LA HABANA, Cuba.- En la tarde de ayer, el Sr. Timothy Zúñiga-Brown, Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, sostuvo un encuentro con la prensa independiente cubana para hacer pública la reanudación parcial de los servicios de la sede consular, y abordar temas de actualidad. Las restricciones provocadas por la pandemia de la COVID-19 habían puesto en pausa los intercambios entre el personal diplomático estadounidense y los actores de la sociedad civil; de modo que esta fue una oportunidad para conversar sobre los acontecimientos más significativos de los últimos dos años, en especial para Cuba.
El aumento del personal en la embajada ya es una realidad, así como la voluntad de reiniciar la gestión de Visas de Inmigrante acumuladas desde 2017, cuando se redujo al mínimo el número de empleados tras los misteriosos ataques acústicos. Es de esperar que el proceso se agilice a partir de ahora, pues un número importante de casos pendientes podrá ser tramitado en La Habana.
La crisis migratoria cubana fue uno de los temas abordados en profundidad, especialmente por su impacto en la Isla, que no cuenta con una masa laboral numerosa ni el reemplazo poblacional necesario como para permitirse la estampida de sus ciudadanos. Las causas que provocan el éxodo permanecen intactas, agravadas incluso tras la pandemia y por el empecinamiento de la clase gobernante en no realizar los ajustes necesarios para que el país comience a respirar.
El reinicio de los trámites consulares vuelve a poner el foco sobre la necesidad de una migración segura y ordenada; pero el clima económico, político y social al interior de Cuba no ofrece una mejor opción que huir a la desbandada. La gente ya no quiere seguir esperando por el futuro prometido y ha decidido salir a buscarlo con determinación. Se estima que solo en el mes de enero, 9 124 cubanos llegaron a la frontera sur de Estados Unidos; un ritmo frenético que, de mantenerse, en poco tiempo podría dejar la Isla medio vacía.
No se trata solo de los que han llegado a la frontera sur, sino de los que están en camino, los que han sido detectados en el mar y repatriados, los que han logrado escabullirse de las autoridades, los que han muerto en el intento, y los que se han ido quedando en otras naciones, aunque sea con carácter temporal, antes de retomar su ruta hacia la Unión Americana. Miles y miles que prefieren exponerse a los peligros del tráfico de personas, incluso a la deportación, no para alcanzar el sueño americano; sino para escapar de la pesadilla cubana.
Mientras se analizaba el desalentador presente de Cuba y la posibilidad de que las cosas cambien a corto o mediano plazo, no faltaron las nostalgias de la era Obama y la pálida esperanza de que se produzca un nuevo deshielo para otra vez apostar todo a las ventajas económicas, mientras las urgencias en materia de derechos quedan aplazadas por tiempo indefinido. Desafortunadamente para los nostálgicos, el clima entre Washington y La Habana se halla muy distante de aquel idilio, un estado de cosas que por estos días la diplomacia cubana se esfuerza en hacer perdurar.
La nefasta actitud del régimen, justificando la invasión de Rusia a Ucrania y culpando a Estados Unidos por un conflicto en el cual la nación norteña se negó a intervenir desde el inicio, ha elevado las tensiones a otro nivel. A pesar de que el modus vivendi del castrismo implica criticar a Estados Unidos y culparlo por todos los males que acontecen en cada rincón del planeta, esta vez fueron demasiado lejos para quedar bien con el garrotero del Kremlin.
El Encargado de Negocios admitió que su país no se tomó bien las declaraciones de Cuba, pero aclara que el régimen se puso la zancadilla, porque esta vez no fue en contra de la Casa Blanca, sino de la opinión pública internacional y de un posicionamiento diplomático mayoritario que condena la invasión de Rusia y la proyección imperialista de Vladimir Putin. En la reciente votación en la ONU, Cuba se abstuvo de votar a favor o en contra de la agresión. Fue el único modo que halló para intentar recomponer su imagen, pero las primeras declaraciones oficiales no serán olvidadas.
Durante la conversación no faltaron pinceladas de antitrumpismo. Entre los deseos, por un lado, de que procesen al magnate republicano por supuestamente haber instigado el asalto al Capitolio; y por otro el presunto bajo nivel de aprobación que tiene el presidente Biden de cara a las próximas elecciones, el Sr. Zúñiga-Brown se deslizó sin tomar partido ni aventurar pronósticos. Solo apuntó dos cosas muy razonables: que en la lid política las encuestas no son determinantes, y que la economía sí lo es.
La amarga realidad nacional volvió a aflorar en el encuentro, esta vez para hablar del aumento de las acciones represivas y el Código Penal que estará vigente a partir del mes de abril. La necesidad del régimen de complementar lo estipulado en la Ley 88 (Ley Mordaza) con el nuevo artículo 143, que criminaliza el menor destello de crítica contra el establishment, demuestra que Cuba se mueve en el sentido opuesto a la democracia, el estado de derecho y la libertad.
Las sanciones impuestas a Rusia por Occidente ya están teniendo un impacto real en la economía insular. Se avecinan tiempos aún más difíciles para todo el pueblo, y una vez más el Encargado de Negocios ha reiterado su apoyo a la sociedad civil cubana. Agradeció el intercambio con la prensa independiente y expresó su deseo de que pronto Cuba tenga el cambio que necesita y merece.
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