CIUDAD DE MÉXICO, México.- El biólogo ruso Iliá Ivanovich Ivanov fue un maestro en el campo de la hibridación animal y la inseminación artificial. Realizó varios experimentos para crear animales mestizos, como el zedonk (un híbrido de cebra y burro) y un ratón-cerdo de Guinea.
Sin embargo, entre todos sus peculiares experimentos, su propuesta de un hombre mono ( híbrido de humano y chimpancé) fue la más sensacional y controvertida de su carrera.
Ivanov propuso por primera vez la idea del humanzee en 1910, en el Congreso Mundial de Zoólogos celebrado en Graz (Australia). En su presentación, afirmó que algún día sería posible crear híbridos entre humanos y sus parientes más cercanos, mediante inseminación artificial. En aquel momento, esta idea no era más que una especulación, pero eso cambiaría tras la revolución rusa de 1917.
En 1924, Ivanov presentó al gobierno sus propuestas para un experimento de hibridación entre humanos y chimpancés ante la Comisión Financiera del gobierno. Aunque la comunidad científica no estaba de acuerdo, Ivanov consiguió la aprobación de su trabajo y la financiación de $10.000 “para la realización del trabajo científico del profesor I. I. Ivanov sobre la hibridación de simios antropoides en África”.
Los documentos indican que la decisión fue impulsada por destacados miembros del gobierno bolchevique.
La inseminación
Ivanov partió hacia África en 1926. Llegó a Guinea a finales de marzo, pero ninguno de los chimpancés del Instituto era lo bastante maduro para reproducirse. En noviembre, Ivanov volvió para intentarlo de nuevo.
A pesar de los esfuerzos, sus experimentos en Guinea Francesa fracasaron. Ninguno de los chimpancés concibió.
Sin embargo, este fracaso no hizo flaquear la voluntad de Ivanov de crear un hombre mono, sino que se le ocurrió una nueva idea, en la que pretendía fecundar una hembra humana con el esperma de un chimpancé macho. Ivanov se dirigió a casa con un surtido de chimpancés para abastecer un nuevo “vivero” de simios en la República Soviética subtropical de Abjasia.
Cuando Ivanov volvió a África, pudo fertilizar a tres chimpancés con esperma humano pero no tuvo éxito. Intentó inseminar mujeres africanas con semen de orangután, pero las autoridades francesas se lo prohibieron pues se haría sin el consentimiento ni conocimiento de las mujeres.
Al menos cinco mujeres rusas se ofrecieron voluntarias para el extraño experimento. Pero los simios que Ivanov había llevado no prosperaron en un entorno desconocido y, en 1929, cuando Ivanov estaba listo para continuar, el único macho adulto que quedaba era Tarzán, un orangután de 26 años que sufrió una hemorragia cerebral y murió.
La purga de científicos bajo el régimen de Stalin
En 1930 estaban a punto de llegar nuevos simios a las instalaciones, pero antes Ivanov fue víctima de la purga generalizada de científicos soviéticos y se exilió a Kazajstán.
Aunque fue liberado al año siguiente, permaneció exiliado en Kazajstán y murió de un derrame cerebral en 1932. Los intentos soviéticos de crear un híbrido humano-chimpancé murieron con él.
La historia de Ivanov está contada en cartas, cuadernos y diarios dispersos en archivos gubernamentales consultados tras la ruptura de la URSS.
Sin embargo, en ninguno de los documentos conservados se revela por qué se decidió hacer el experimento de los hombres mono, como escribió el historiador Alexander Etkind.
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