MIAMI, Estados Unidos. – En Cuba había un refrán muy recurrido: “La cabra tira al monte”, una forma de afirmar que la naturaleza primaba sobre el sentido común y en contra de los propios intereses. Eso es lo que le ha sucedido al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador al investir como su invitado de honor por los festejos de la independencia de su país a Miguel Díaz-Canel, jefe de la dictadura más longeva de la historia americana.
En honor a la verdad, cuando López Obrador asumió la presidencia de uno de los países más importante del hemisferio yo estaba convencido de que patrocinaría una política exterior muy próxima al castrochavismo, pero, tal parece que la ecuación Trump lo contuvo por un tiempo, tal y como ocurrió con su silencio ante el muro que el presidente estadounidense planeaba construir en la frontera.
Esta discreta posición cambió radicalmente en julio pasado cuando planteó el fin de la Organización de Estados Americanos (OEA). Esto lo propuso ahora que Joe Biden es presidente, así como un nuevo ordenamiento hemisférico, un viejo proyecto de Fidel Castro respaldado por Hugo Chávez y los convictos Lula da Silva y Rafael Correa, que conocemos como CELAC, Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
La OEA siempre ha sido el enemigo preferido de los marxistas y populistas. Denostarla, atacarla y finalmente destruirla es para estos sujetos una meta importante, particularmente en momentos en que la entidad está cumpliendo su obligación de defender la democracia continental.
El CELAC es un instrumento esencial para promover el despotismo, un proyecto siempre vigente para autócratas al estilo de Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Evo Morales, cuyo discípulo Luis Arce es uno de los artífices en la destrucción del ente americano.
Estos sujetos y los aliados con los que cuentan son enemigos de los valores de la democracia, del escrutinio y de la crítica. López Obrador actúa como indica su vieja militancia en el ala izquierda del Partido Revolucionario Institucional, PRI, la fuerza política hemisférica más solidaria con el totalitarismo cubano.
La mayoría de los líderes del PRI respaldaron al castrismo y han desconocido históricamente la resistencia democrática cubana, actitud que el mandatario mexicano reiteró el pasado 11 de julio al ignorar las protestas masivas que tuvieron lugar en la Isla contra el régimen castrista: Por eso no debió sorprender que invitara al dictador cubano y menos que demandara el fin del embargo (que él llamó bloqueo), una petición que no hizo mientras Donald Trump era presidente. ¿Por qué sería?
Por otra parte, instar “al exilio cubano a que deje de lado los asuntos partidistas y busque la reconciliación”, es desconocer a conciencia que el régimen que él defiende ha impuesto un sistema antidemocrático en Cuba y obligado a millones de sus ciudadanos a abandonar el país y a los que permanecen en la Isla a vivir en una sociedad reprimida en condiciones de miseria casi absoluta.
López Obrador es un defensor del Socialismo del Siglo XXI y de las ideas castrochavistas en general, de ahí esa aberrada propuesta suya de considerar a la Isla “como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia” y declararla “patrimonio de la humanidad” por esa misma razón.
Obrador pasa por alto que esos 62 años difieren mucho de los que él vivió en México. Más de seis décadas sin libertad de prensa ni derechos ciudadanos, miles de fusilados y cientos de miles de presos en las cárceles. Un país de una economía devastada, un solo partido político, mientras él militaba en varias agrupaciones y llegó a la Presidencia siendo un antisistema.
De Fidel Castro dijo: “Para nosotros el comandante Fidel Castro es un luchador social y político de grandes dimensiones, porque supo conducir a su pueblo y alcanzar la auténtica, la verdadera independencia”. En otra ocasión manifestó: “A pesar de todas las adversidades”, Fidel mantuvo a Cuba “como una nación libre, independiente y soberana”. Esto conduce a una pregunta inevitable: ¿es López Obrador, un ignorante o un canalla?
Señor presidente, le aseguro que con todos los problemas que tiene su país la mayoría de los cubanos que residen en la Isla desearían vivir en México, incluido su invitado, si usted le cede el puesto.
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