LA HABANA, Cuba. – “Lo que tienen con el dólar es un relajo”, comentan los cubanos tanto en la calle como en las redes sociales, y es que, con la Resolución 63 de 2023, publicada este 10 de abril, el régimen ha vuelto a decir “digo” donde hace apenas un par de años dijo “Diego”. Es más, apenas en enero de este mismo año, el ministro de Economía había asegurado que el país avanzaría hacia la desdolarización pero, al parecer, aquellas bóvedas donde los verdes se habían estancado en junio 2021, y que según la “versión oficial” obligaron a excluir la moneda estadounidense de la bancarización porque no podían usarse en las transacciones internacionales, ahora han amanecido vaciadas sin explicación alguna.
Tan vacías, quizás, como esos depósitos de combustible de la reserva estatal que de modo “enigmático” se esfumaron por estos días, dejando al país al borde de la parálisis total.
Si bien lo que hoy ha pasado con los dólares es otra cosa muy distante de la desaparición de unas reservas, igual no sería la primera vez que suceda algo así, como tampoco la primera en que todo “facho” queda tal cual; a fin de cuentas los asuntos de nuestro Banco Nacional andan tan manga por hombro que (también de acuerdo a la mismísima “versión oficial” esgrimida como defensa durante el tan llevado y traído juicio de Londres), cualquier funcionario del montón puede negociar y vender la deuda externa de Cuba a título personal sin que salten las alarmas por allá arriba. ¡Inaudito! Pero tan increíble que obligatoriamente nos lleva a sospechar que si el régimen, en el manejo de la economía y las finanzas, tuviera un modus operandi es precisamente el de hacerse el de la “vista gorda”.
Y si aún no estuviéramos convencidos, entonces recordemos qué fue lo que pasó en 1989 con la llamada Causa No. 1, que terminó con el fusilamiento de altos oficiales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior. Aún a muchos nos cuesta creer que nadie entre los “grandes jefes” supiera lo que estaba sucediendo en las mismísimas oficinas del MINFAR y el MININT, a solo unos pasos del edificio del Consejo de Estado, e incluso en las torres de control donde tan celosamente se monitorea el tráfico en los corredores aéreos.
Pero, al menos por esta vez, nadie se robó los dólares, y no lo hicieron porque jamás los hubo (no en la cantidad que siempre han deseado), y porque tampoco, con tanto hotel innecesario construyéndose por toda la Isla, con tantos honorarios pagados y aún por pagar en Londres, con tantos policías y ciberclarias “emigrando” mediante el programa de parole, con tanta mipyme estatal disfrazada de privada importando pacotilla al cash desde Panamá, Bogotá, Moscú y Miami; y con tanta barriga de mandamás engordando, no ha dado tiempo a que se acumulen los dólares. Y ahora que le han tomado el gusto al contrabando, y hasta lo han amparado con nuevas leyes, necesitan más, muchos más.
Si bien ha habido un asalto por parte de “algunos” del régimen no ha sido a sus propias bóvedas sino a nuestros bolsillos, y ha sido un robo que comenzó hace mucho más de dos años cuando ya habiendo convertido los dólares de las remesas en CUC, no les bastó la estafa y pasaron a multar la transacción con un 10 por ciento de gravamen.
Un asaltó que se tornó más violento cuando pusieron en marcha ese otro golpe que nombraron “Tarea Ordenamiento” y que, en medio de la incertidumbre y desesperación provocadas por la pandemia, evaporó en un abrir y cerrar de ojos los ahorros de los cubanos de a pie, haciéndoles las vidas mucho más miserables y conduciendo a miles de hombres y mujeres a la desesperación y, quizás, hasta la muerte, ya por hambre, ya por suicidio. Así de despiadada ha sido la estafa, de modo que esto de ahora no puede ser otra cosa que una operación de remate. Virarnos de cabeza y sacudirnos hasta que soltemos el último aliento, porque centavos ya no quedan.
Alguien, en uno de los más lúcidos comentarios que he podido leer en las redes sociales, ha explicado el desfalco de la manera más sencilla: “Hace dos años le diste al banco 100 USD, te los convirtieron en 90 CUC y te los pusieron en una cuenta. Vino el Ordenamiento, desaparecieron el CUC y te los cambiaron por 24 CUP, entonces tu cuenta pasó a tener 2.160 CUP. Hoy establecen el cambio de USD por CUP en 1 x 120 y tus 2.160 solo representan 18 USD. De 100 USD que le diste al banco hace dos años te dejaron con solo 18 USD. Y para colmo esos 18 USD no los puedes sacar”.
Aunque para algunos expertos la de este 10 de abril ha sido una medida que llegaría a rectificar el error cometido con la prohibición del dólar, en realidad, teniendo en cuenta el propio historial de saqueo del régimen, no creo que las intenciones anden por ahí sino, precisamente, por donde mismo ha dicho la “versión oficial”, es decir, se trata de un “cambio” que “responde a las circunstancias y prioridades actuales de la política económica”.
Una frase que bien se puede interpretar en este peculiar contexto donde cientos de mipymes, amparadas en la ley-trampa, se han enfocado en esa “mina de oro” que siempre ha sido el contrabando y las importaciones con ese fin, para lo cual necesitan muchos dólares en efectivo, y también, en ese mismo sentido, en los escenarios de los nuevos acuerdos comerciales para la importación de alimentos, sin restarle importancia a los gastos de un juicio y una apelación en Londres que no se pelean, como se dice en Cuba, “de gratis”.
Así que las circunstancias actuales, no de “prosperidad” sino de gran desesperación, posiblemente de sofocación, han hecho que el régimen una vez más se muerda la lengua.
El dólar, ese dinero “enemigo” prohibido en los tiempos soviéticos pero perdonado y rehabilitado una vez cayó el comunismo en Europa del Este, vuelve a estar “de temporada”, así como volverán a “castigarlo” tantas veces como les convenga. Como he escuchado a algunos en tono de burla en las calles de Cuba: “El dólar ha salido bajo fianza, y su libertad dependerá de su comportamiento social y su desempeño político”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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