LA HABANA, Cuba. – El 1ro de julio de 2020 fue anunciada la entrada de La Habana a la fase 1 (primera fase de recuperación post COVID-19). Apenas una semana después se comunicaba el aislamiento reforzado de zonas de los municipios Diez de Octubre y Arroyo Naranjo, entre otros.
El área aislada en Lawton comprende 26 manzanas con 7241 habitantes. Ese miércoles (8 de julio), ante la angustiosa noticia, muchos se apresuraban a comprar la canasta básica y otros preparativos por el estilo. Y es que como en Cuba raras veces (por no decir nunca) se informa con exactitud, las personas suplen la falta de datos con especulaciones. Una vecina refiere que la información más exacta fue la que encontró en el periódico Tribuna digital, pues los propios dirigentes del CDR –encargados de proporcionar instrucciones–, no sabían muy bien qué decir.
El jueves por la mañana pasó una persona por las casas “explicando” lo que iba a pasar. “Nos mienten en la TV y nos mienten en 3D”, protesta una joven. “Dijeron que iban a priorizar la alimentación, pero hasta ahora lo que más abunda aquí es el hambre”. Otra de las promesas demoradas fue la de habilitar un cajero automático, supuestamente en una empresa dentro de la zona.
“Mis tíos viven en EEUU”, explica un conocido. “Como son dos ancianos, les llevan la comida a la casa (gratis). En cambio, aquí, el gobierno lucra con el hambre del pueblo y aprovecha para hacer su agosto”. En efecto, el gobierno se aprovecha de la crisis alimentaria para deshacerse de productos que normalmente no tienen demanda por su alto precio y baja calidad, como las latas de mermelada de 65 pesos que vendieron en esta ocasión. Sin embargo, no es posible que en Cuba no existan los recursos para distribuir comida gratuitamente casa por casa dentro de la zona de aislamiento.
Más tarde venderían (no por persona sino por núcleo) unos módulos de cuyo precio exacto nadie estaba seguro, y cuyo contenido no se puede elegir ni modificar. Se especulaba que costarían unos 12 CUC o 300 pesos. Una vecina que finalmente logró comprar uno (casi una semana después de comenzado el aislamiento), describe que por el precio de 275 pesos (CUP) le tocó lo siguiente: dos paquetes de perritos (salchichas), dos frazadas de piso, dos desodorantes, dos jabones de lavar, dos paquetes pequeños de detergente y dos latas medianas de puré de tomate. “Y me puse de suerte que solo tuve que hacer una pequeña colita”, se alegra. “Después de mí sacaron un módulo de unos 20 CUC, con pollo y aceite, y ahí sí que se formó. La cosa fue de Policía y todo”.
Y es que desde que comenzó el aislamiento la gente está en la calle haciendo colas para cualquier alimento que aparezca, aunque sean galletas. En unas carpas han estado vendiendo comida cocinada, a saber: arroz blanco, congrí o amarillo con alguna vianda y croquetas o lascas de algún embutido, cuyo precio oscilaría entre ocho y 25 pesos –o sea, fuera del alcance de jubilados–. Y aunque no es mucho lo que se ha vendido en el agromercado, el caso es que dondequiera que venden comida hay colas, con frecuencia largas, demoradas y no pocas veces violentas.
Por otra parte, aunque el desplazamiento de las personas dentro del área debe estar restringido, el control, en términos generales, no es absoluto. Si bien es cierto que en algunas calles hay barreras con policías y personal del MININT, que dejan salir o entrar solo si la persona da una explicación razonable, hemos sabido que en otras calles la vigilancia no es tan estricta. Una vez fuera de la zona, depende de la responsabilidad de cada cual limitarse a resolver su gestión y regresar.
En cuanto al control epidemiológico, una conocida refiere que ha visto hacer pesquisa diaria, y a personal especializado (laboratoristas o microbiólogos profesionales, según le pareció) recorrer el barrio haciendo la prueba (sin entrar a las casas). Supuestamente es obligatorio someterse al examen, pero ella no está segura, porque lo hizo voluntariamente. Según el Tribuna digital, a los habitantes del área interior, de 10 manzanas, se les realizaría el PCR (de mayor exactitud) y a los del área exterior, de 16 manzanas, el test rápido (práctico, pero de menor confiabilidad, pues no identifica al virus, sino proteínas de este, o bien anticuerpos producidos en su presencia).
Será por eso que, aunque en la zona hubo rumores de varios casos, a algunas personas se las llevaron como infectadas para luego ser devueltas a sus casas como sanas.
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