LA HABANA, Cuba. – Por estos días de cero efectivo cubano y dolarización galopante, a alguien le dio por “descubrir” que el retrato de Miguel Díaz-Canel, sonriente, burlón, se encontraría oculto en la unión de los anversos de los billetes de 50 y 200 pesos.
La gente se divierte doblándolos por la mitad y luego fusionando los rostros de Calixto García y Frank País para que de esa conjunción surjan tanto el responsable del caos financiero actual como un billete inexistente e inservible de 250 pesos que bien representaría al Gobierno de la “continuidad”, donde todo parece un pastiche de retazos de lo peor de épocas las pasadas.
Un billete de 250 pesos que no existe ni tiene valor real, y que por tanto bien pudiera representar esta realidad de multitudes haciendo colas durante horas en los bancos para intentar hacerse con el poco efectivo que logren extraer mediante mil y una artimañas, puesto que la dura realidad transcurre en virtud del efectivo, mientras que los “cerebritos” del Banco Central la diseñan de modo “chistoso” en una dimensión electrónica imposible e injusta para un país donde la conectividad y la telefonía son dos caos más entre muchísimos otros.
“No hay conexión”, es lo más común que te digan en cualquier tienda de Cuba a la hora de pasar una tarjeta por un terminal de venta (o sistema POS) o que, simplemente, el teléfono se quede sin señal por uno de esos “misterios” de ETECSA que mantienen a los cubanos encendiendo y apagando el “modo de avión” unas 30 o 40 veces en el día para ver si logran el servicio más elemental de una simple llamada de voz.
También están los que han encontrado cierta relación entre la “falta de conectividad” en los comercios (es decir, la imposibilidad de usar las tarjetas de banco) y las rutas principales por donde suelen pasear los turistas extranjeros, como si la “desconexión casual” tuviera realmente el propósito de proyectar una imagen idílica de mercados abastecidos donde las personas no se pelean por entrar. A fin de cuentas, los turistas pasan por allí sin detenerse, y en esos pocos segundos no les da tiempo a comprobar que nada funciona y que muy poco hay.
Parecería una estrategia perversa e imposible, pero es que para un régimen capaz de desplegar perversidades como la “Tarea Ordenamiento”, en medio de una pandemia, no le provocaría remordimientos hacer algo así en favor de una “buena imagen”. “El fin justifica los medios” es la máxima atribuida a Nicolás Maquiavelo que muy bien han sabido aplicar los comunistas cubanos, sobre todo cuando de dólares se trata.
Así también por estos días de “jueguitos” y “actos de magia” con los billetes les he escuchado a varios de esos comunistas poner en su boca o escribir en sus muros de Facebook frases de aprobación como “así se hace en el capitalismo”, dando por sentado y bueno que lo mejor de este socialismo que defienden proviene de aquel capitalismo que dicen combatir. Y quizás también por eso se los ha visto por centenares entre los primeros en emigrar por “parole” y hasta cruzando selvas, desiertos y ríos, posiblemente como parte de otra “tarea ordenamiento” donde se han ido a buscar a “territorio enemigo” los dólares que el régimen necesita para mutar en habilidosos capitalistas al estilo ruso y sobrevivir a su propia debacle.
Son esos mismos comunistas “de nuevo tipo” y “nueva mentalidad” que, escaseando el efectivo en moneda nacional, hoy en sus negocios han comenzado a cobrar los productos y servicios en dólares, lo que es igual a cerrarle las puertas, negarle la entrada, a ese pobre pueblo por el cual dicen trabajar pero que en realidad resulta un estorbo, por no contar con la moneda necesaria para sumarse al “cambio”.
Es que ni siquiera pueden cobrar los míseros salarios en un país “de cero efectivo” y “digitalización” donde las arañas literalmente tejen sus telas pacientemente sobre las pantallas de los cajeros automáticos, y así he podido ver varios en el mismísimo centro de La Habana, como la mejor representación de lo que está ocurriendo, es decir, de esta vuelta en reversa y a toda velocidad a la prehistoria.
Y es que en un país “normal” la bancarización total sería un “paso de avance” pero resulta que desde hace 64 años no lo somos, y como si todo “progreso” nos resultara al revés de todo el “mundo normal”, lejos de avanzar retrocedemos cada día más, quizás hasta el punto en que pronto llegaremos a la época del trueque de mercancías, incluso a los tiempos de los cavernícolas buscando la comida con el garrote en la mano. Igual imagino que al final de todo este viaje en dirección contraria al progreso y la prosperidad estará esperándonos el rostro de Díaz-Canel, observando de modo burlón desde un billete “Frankenstein” de 250 pesos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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