirvió para designar a los aludidos perritos. Estas remembranzas vienen al caso porque la actitud asumida por Ramonet ante su entrevistado recuerdan demasiado las poses de “Randy” ante su adorado Comandante.
Es verdad que tantos gestos de conformidad y acatamiento, al igual que las sonrisitas cómplices que el hispanofrancés no escatimó ante el mandamás cubano, hablan muy mal de un periodista que —se supone— desea proyectar una imagen de objetividad profesional ante las temáticas abordadas en la entrevista. En definitiva, lo único que dejó traslucir don Ignacio fue su identificación ideológica y aun su complicidad con el entrevistado.
Pero retornemos al capítulo final de la entrega periodística. Su tema —insisto— era “la política internacional”. No obstante, Ramonet se las arregló para comenzar su interrogatorio volviendo a tocar el dichoso “embargo-bloqueo”. También salió de nuevo a colación el tema de la COVID-19… Pese a las reiteraciones, lo único que fue posible sacar en claro fue la extrema irresponsabilidad y absoluta falta de objetividad con que las autoridades de la Isla enfocan el importantísimo tema de las relaciones entre nuestro país y el gran vecino del norte (de lejos, el más importante de nuestros vínculos bilaterales).
En un momento de la entrevista, Díaz-Canel afirmó redondamente: “Cuba no ha afectado a los Estados Unidos”; “Cuba no ha tomado ninguna medida en contra del Gobierno de los Estados Unidos”. Y completó la idea: “el Gobierno de los Estados Unidos fue el que impuso de manera unilateral el bloque, por lo tanto, el Gobierno de los Estados Unidos es el que tiene de manera unilateral que quitar el bloqueo. Nosotros no pedimos ni favores ni tenemos que tener ningún gesto para que nos quiten el bloqueo…”.
¿De veras es necesario que sea un periodista independiente el que tenga que recordarle al Presidente electo con 470 votos cómo se inició el actual diferendo entre Cuba y nuestro gran vecino! ¿En realidad hace falta rememorar que las primeras medidas serias de enfrentamiento entre ambas partes fueron las derivadas de las llamadas “nacionalizaciones” (¡despojos, en realidad!) perpetradas por Castro y su comparsa contra legítimos propietarios estadounidenses que invirtieron sus capitales en nuestra Patria y que hoy, al cabo de más de sesenta años, no han recibido un solo centavo de compensación! ¡Si Díaz-Canel considera que, con aquellos despojos, “Cuba no ha afectado a los Estados Unidos”!…
Dejándose llevar por sus propias palabras y la obvia conformidad de Ramonet, el presidente cubano, refiriéndose a América Latina y el Caribe, llegó a afirmar: “Nosotros hemos enviado médicos y maestros, colaboradores internacionalistas también en la ingeniería y en otros campos de la economía…”.
Como Díaz-Canel no se esconde para proclamar que preside un gobierno de “Continuidad”, habría que preguntarle: ¿Y qué puede usted decirnos sobre la política “antiyanqui” mantenida a ultranza durante decenios (lo que incluyó entrenamiento y envío de “guerrilleros” de todo tipo para combatir a los gobiernos aliados de Estados Unidos en toda América Latina)! ¿O qué sobre la íntima amistad mantenida hasta hoy con cualquier régimen que se enfrente al “Gran Satán”, ya se trate de los imperialistas rusos o de los ayatolas de porquería!… ¿Supondrá Díaz-Canel que esas acciones inamistosas también son subsumibles dentro de la idea “Cuba no ha afectado a los Estados Unidos”!
Pero, claro, nada de eso lo preguntó Ramonet, quien, en el segmento consagrado a la “política internacional”, tampoco planteó el actual tema principal de esta última: la bárbara guerra de agresión desatada por el dictador ruso Vladímir Putin contra la Ucrania independiente. Ni el del conflicto Israel-Hamás, iniciado por el no menos bárbaro ataque de esta última organización terrorista contra el Estado hebreo, el pasado 7 de octubre.
Deseo terminar esta obrita citando el párrafo final del admirable artículo de la colega Ana León publicado aquí mismo en CubaNet el pasado viernes: “Para nosotros, que sabemos lo que hay y lo que se avecina, no es nada raro que Díaz-Canel delire o mienta con tanto aplomo. Pero que un respetado periodista, por muy comprometido que esté con los movimientos de izquierda, dé por buenas las declaraciones de un jefe de Estado sin cuestionarlas ni buscar otras fuentes de información para llegar a la verdad de las cosas, dice mucho de cuán indigna puede llegar a ser cualquier profesión si se deja solazar por intereses ideológicos”.
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