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LA HABANA, Cuba.- Pareciera que todos los muros y solares yermos de La Habana no bastan para servir de soporte al joven artista callejero Yulier P.
Quien conoce de sus cientos de murales y grafitis, ya sea desde la admiración, el asombro o el rechazo, se pregunta de dónde sacará las energías para la creación de ese universo de seres “raros” y fantasmagóricos pero que, desde una aparente irrealidad, hurgan en los territorios más oscuros del ser humano, y del espacio físico donde habita y libra sus batallas cotidianas.
“Es la obra de un loco”, comentan algunos que, sin conocerlo, apenas alcanzan a traducir como simple pataleta o arrebato lo que para Yulier P son criaturas muy parecidas a los espejos pero aún más terribles porque, él mismo lo ha dicho, “revelan a multitudes que hoy habitan esta ciudad” y que, por tanto, lo descubren a él en sus angustias y en sus temores pero también en sus actos de fe.
Según su propia definición, cada vez que sale a ocupar una pared, lo que persigue no es una protesta, ni siquiera un grito, sino dialogar con quienes pasan por el lugar pero que, cansados de tantas grisuras, ya no miran el entorno que se les ha convertido en un “perpetuo escenario de sobrevivencias”. “La gente habla de sus tragedias, yo les hablo de las mías y de las de aquellos que me rodean pero no con palabras, sino del modo en que puedo hacerlo mejor”, nos dijo en una ocasión durante una entrevista para este mismo sitio.
Valiéndose de envejecidas tintas de imprenta, pigmentos industriales de todas clases, mezclas de diferentes barnices que le regalan tanto los amigos como aquellos que admiran su arte, Yulier P se ha integrado, con su genial persistencia, a la silueta y la simbología de una ciudad donde “a la gente, al importarle menos lo espiritual, se desconecta de su humanidad”.
Por su sello tan personal, este pintor al que algunos se han atrevido a nombrar como el “Banksy cubano”, ha llegado a ser reconocido entre los artistas plásticos y hasta por una buena parte de la crítica especializada de dentro y fuera de Cuba, como un referente indispensable al hablar de arte callejero en la isla.