LA HABANA, Cuba. – A propósito de la reciente conmemoración del 65 aniversario de la huelga del 9 de abril de 1958 fue inevitable que rememoráramos el provecho que obtuvo Fidel Castro con el fracaso de esa huelga.
Si la huelga general revolucionaria hubiese triunfado, y se hubiera alcanzado el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, le habría resultado más difícil a Castro bajar de la Sierra Maestra y tomar inmediatamente el poder. Hay que considerar que para esa fecha todavía las columnas invasoras de Camilo y el Che no habían incursionado en la región central de la Isla.
Por otra parte, el fracaso de la huelga posibilitó que Castro se hiciese con la jefatura absoluta de todas las fuerzas que combatían a Batista. Así fue refrendado en la famosa reunión de Altos de Mompié, en el corazón de la Sierra Maestra, adonde acudieron también los jefes de la actividad clandestina en las ciudades.
Otro episodio que a la postre repercutió a favor de los planes futuros de Castro fue la muerte de Frank País García. A pesar de las declaraciones del “máximo líder” al enterarse de la caída del luchador santiaguero (“qué monstruos, no saben la inteligencia que han matado”), en el fondo la desaparición física de Frank País evitó una muy probable ruptura entre ellos una vez materializado el triunfo de la Revolución.
¿Alguien cree que el cristiano Frank País hubiese estado de acuerdo con la política antirreligiosa adoptada por el castrismo en los años 70, cuando los manuales soviéticos de Economía Política ―en ese momento la biblia del comunismo cubano― imponían en la Isla la convicción de que la religión era el opio de los pueblos? Casi nadie puede creerlo.
Pero el suceso que más le convino a Castro durante toda su lucha insurreccional contra Batista fue el fracaso del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957. Imaginamos el obstáculo que para los planes de Castro hubiese significado la muerte de Batista en esa acción. A su guerrilla, totalmente desorganizada entonces, con apenas tres meses en suelo cubano, le hubiese sido casi imposible acceder al gobierno de la República en ese momento. Además, si José Antonio Echevarría no hubiera caído en la acción, se habría convertido después en un gran opositor del castrismo.
En la grabación de sus palabras al tomar la emisora Radio Reloj, el líder estudiantil calificó al batistato como “un régimen de oprobio”. Entonces, ¿cuál habría sido el calificativo que hubiese dado al totalitarismo, más oprobioso aún, de Fidel Castro?
Mas, si hubo un acontecimiento que transcurrió de una manera diferente a lo previsto por Castro fue el relacionado con Camilo Cienfuegos. Para nadie es un secreto que el Héroe de Yaguajay era un impedimento para el deseo de Raúl Castro de convertirse en la segunda figura de la Revolución. Incluso, su gran carisma podía servir de contrapeso ante cualquier giro imprevisto que tomara la Revolución, como lamentablemente sucedió.
Por todo ello, era muy probable que los hermanos Castro ya planearan la eliminación de Camilo Cienfuegos a los pocos meses del triunfo rebelde. En ese contexto, muchos estudiosos del tema estiman que Castro mandó a Camilo a detener a Hubert Matos con la esperanza de que la oficialidad de este último asesinara al entonces jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde.
Sin embargo, la cautela de Matos, y el respeto que sentía por Camilo, impidió que algo así le sucediera al Héroe de Yaguajay. De ahí que, tal y como opinan muchos, a los Castro no les quedó otra opción que acabar con la vida de Camilo.
La otra parte de la trama ha sido cumplida cabalmente por el aparato mediático del régimen. Frank País, José Antonio Echevarría y Camilo Cienfuegos son exaltados como héroes de la Revolución. Así se encubre mejor el hecho de que sus muertes allanaran el camino de Fidel Castro.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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