VILLA CLARA, Cuba. – Omar Mena es un hombre de pocos miedos. Hace cerca de seis años, cuando participaba de público en una reunión presidida por Abel Prieto, entonces Ministro de Cultura, Omar pidió la palabra y enumeró sin tapujos unos cuantos reclamos artísticos que los presentes habían preferido callar. Desde la fecha, Omar ha sido etiquetado por la oficialidad como el “rapero contestatario”, el “problemático”, el “rebelde sin causa”.
En Santa Clara, Omar es conocido como El analista porque cuando estudiaba pedagogía aprendió a “descomponer el todo en varias partes para encontrar el problema real”. Ante la ausencia de espacios institucionales para interpretar y grabar hip hop alternativo, El analista fundó con sus propios recursos una productora independiente a la que bautizó como La Génesis Club. Dentro de su casa se reúnen gran parte de los raperos de Villa Clara y otras provincias, muchos de ellos, prohibidos en plazas culturales por el contenido “inadecuado” de sus temas. Esta agencia undergroud también se encarga de promover conciertos, discos y pasar de mano en mano una música alternativa, emancipada y cuestionadora que los medios cubanos nunca se atreverían a radiar o televisar.
Para difundir gran parte de sus videos, Omar se vale de Youtube y las redes sociales. En sus recientes publicaciones ha manifestado que “hay cosas que he querido escribir hace mucho tiempo, pero han existido circunstancias y tallas que me han obligado a decir lo que es importante en el momento. La talla está agresiva, la talla está violenta, esta gente no quiere aflojar y yo tampoco lo voy a hacer. A mí me tienen que partir la boca y voy a seguir. Uno empieza hacer arte, dice un par de cosas, y te van tirando poco a poco contra la pared”.
Con su último disco, estrenado en concierto en el patio trasero de su vivienda, El analista pretende tocar asuntos urgentes de la sociedad y la cultura cubana.
—¿Por qué el nombre de Contracultura para este disco?
—Porque defiende toda esa parte que no se muestra de la cultura cubana, por ejemplo, el grafitti o el breakdance. Está a favor de lo no oficialista, de lo que no tiene un apoyo institucional. Aunque mis discos tienen un carácter más político, este va más del arte, de lo que no se difunde por los medios, de lo que nadie apoya. El cd tiene diez canciones y lo grabamos en la casa.
—¿Cuán difícil resulta para un rapero underground grabar o difundir su música en Cuba?
—Ya no es tan complicado grabar un disco, al menos no de forma underground, porque hay varios estudios independientes que se dedican a eso. Esa comodidad ha traído, sin embargo, problemas con el resultado de la obra porque cualquiera no sabe mezclar. Los yumas, por ejemplo, mezclan los discos con tremenda calidad y, al final, nosotros somos la cara del hip hop cubano. Tenemos que mostrar un producto mejor, para que la música que hacemos no se quede en el barrio, que sea más universal. Cada cual tiene que poner su esfuerzo. Ya ni vale la pena reclamarle al gobierno porque no nos apoyan, ya no lo van a hacer, no están para eso, no les interesamos.
—Y en ese caso, ¿cómo se comercializa, entonces, un músico alternativo?
—No hay manera de hacerlo. Quizá alguno tenga una familia en el exterior que le abra una cuenta en youtube, pero es complicado porque es una plataforma digital difícil de manejar para muchos. Eso, y el tema de la internet en Cuba. Otros, tratan de coger un faster y ven qué pueden hacer por ahí.
—La mayoría de los raperos que viven fuera de la capital se han quejado en varias ocasiones de que la Agencia Cubana de Rap no llega hasta las provincias y, por tanto, es como si prácticamente no existieran.
—Es una empresa que supuestamente debe representar a los artistas. Casi todos se luchan sus conciertos porque ellos no mueven muchas piezas. Aquí en Villa Clara creo que solamente hay dos o tres que sí están afiliados. Para eso tienes que audicionarte. En mi caso, yo tengo un compromiso social, sé que hay problemas y no voy a parar de hablarlos. Ya no me interesa que me callen la boca por 250 pesos ni una peña presupuestada. A mí no me interesa pertenecer a ese tipo de cosas, no lo veo ni siquiera funcional.
—En algunas ocasiones has manifestado que los raperos son como los periodistas independientes, ¿por qué?
—Cuba está pasando por una situación bastante dura en estos momentos y los artistas tienen que sacar la cara. El arte no es un espejo que refleja el tiempo sino un martillo que lo moldea. Realmente estamos en un momento en el que hay que sentir cierto compromiso. Si no estás para esto, entonces ponte a hacer regaetón, tampoco discrepo con los que lo hacen, pero el rap no es para esas cosas, es para colaborar.
“El rap tiene una labor social, es un arma de lucha que no la inventamos nosotros, que viene con esas características desde otros lugares. Lo que hay que hacer es ir para arriba del lío. La palabra tiene el poder de mantener, al menos, un equilibrio, o intentar, aunque quizá no podamos, arreglar lo que está mal.”
—Con La Génesis Club apoyas la producción de quienes no tienen recursos para realizar presentaciones y conciertos. Eres como el dios del mundo undergroud en Santa Clara…
—No tanto como un dios, pero sí me interesa apoyar a todos con al menos con una lucecita para el escenario, a los travestis, a la música electrónica. Es de madre cantar con tres ladrillos detrás. Quiero seguir haciendo conciertos en mi barrio, yo prácticamente no puedo cantar en ningún lado. Si no me dejan, pues lo hago en mi casa.
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