LA HABANA, Cuba.- Según palabras de Miguel Díaz-Canel durante la reunión de trabajo con las Juntas de Gobierno, realizada en días pasados en el Palacio de Convenciones, “en la implementación de las medidas aprobadas para perfeccionar la gestión de la empresa estatal socialista ha existido insuficiente capacidad de reacción”.
¿No será que esa insuficiente capacidad de reacción se debe a que hay un rechazo al modelo económico cubano por parte de la clase trabajadora, y que las trabas que frenan esa gestión se deben precisamente a un modelo económico que lleva por nombre socialismo?
Por qué —se preguntan tantos— el señor “presidente” no acaba de comprender de una vez y por todas que el socialismo representa precisamente las trabas, cuando se refiere a esas que se cuestionan y frenan la gestión para lograr la productividad, el desarrollo del país y la prosperidad del pueblo.
No hay que ser un iluminado economista, sino simplemente interpretar el fondo de sus planteamientos, para saber que usted está a punto de decir por lo claro lo mismo que dijo Fidel en 2010 a la Revista The Atlantic: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.
Pero en esta ocasión, durante la reunión realizada el miércoles 20 de noviembre en el Palacio de Convenciones, usted se me fue por las ramas y terminó sus ideas con “hoy se aprecia más agilidad en la presentación de medidas” y terminó con el optimismo suyo de siempre, con el que se engaña para bien suyo mientras la nación anda de patas arriba.
No obstante, en la siguiente parrafada, Díaz-Canel redondeó contradictoriamente su optimismo y alegó que “aunque hemos ido dando pasos para sustituir mecanismos administrativos por económico-financiero, todavía no se aprovechan todas las posibilidades y seguimos lentos en los encadenamientos productivos”.
¿Lentos, señor gobernante? ¿Ha dicho usted lentos o sencillamente MAL?
Estoy segura de que esa página del periódico Granma, con ese análisis suyo, muchos la han guardado. Valdría la pena confrontarla con planteamientos económicos suyos de un futuro más cercano que lejos, sobre todo si se está acercando cada día más a la mentalidad importadora que nos detiene desde hace muchos, muchos años, algo que comenzó en 1959.
Recuerde cuando Fidel Castro destrozó todas las fábricas cubanas y extrajeras, hasta los chinchales y timbiriches, cuando según usted, ¡alabado sea Dios¡, dice que “…es más fácil importar que estar pensando en los encadenamientos, pues estos hay que gestionarlos, lleva pensamiento, incentivos, estructuras para atenderlos, creatividad y eso es lo que nos puede llevar a empresas sólidas con verdadera soberanía”.
¿Quiere decir Díaz-Canel que Fidel Castro, considerado el Economista número uno, ignoró todo lo que se necesitaba para que Cuba fuera un país exportador, y no como ocurrió, que comenzó a importar casi todo lo que se consumía?
Hoy, el elegido del General en Jefe enfatiza que “necesitamos que se ejecute todo lo que se aprueba, porque necesitamos demostrar la viabilidad, el éxito de la empresa estatal, como ente fundamental de la economía”.
Pero ya no hay tiempo señor Díaz-Canel, de nada vale insistir con una labor ideológica en los colectivos de trabajadores. De qué manera, me pregunto, en medio del desvío de recursos, las chapucerías, la hipocresía y el robo generalizado.
Mejor sería hacer unas elecciones libres y bien supervisadas, en busca de la verdad. Preguntarle al pueblo si quiere continuar o no con el socialismo y, de paso, legalizar partidos opositores donde todos, cada cual, con sus pensamientos y criterios, puedan participar en libertad.
Entonces sí podrá triunfar el pueblo, porque se lo merece, y las trabas desaparecerán.
Fuente: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”, entrevista de Jeffrey Golberg, septiembre 2010, The Atlantic.
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