HOLGUÍN, Cuba. – El escenario en las gasolineras de Holguín va a los extremos. A algunas las colma el bullicio de autos y clientes, otras yacen en un silencio desértico por falta de combustibles.
La demanda supera con creces a la oferta y la gasolina se agota muy rápido, a pesar de estar controlada hasta tres litros en pomo, diez litros para motores y 20 para automóviles, como detalla un cartel colocado en los ServiCupet.
Sin embargo, la disminución del suministro y la inestabilidad del ciclo de abasto promedio cada cuatro días, obliga a los clientes a comprar la mayor cantidad de carburantes que puedan. Los choferes llegan con pomos y bidones vacíos en los maleteros del auto con la esperanza de llenarlos junto al tanque del carro. Mientras, los motoristas los cargan dentro de cajas plásticas amarradas sobre una base de madera en las parrillas de los motores.
Se ha incrementado el soborno a los dependientes para obtener mayor cantidad de gasolina de la reglamentada.
“Vimos a un chofer de un auto ligero que compró 100 litros de gasolina y cuando reclamamos, el jefe de turno nos dijo que ese no era su problema, que él despachaba por la cola”, dice un conductor de mototaxi apostado en el servicentro La Curva.
La espera en la cola pasa las 12 horas. “Estamos desde las nueve de la noche y pudimos habilitar a las 11 de la mañana del siguiente día”, asegura el chofer.
Durante el aguardo, los motoristas son los más conflictivos. “Uno de ellos marca en la cola para cinco, pero después se cuelan hasta 40 motoristas. Echan combustible y salen de allí. A los cinco minutos regresan y se meten en el mismo lugar de la cola y vuelven a echar gasolina. Es un círculo vicioso para acaparar y después revender, y eso nos perjudica, porque la mayoría nos quedamos sin comprar”, dice Arnaldo que vino con su auto particular marca Moskovich.
Problemas organizativos internos en las gasolineras ralentizan el servicio, que a veces es detenido injustificadamente.
“El dependiente paró la venta porque dice que está en horario de almuerzo”, se queja un cliente a punto de comprar tras varias horas en la cola.
Algo similar le ocurrió al meteorólogo cubano José Rubiera en el servicentro capitalino nombrado Tángana. Después de esperar una hora en la cola y a punto de serviciar, la dependienta detiene la venta a las 7:35 de la noche para cenar.
“…eso es comprensible y no le echo la culpa para nada a ella, pero… la Administración… ¿Por qué no previó un relevo o sustituto para la compañera en momentos tan delicados? …”, escribió Rubiera en su perfil de Facebook.
Sin embargo, en Holguín ya se ven con más frecuencia las cadenas amarillas que bordean las gasolineras anunciando el cierre del lugar por la falta de combustibles.
Así empieza una desenfrenada carrera de los choferes por todos los servicentros de la ciudad en la búsqueda y captura del carburante. Para no malgastar la poca gasolina que poseen, algunos hacen el recorrido en bicicleta o en motos eléctricas con los pomos a cuesta.
“Su amigo las 24 horas es un cartel que deberían borrar las gasolineras”, comenta una persona que, junto a un grupo de clientes, lleva más de tres horas a la espera de su turno en el servicentro de la avenida de Los Libertadores.
El lugar estuvo sin carburante tres días y ahora solo ofrece gasolina B-94, conocida como especial y comercializada a 1,40 dólar el litro. “Nunca he utilizado esta gasolina porque es la más cara, pero estoy obligado a comprarla porque es la única que hay”, dice otro chofer que está a mitad de la cola.
Con el calificativo jocoso ‘Ordeñadores de servicentros’, el pueblo identifica a las personas dedicadas a velar la entrada del combustible en las gasolineras. Así logran ser los primeros en comprar y después revender el producto o comercializar los turnos en la cola a 70 pesos.
El litro en el mercado informal cuadriplica el precio original, “y no siempre es fácil encontrarlo”, asegura Maikel, dueño de un auto ligero que por la escasez de combustible hace casi un mes no circula.
La crisis de la gasolina afecta el servicio de transportación de la ciudad. Pero el más castigado es el que se presta en las piqueras de los hospitales.
“Muchas veces nos quedamos sin combustible y no podemos prestar el servicio en la piquera de los hospitales donde estamos asignados”, dice Omar, quien conduce un vehículo llamado popularmente Cocotaxi.
Ante el déficit de combustibles muchos han criticado la decisión del Gobierno de comenzar a vender automóviles en divisas a personas naturales.
“La venta de autos en Cuba es una decisión absurda. ¿Cómo se explica esta medida si no hay gasolina para los carros que ya están circulando?, se pregunta un cliente del servicentro de la carretera de Gibara.
Este razonamiento quedó avalado por el director de Comercialización de la Unión Cuba Petróleo, Tomás Pérez Álvarez, durante una declaración el año pasado al Noticiero Nacional de la Televisión Cubana.
Entre las causas de la escasez el funcionario mencionó el aumento del diez por ciento en el consumo debido al incremento de vehículos en la carretera, lo cual se debe a la entrada en circulación de cientos de microbuses para mejorar el transporte público.
Los choferes de autos y motos particulares también miran con malos ojos el privilegio que gozan sus colegas del sector estatal por poseer tarjetas magnéticas para comprar el combustible.
“Hay gasolina, pero solo está en venta para los autos de los choferes con tarjeta magnética. Esto sucede muy a menudo y no es justo”, lamenta Amaury, un motorista.
Las críticas del pueblo por el déficit de combustibles han sido cuestionadas por el diario oficialista Granma.
El periódico los ha calificado de “elementos oportunistas” con conductas manipuladoras que encajan “en la lógica perversa revelada en el memorándum secreto del 6 de abril de 1960, del Departamento de Estado de Estados Unidos, donde queda clara la intención de ese país contra Cuba”.
El régimen cubano culpa de la escasez a las sanciones que la administración estadounidense de Donald Trump está aplicando contra los barcos que transportan el petróleo a la isla desde Venezuela, su principal proveedor de crudo.
Sin embargo, desde el año pasado, el Gobierno anunció la implementación de medidas y controles para combatir el robo de combustible.
En ese sentido, Elaine Moreno Carnet, directora general de la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía en Cuba, informó sobre un total de 48 873 inspecciones realizadas, donde se detectaron 22 666 deficiencias, ubicadas en 14 061 servicios.
De acuerdo con la funcionaria, hasta octubre del 2019 en Cuba se habían realizado 8 231 intervenciones, en las cuales se reportaron 208 irregularidades, con una importante afectación económica.
Aun así, “si criticamos al Gobierno por su mala gestión en el control de los recursos nos acusan de vendidos al imperio y contrarrevolucionarios”, comenta un cliente que no logró comprar gasolina tras varias horas en la cola.
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